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El anfiteatro del parque Centenario luce en todo su esplendor. El del parque Alberdi da lástima…

A comienzos de abril pasado, y a sala llena, el histórico escenario de Caballito fue reinaugurado a nuevo gracias a un convenio entre el Ministerio de Cultura y una empresa privada. El de Mataderos, no obstante, continúa olvidado y las autoridades porteñas parecen empecinadas en darle la espalda.

Para celebrar los setenta años de su creación, el Anfiteatro del Parque Centenario fue refaccionado a nuevo. El escenario, conocido como “El Anfi”, es un símbolo del barrio de Caballito y referente del movimiento artístico y cultural porteño. Más de 210 mil personas asistieron a los 104 espectáculos gratuitos que se realizaron el año pasado. Equipamientos para las telecomunicaciones internas, mejoras en el sonido, luminarias bajo consumo y sustentables y módulos de aire acondicionado en diferentes áreas de trabajo, son parte de las mejoras.

La renovación de El Anfi -inaugurado en 1953- se realizó gracias a un convenio entre el Ministerio de Cultura porteño y la empresa Peabody, firmado durante la gestión del exministro Enrique Avogadro. El acuerdo tiene un plazo de dos años en el que la empresa aporta 20 mil dólares para la compra de equipos, la reparación de baños (de uso público y de los artistas) y la puesta en valor de la fachada, las gradas, los pasillos y la cartelería externa, a cambio de publicidad de Peabody en diversos sectores. El aporte de la firma, que combina el sector público con el privado, no implicó sin embargo el cambio de nombre del anfiteatro, que sigue llamándose Eva Perón.

La reinauguración se realizó a comienzos de abril a sala llena, con dos funciones de Carmina Burana, protagonizadas por el Ballet Estable del Teatro Colón.

La contracara de este exitoso relanzamiento se observa en Mataderos. Allí, el desatendido anfiteatro Osvaldo Pugliese, del parque Juan B. Alberdi (Lisandro de la Torre y Directorio) se desangra día tras día ante la permanente desatención de las autoridades, a las que evidentemente no les importa en absoluto.

Desde su creación a comienzos de los 90’, el anfiteatro del parque Alberdi albergó diversos espectáculos teatrales, cinematográficos y musicales. Fue sede del festival de cine infantil independiente Baficito, sobre su escenario se lucieron los principales animadores infantiles y provocaron ovaciones grandes figuras de la música nacional, entre ellas, el mencionado maestro Osvaldo Pugliese, de quien el anfiteatro de Mataderos lleva su nombre. Sin embargo, desde hace siete años viene padeciendo la desidia de la administración porteña, que ni siquiera se ocupa de subsanar los desbordes de las napas freáticas que, ante cada tormenta, provoca la inundación del predio. El estado de abandono que muestra también el lago artificial lindero -foco de proliferación de mosquitos en pleno avance del dengue- no hace más que completar un panorama lúgubre y desolador.

Los diez kilómetros que separan al parque Centenario del parque Alberdi no hablan solamente de una mera distancia, sino -esencialmente- del diferente nivel de importancia que cada uno de ellos tiene para las autoridades porteñas y del compromiso para con los vecinos ¿O no se podría establecer un acuerdo similar en Mataderos para que, en épocas del “no hay plata”, una empresa privada se encargue de poner en valor este espacio tan valioso al corazón de los vecinos? ¿O la cultura en los barrios del sudoeste de la Ciudad resulta un gasto innecesario? ¿O la comunidad de Mataderos no tiene el mismo peso específico que la de otros barrios porteños a los ojos de los funcionarios municipales? En cualquier caso, sería bueno que, al menos, trataran de no hacer tan evidentes esas diferencias.

Ricardo Daniel Nicolini