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Reabrió La Flor de Barracas, a cargo de sus trabajadores organizados en cooperativa

El Bar Notable La Flor de Barracas reabrió sus puertas de 8 a 16 horas, luego de cerrar al inicio de la pandemia. Los extrabajadores (tres de los siete que había hasta antes de aislamiento social) constituyeron una cooperativa para administrar el local ubicado en la avenida Suárez, esquina Arcamendia (Comuna 4).

Carlos Cantini administró el bar durante los últimos cinco años. La dueña, Victoria Oyhanarte, decidió prestarles el local a tres de los más antiguos empleados que lo reabrieron como cooperativa hace un mes, consigna BAE.

Oyhanarte contó: “La cooperativa la conforman Gastón De Villa, quién fue durante 10 años ayudante de cocina de La Flor de Barracas; Xito Potillo, que le decimos Pupy, quién era el cocinero y experto en guisos y Ramón Agüero, el experto en pastas que adaptó las recetas de Ofelia, la cocinera de mi madre y logró que Pietro Sorba incluya dos de sus recetas de pastas en el libro de bodegones porteños. Decidí prestarles el bar, para que no se queden sin trabajo y porque no quiero que me lo ocupen, como ya me ocuparon el hostel de la planta alta y el terreno de al lado”.

Gastón de Villa pasó de ayudante de cocina a mozo y contó a BAE Negocios: “Estamos muy contentos de reabrir La Flor de Barracas, queremos que todos puedan venir. Un plato de carne al horno con papas o un plato de ñoquis los cobramos $300 y una milanesa napolitana con papas fritas para tres personas cuesta $800. Un café con leche con dos medialunas cuesta $120. Sabemos que lo cobran más caro, pero necesitamos trabajar. Vamos a abrir para Navidad y para Año Nuevo para todos los que quieran pasar las fiestas con nosotros con estos precios que son accesibles. En el interior hay 10 mesas y en el patio 5 mesas”.

“Si lo quiere alquiler alguien que conozca el rubro de gastronomía se lo alquilo. Pedimos $180.000 de alquiler por el bar, el hostel y el terreno de al lado, aparte el fondo de comercio, pero todo es charlable. También nos gusataría que incorporen al personal, que son quienes más conocen a La Flor de Barraca. Me gustaría alquilar todo, bar y hostel. Otra posibilidad es que yo arme una cooperativa y continúe con el personal”.

Gastón de Villa concluye ante el matutino citado: “La Flor era nuestra vida, era como mi casa, me críe acá. Tengo 34 años. Cuando me enteré que cerraba me puse a llorar. Trabaje cinco años con Victoria y cinco años con los nuevos dueños. Cuando nos ofreció prestarnos el bar, nos pusimos muy contentos porque estábamos sin laburo. Ahora pagamos todos los servicios con lo que hacemos, no es que ganamos mucho. Recién empezamos. A veces laburamos bien, otras no tanto. Estamos tan agradecidos a la dueña”.