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Como el ave Fénix, Vélez renació de entre las cenizas y volvió a gritar campeón

Un repaso minucioso por el complejo año que debió atravesar el Fortín para volver a coronarse en el fútbol argentino, después de once años de sequía.

El año de Vélez no empezó el 1° de enero de 2024, si no mucho antes. Cuando se gritaban los goles de Santiago Castro, cuando quien daba las indicaciones era Sebastián Méndez, y cuando el post partido del Fortín, más allá del resultado, se convertía en un espacio para que el socio alzara su voz. El año de Vélez arrancó cuando Gianluca Prestianni enfrentó a Rey Hilfer tras un duelo polémico frente a Racing: “¿Te pensás que Vélez no se está jugando nada?”. Y también dejó marcas en el estadio Diego Armando Maradona, después de que Sebastián Méndez abollara la pared del vestuario tras una nueva polémica.

Vélez cerró el 2023 con una nueva dirigencia, pero aún con la calculadora en la mano. El 25 de noviembre de ese mismo año, el Fortín venció a Colón de Santa Fe en un duelo crucial por la permanencia. Y, a decir verdad, la goleada al Sabalero no fue más que una bocanada de aire, porque se necesitaba respirar profundo y seguir.

Sebastián Méndez escribió el prólogo de esta epopeya. Plantó la semilla, encendió la chispa y colocó la primera piedra de una construcción que nadie imaginó que se volvería tan grande. Con trabajo y entrega, con su pasión y amor por el club, poniendo el pecho y el corazón, el Gallego logró mantener a Vélez en la máxima categoría. Se despidió con palabras que hoy resuenan como una profecía: “Entiendo que van a empezar a pasar cosas buenas en el club”.

Y esas cosas buenas comenzaron con Gustavo Quinteros, quien asumió como técnico en diciembre de 2023. Con él llegaron jugadores importantes para encarar la temporada: Agustín Bouzat, Emanuel Mammana, y Tomás Marchiori, entre otros. El arranque del Profesor no fue bueno. Empató con Barracas, derrotó a Independiente y cayó 5 a 0 en la visita al Monumental. En cualquier otro contexto, ese baldazo de agua fría podría haber sido el final. Pero el Fortín, ya acostumbrado a navegar en aguas profundas, renació.

El conjunto de Gustavo Quinteros logró seis victorias y dos empates en el arranque de la Copa de la Liga 2024, una gran racha de buenos resultados para un torneo tan corto. En el camino, le tocó enfrentar una situación difícil, cuando un grupo de jugadores del Fortín -en ese momento- fue denunciado por abuso sexual. Vélez actuó rápidamente rescindiendo los contratos de los implicados.

Con la cabeza puesta en la Copa, siguió sumando victorias. Pero, al final, el Fortín trastabilló frente a Talleres y empató con Argentinos Juniors. Por lo que, en la última fecha, tenía que ganarle a Independiente Rivadavia en Mendoza, para clasificar a playoff, y lo hizo. Necesitaba que perdiera River, o que Independiente y Talleres empataran. Y eso sucedió. Así, casi por la ventana, Vélez clasificó a los cuartos de final. Allí enfrentó a Godoy Cruz, en Mendoza. Con un doblete de Braian Romero, los fortineros lograron darle vuelta al partido a uno de los favoritos de los playoffs. En semis, contra Argentinos Juniors, se dio un 0 a 0 injusto, porque Vélez mereció más, y finalmente se vivió una tanda de penales para el infarto, donde se agrandó la figura de Tomás Marchiori. La final de la Copa de la Liga se disputó en Santiago del Estero, lejos de casa, pero donde miles de almas fortineras se hicieron presentes para alentar al plantel. El Fortín enfrentó a Estudiantes de La Plata en un encuentro que prometía ser un partidazo. Y así fue. El Pincha se puso en ventaja a los 15’ y, a los 17’ del complemento, Alejo Sarco anotó el empate. En la definición por penales, ambos arqueros se lucieron, pero la suerte se puso del lado de los platenses, y la Copa de la Liga se le escapó de las manos a Vélez.

A la semana siguiente, el Fortín enfrentó a Gimnasia por la primera fecha de la Liga Profesional. Era el primer partido que los fortineros disputaban sin ningún tipo de presión: seis meses de exigencia por mantener la permanencia y 17 fechas de competencia por la Copa. La tranquilidad de haber sumado en la tabla de promedios se reflejó en el resultado. Vélez cayó por 3 a 1 ante el Lobo. Posteriormente, previo al receso por Copa América, los dirigidos por Gustavo Quinteros sumaron dos victorias, dos empates y una derrota. Todo muy lindo. Campeones de América una vez más, la felicidad de Lionel Messi que da años de vida, y todos vivimos la emoción de Ángel Di María. Pero cuánto se extrañaba el Amalfitani.

