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Narradores Comunitarios, una propuesta en la Biblioteca Popular Cornelio Saavedra que “empodera a la gente con la palabra”

La Biblioteca Popular Cornelio Saavedra (García del Río 2737) ofrece desde hace ocho años el Taller de Narradores Comunitarios. En pandemia, con la virtualidad mediante, se convirtió en un espacio de experimentación. Así nacieron los Microcuentos de los Martes, piezas audiovisuales protagonizadas por vecinos talleristas que se difunden en redes sociales.

“La idea es llevar los cuentos a la comunidad contados por la misma comunidad, que los vecinos se animen a contar historias”, le dice a Saavedra Online Pía Córdova, tallerista e impulsora de esta actividad, que tiene sede en la biblioteca y tiene apoyo de la Conabip (Comisión Nacional de Bibliotecas Populares).

“La llegada del tallerista es libre. Si tiene algo en mente para contar, es válido. Si no, lo ayudamos hasta que conecte con la historia que quiere contar. Es un trabajo artesanal y personalizado. No buscamos ser artistas, sino hacer algo comunitario, que convoque; haciéndolo bien”, agrega.

Según su experiencia, esta actividad “empodera a la gente con el poder de la comunicación y la palabra”: “Convoca al estar juntos. Es una labor de promoción de la literatura, desde lo escrito hasta las tradiciones orales”.

Sobre los Microcuentos de los Martes, cuenta que llevan el nombre “Sucesos cotidianos en tiempos de aislamiento” y son trabajos finales de los talleristas, hechos estos meses de pandemia. “Esta actividad tiene como base el trabajo que hacemos en el Taller de Narradores Comunitarios. Al iniciar el aislamiento, decidimos seguir con los talleres, nos adaptamos al formato online y así continuamos con las actividades, pero de forma online”.

“Los primeros cuentos que se montaron son microhistorias. Involucran enriquecer el trabajo de narración, de hacerlo ante cámara, de manejar el público. Desde la biblioteca se decidió que tengan un espacio permanente los martes, lo que implicó darle un nuevo formato”.

Antes del aislamiento, los narradores comunitarios visitaban hogares de día y geriátricos. También hacían funciones en la biblioteca con la presencia de público.

“Los que recién empiezan dicen que mejoró la calidad de su comunicación. Que por eso se animan a hacer lecturas en las escuelas de sus nietos, en encuentros familiares. Manifiestan que han descubierto una nueva ventana de posibilidades que les hace muy bien”, concluye Pía.