Que la fuerza nos acompañe
La naturaleza con su fuerza poderosa nuevamente me reforzó una red sináptica, las situaciones no suceden porque si, claramente la observación es una sabia forma de entender lo que pasa en la vida. Está claro que cuando destruimos las reglas de lo natural, estamos produciendo a futuro una desdicha. ¿Recuerdan el número de octubre cuando compartía el proceso de recuperación de una planta moribunda que rescaté y al llevarla a casa, con mi compañero de vida, la cuidamos y recién al séptimo mes empezó a dar señales de vida con su primera hoja? Desde fines de noviembre tuvimos la bendición de observar cómo fue sanando, nuestra oreja de elefante (así la llaman), desde su interior hasta poder compartir su hermoso ropaje, que en menos de dos semanas se sumaron cuatro hojas más. Este sabio ser nos enseñó que cada situación difícil necesita ser restaurada y el tiempo en su vital recorrido sanará desde adentro hacia afuera.
La oreja de elefante está nuevamente fuerte, llena de vida, recordándonos que ella, como representante de la naturaleza, pudo superar la herida recibida, drenando todo lo que había marchitado en su cuerpo, entregándose a la nueva aventura de sobrevivir y adaptarse a existir en una maceta grande, cuando su anterior morada era un jardín acompañada de árboles y otras plantas de hojas grandes. Evidentemente soltó todo y nació un nuevo ser.
Esta planta -al igual que todos los seres vivos que conformamos nuestro planeta, desde el más pequeño microorganismo hasta los animales más grandes que habitan los cinco continentes- vive en un constante desafío de supervivencia. Los seres humanos en esa codiciosa visión de creer que se evoluciona con mayor tecnología, arrasamos los bosques originarios, contaminamos las aguas, explotamos los minerales de diferentes regiones y aniquilamos flora y fauna por doquier.
Hablando solo del norte argentino sale a toneladas el litio todos los meses; las perforaciones son profundas, el uso de químicos tóxicos en la salinización del suelo y del agua contaminan hasta el aire que respiramos. Y más que litio para nuevos teléfonos hechos en otros países, todos vamos a tener que saldar esa deuda con nuestra madre tierra. Obvio que no somos directamente los que negociamos esos acuerdos millonarios , pero siento que todos somos responsables aunque sea por no hacer nada; me considero parte de esa masa crítica que está adormecida mirando programas del cable o Netflix de diferentes series y películas llenas de fantasías mientras a pocos kilómetros están destruyendo el ecosistema. Y si pienso a nivel mundial cuantas miles de especies se extinguen día a día, no puedo dejar de reflexionar desde donde activar, así que decidí empezar compartiendo mi inquietud y dando a conocer algunos temas que todos como parte de esta gran familia debemos saber, por ejemplo, en la página nueve hablamos de las abejas, la importancia de que existan, y como podemos ayudar desde nuestro simple lugar. Son tiempo difíciles pero al igual que la oreja de elefante empecemos a soltar lo que está marchito en nosotros para renacer con más empatía, compasión y amor fraterno. “Que la fuerza nos acompañe”.