El Fortín recibió a Talleres en la 6ª fecha y abrió su camino de “ganó, gustó y goleó”, aunque, hasta el momento, no le alcanzaba para estar entre los 15 mejores de la Liga. Vélez entró en una gran racha, acompañada de una buena cantidad de goles, sin saber que sería un punto importantísimo en el futuro. 3 a 0 a Defensa y Justicia, 4 a 0 a Independiente de Rivadavia y 5 a 0 en la visita a Barracas Central por la 12ª fecha, victoria que consolidó al Fortín como líder de la Liga Profesional. Y -spoiler- ese fue el momento en el que Vélez se convirtió en líder absoluto y nunca más dejó de serlo.

Al mismo tiempo, el conjunto de Quinteros no dejaba de malacostumbrar a los velezanos avanzando en la Copa Argentina, goleando a San Lorenzo en octavos y logrando una victoria ajustada frente a Independiente en cuartos. El poco descanso que tenía el plantel de Liniers empezaba a ser una debilidad. Después de vencer a Estudiantes en la Liga y enfrentar al Rojo por la Copa, Quinteros preparó al equipo para visitar el Gigante de Arroyito en una nueva fecha del torneo. Tres partidos en una semana. El cansancio pasó factura y el Canalla golpeó a Vélez. El Fortín cayó en Rosario por 3 a 0, y como si fuera poco, las polémicas se hicieron más grandes junto a los personajes vestidos de amarillo con aires de protagonistas.

De ganar, gustar y golear, a empatar, preocupar y soportar una sequía goleadora. Tras la derrota, el Fortín sumó doce puntos de 24 en juego, en una acumulación de empates, el triunfo ante Tigre, y una victoria clave frente a Racing, un rival directo en la lucha por la punta. Con el pasar de las fechas, parecía que los rivales de Vélez iban subiendo el nivel de dificultad, como si se tratara de un juego. Pero la realidad es que a Gustavo Quinteros le faltaba recambio, o en algunas situaciones era 100% necesario mantener a las figuras de experiencia. El Fortín podía pelear contra el cansancio y la falta de jugadores, pero había otra cosa a la que no podía hacerle frente.

Estaba a la vista que el torneo tenía un guión escrito de antemano, y Vélez, como actor principal, estaba obligado a seguirlo al pie de la letra. En un campeonato donde todo apuntaría a definirse en la última fecha, el Fortín no podía permitirse salir de esa narrativa tan ajustada. El libreto exigía tensión hasta el último acto, y Vélez parecía estar condenado a protagonizar ese drama. Por lo que al conjunto de Liniers no le quedó otra que brindar show. ¡Y qué show!

Gustavo Quinteros retomó la Copa Argentina. Por un lugar en la final, el Fortín enfrentó a Boca Juniors, el equipo que puso la fecha, la sede, y que por poco no eligió los titulares de Vélez. Los fortineros empezaron ganando con los tantos de Francisco Pizzini y Nicolás Figal en contra, pero el conjunto de la Ribera lo revirtió a través de Edinson Cavani, Exequiel Zeballos y Tomás Belmonte. Sobre el epílogo, casi cuando el xeneixe estaba por festejar, Agustín Bouzat con un doblete le dio el triunfo y clasificación al Fortín.

Los dirigidos por Quinteros volvieron al Amalfitani siendo finalistas y vencieron a Sarmiento de Junín, con el campeonato al alcance de las manos. En la penúltima fecha, Vélez viajó a Santa Fe para enfrentar a Unión, con la presión de que matemáticamente podría convertirse en el campeón de la Liga Profesional. Lo único que no tenía que ocurrir era una derrota. Como si todo y todos conspiraran en su contra, el Fortín cayó por la mínima ¿Fue porque quisieron mantener vivo el suspenso y seguir con el espectáculo hasta el final? ¿Porque estaban cansados? ¿O porque Gustavo Quinteros planteó mal el partido? Lo cierto es que, con el diario del lunes ¿quién se atreverá a analizar el porqué de ese tropiezo? Como sea, los fortineros dejaron escapar la oportunidad de consagrarse campeones. El destino de la Liga, como dictado por una narrativa caprichosa, se reservó hasta el último momento.

