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Carolina Cronopio, vecina y serigrafista: “Me enamoré de la técnica por lo under y la idea del hazlo tú mismo”

La niña que calcaba monedas con el lápiz se hizo adolescente y vendió parches de Fun People para bancar los recitales. De adulta, y nutrida por estas y otras experiencias, creó Vendaval, un emprendimiento de serigrafía que empezó en un rincón hogareño y ahora funciona en un taller de Martelli con estampas metro a metro. Así es parte de la historia de Carolina Cronopio, vecina y artista de Saavedra.

Entre libros de Julio Cortázar (de ahí su alias) e influida por la idea del “hazlo tú mismo”, mantiene su Vendaval “en crecimiento y mutando”, a la vez que apuesta por nuevos proyectos personales, incluso en tiempos adversos: “En pandemia fue un “activá ahora o te vas a perder” y activé, me armé el espacio de nuevo en casa y estoy metiéndole a full”.

-¿Hace cuánto te dibujás? ¿Cuáles son tus primeros recuerdos dibujando? ¿Cuáles fueron las mayores influencias?
-Dibujo desde que tengo memoria, también es lo que estudié en la EBA Lola Mora del barrio Lugano l y ll. Mi primer recuerdo es de muy chiquita dibujando, estando tirada en el piso haciendo lo que hoy conozco como “frotagge”. Estaba calcando monedas y me pareció un flash el detalle.

Influencias tuve más que nada en mi familia y amigos, mi abuela pintaba cuadros al óleo, mi papá amaba los Beatles (yo también) y tenía muchas cosas de la época de los 60 que me gustaban estéticamente. Mis amigos bardeaban las paredes con graffiti, stencil, pegatinas… me gusta hasta el día de hoy encontrarme de pronto con obras terribles en las paredes. Y después en la escuela obviamente, ahí aprendí un montón. En lo que es serigrafìa me enamoró más lo under donde se movía, iba a ver muchas bandas de adolescente y me gustaba que los mismos pibes hicieran sus productos con sus diseños, más del palo hazlo tu mismo.

-¿Cómo descubriste el arte de la serigrafía? ¿Qué es lo que más te gustó y te pareció distinto de otras manifestaciones artísticas? ¿El caso del grabado?

-La serigrafía la encontré en la escuela, recuerdo que hacía parches de Fun People y BBK para vender en las entradas de los recitales, para poder entrar a ver las bandas. Me gusta el proceso de esta técnica, la estampa es como la parte final, y el proceso anterior es lo que me encanta, anticipar la imagen final. Después lo demás puede variar, los colores, los soportes… es más versátil.

Grabar al principio no me gustaba nada, era una materia que tenía que cursar obligatoria y me la llevé el último año porque estaba negada. Cuando tuve que rendir alquilé el taller de una artista y ahí me enamoré de la técnica, me sorprendió porque no podía ni pensar en el grabado y ahora es lo que más quiero seguir haciendo, hasta compré una prensa.

-¿Cómo es la historia de Vendaval? ¿Qué idea tenías en mente al comenzar?

Vendaval surgió porque quise dejar de trabajar bajo relación de dependencia. Trabajaba en una fábrica de serigrafìa y me pagaban $2, pero me gustaba todo lo que aprendía, le saqué jugo a esa experiencia porque me permitió organizar y entender el trabajo desde lo técnico hasta lo referido al negocio. Y volqué todo ese conocimiento a lo textil que es donde me siento más cómoda, aproveché la versatilidad de la técnica para unir la ilustración. Empecé en un cuarto de casa y al poco tiempo conocí a mi socia con la cual trabajo hace más de dos años en un taller que alquilamos en Martelli, pegamos onda enseguida porque buscábamos lo mismo en el ámbito del trabajo, que sea un espacio amable. Y ahora estoy poniendo más fichas a lo propio, que sale de lo que es Vendaval, porque obviamente se transformó en mi trabajo.

-¿Cómo es el trabajo en el presente en Vendaval? ¿Qué tipos de pedidos toman? ¿Qué es lo que más usualmente piden los clientes?

Vendaval es la segunda casa, ahí trabajamos, nos bancamos entre las dos y nos potenciamos, aprendemos cada vez más como funciona un proyecto en base a la experiencia de todo tipo que fuimos teniendo a los largo de estos años, sigue en crecimiento y mutando por ahora…

Más que nada tomamos trabajos por metro, rollos de tela, packaging, cintas, remeras y cortes de todo tipo. Nos unimos a proyectos que nos proponen, el trabajo no solo es estampar, cuando se nos presenta la oportunidad el trabajo se vuelve más personalizado. Pero generalmente nos piden estampados por metro.

Hoy en día estamos en la transición, digamos que queremos usar Vendaval como puente para que salgan otros tipos de trabajos con ilustradores, todavía no tenemos muchas certezas de que funcione, pero está encaminado.

-¿Cuáles son las cosas que más te fijás a la hora de hacer un diseño o ilustración? ¿Sobre qué te gusta dibujar más?
-Dibujo lo que tengo ganas de dibujar, la realidad es que durante este tiempo de taller se mezcló mucho lo personal con lo laboral, al trabajar de lo que me gusta hacer con otra persona a veces se mezcla y se pone incómoda la cosa. Y los pedidos de los clientes son de cosas infantiles más que nada. Estoy saliendo de a poco a la cancha otra vez con lo mío, y me está costando porque antes lo que hacía lo hacía para mi y no tanto para los demás.

-¿Qué se siente que un diseño o dibujo tuyo esté plasmado en repetición mediante la técnica de serigrafía?
-Está buenísimo porque puedo volver cuantas veces quiera a algo viejo y hacer modificaciones, cambios de colores y tamaño, superficies… es un vicio porque no dejás en paz la obra.

-¿Cómo influyó la pandemia en tu trabajo personal y en Vendaval? ¿Cómo está la situación en el presente?
-En Vendaval los primeros meses de pandemia fue incertidumbre total, después remontó increíblemente, a nosotras nos benefició mucho. Desde mediados del año nos empezó a ir cada vez mejor, nuestro mayor logro es haber podido organizarnos tan bien que hasta tenemos aguinaldo siendo un emprendimiento, es increíble.

Y en lo Cronopio fue un cachetazo, fue un “activá ahora o te vas a perder” y activé, compré una prensa, me abastecí de materiales y herramientas aparte de las que tengo en el taller, me armé el espacio de nuevo en casa y estoy metiéndole a full las horas que puedo.

-Este mes vas a participar de la Feria Matriz ¿Cómo te pusiste en contacto? ¿Qué implica que tus trabajos estén en esta feria?
-Encontré la feria por Ig, me llamó la atención el nombre y algunos de los emprendimientos que vi que había y les hablé para participar porque me gustaría estar más cerca con colegas y esta es una buena oportunidad para ponerme a producir de forma más constante.

-¿En qué barrio naciste? ¿Qué es lo que más te gusta de Saavedra y qué lugares frecuentás?

Nací en Liniers, me criaron en Villa Insuperable, un barrio de La Matanza. Me casé en 2014 y nos mudamos a Belgrano dos años y ahora estamos hace ya cuatro o cinco años en Saavedra.

Los espacios verdes de Saavedra son todo, estoy a dos cuadras del Parque Sarmiento y es un cable a tierra. Salimos más que nada a andar en bici por ahí, también entreno, corro de vez en cuando. Y tomamos birra en la esquina del Bar Beltrán. Ahora pusieron una pizzería tipo italiana en Parque Saavedra, ¡Excelente!