De manera ecléctica y fiel a la esencia de la campaña velezana, la delegación fortinera se preparó rápidamente para enfrentar a Central Córdoba en la final de la Copa Argentina. Vélez fue más peligroso, generó las mejores ocasiones y mereció mejor suerte. Sin embargo, la fortuna se inclinó hacia los santiagueños, que se impusieron por la mínima con un centro que, de manera fortuita, se coló en el ángulo de Marchiori.

Pero para poder ganar, hay que saber perder. Tras la caída frente a Unión y la derrota en la final de la Copa Argentina, muchos esperaban que el Fortín se quedara sin el pan y sin la torta. Por eso, todas las miradas estuvieron puestas en el encuentro frente a Huracán. Como si se tratara de casualidades, o más bien causalidades, Vélez recibió al Globo en la última fecha de la Liga Profesional, ambos con chances de campeonar, evocando aquel recordado Clausura 2009. El conjunto de Kudelka también dependía del resultado del partido de Talleres en simultáneo. En cambio, Vélez solo dependía de sí mismo: necesitaba una victoria.

Y tenía todo para ganar. José Luis Chilavert y Maxi Moralez, leyendas vivas del Fortín, protagonizaron una previa que se sintió como un homenaje a la grandeza del club. La platea, teñida de tricolor, revivía aquella postal gloriosa de hace quince años, mientras el estadio parecía transformarse en un templo de historia y destino. Los utileros, guardianes de cada detalle, prepararon una entrada que quedará en la memoria: Agustín Bouzat ingresó a la cancha con la camiseta alternativa azul, pantalón blanco, medias azules y una cinta roja cubriendo su brazo izquierdo, un guiño perfecto al pasado glorioso. Más atrás, Tomás Marchiori portaba un buzo gris. Como si el Chapa Zapata y Germán Montoya del 2009 los acompañaran a cada paso. Desde el palco, Carlos Bianchi saludaba a los hinchas. Todo parecía alinearse en un momento único e irrepetible, donde la historia, el presente y la ilusión coincidían.

La pelota estaba lista para rodar, y con ella, los sueños de miles de fortineros. El 25 de noviembre de 2023, frente a Colón, Claudio Aquino había convertido el gol definitivo para sellar una de las grandes victorias del Fortín en la lucha por la permanencia. Esta vez, el 22 volvió a brillar y rompió el marcador frente a Huracán, abriendo el camino hacia el campeonato. El VAR añadió un dramatismo inesperado, congelando el festejo de miles por unos instantes, pero cuando el gol fue convalidado, el Amalfitani estalló.

El sueño estaba cada vez más cerca, a menos de 90 minutos de distancia. No pasó mucho tiempo antes de que el grito del segundo gol llenara el estadio. Damián Fernández, en un acto casi poético, empujó la pelota a la red con la voracidad de un 9 y salió disparado hacia la popular para festejar el 2 a 0. Detrás de él, apareció Valentín Gómez, alcanzándolo para fundirse en un abrazo que parecía decirlo todo: “Cada chico que entra al club es un campeonato ganado”.

El segundo tiempo no tuvo goles, pero en el Amalfitani la fiesta no paró y la hizo la gente del Fortín, que en el pitazo final estalló de emoción. Los fortineros que nunca abandonaron, que siempre estuvieron, en las malas y en las peores, y ahora celebran en las mejores. Esa gente que cargó el peso de las derrotas en el alma desbordaba alegría, celebrando con el corazón lleno, la mejor victoria de todas: la de un Vélez campeón.

Los valores tradicionales están de regreso en Liniers. Camisetas de campeones, gorritos con los colores del Fortín, copas levantadas y papelitos volando por el cielo del Amalfitani. Canciones dedicadas a los jugadores que lo dejaron todo, y otras, cargadas de ironía, para quienes pensaron que este Vélez no tenía lo necesario para llegar hasta donde llegó. Los jugadores arriba del arco, cerca de quienes se posaron en el alambrado de la popular, también compartiendo con la hinchada una vuelta olímpica que quedará marcada para siempre en los corazones fortineros. La hazaña de este Vélez tiene un valor incalculable, porque fue un año lleno de obstáculos. Pero el Fortín se levantó una y otra vez. Este grupo lo merece todo. El fútbol siempre da revancha, y Vélez la tomó con grandeza. Salud, campeón.

Micaela Ailup