Cooperativa de Editores de Medios de Buenos Aires
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“Aunque se corran riesgos, el humor no debe tener límites”

Mariano Lucano es dibujante, diseñador gráfico y cofundador de la mítica revista Barcelona. Además, es docente de dibujo y acuarela y se dio el lujo de publicar dos libros: “Penas de muerte” y “Caprichos”. Su arte se despliega en ilustraciones de revistas de todo el país y de Méjico.
Es porteño, oriundo del barrio de San Telmo, donde transcurrieron 52 de sus 54 años, pero desde hace un par de almanaques es vecino de Almagro. Como para blanquear la génesis del germen que haría eclosión unos años más tarde, Mariano comienza aclarando con una sonrisa que “fui buen alumno hasta la adolescencia, ese momento de la vida en que surgen las rebeldías”.
De formación académica en el Diseño Gráfico, de la UBA, por curiosidad, por inquietudes, por constantes búsquedas, se capacitó en diferentes disciplinas vinculadas con el arte, como cuando fue a estudiar a la Escuela del Humor Gráfico de Carlos Garaycochea. Pero, además, Mariano se considerarse un “periodista por default”. Con todo ese combo como capital intelectual, se lanzó a fundar junto con otros socios, en 2003, la reconocida revista de humor satírico Barcelona.

– ¿Fue difícil descubrir tu vocación?
– No, mi pasión es dibujar. En la década del 80’, cuando tuve la necesidad imperiosa de ponerme a laburar, elegí estudiar diseño gráfico. Pero en esos años no existían tantas carreras orientadas a lo que realmente me gustaba hacer, fijate que soy la tercera camada de egresados en la carrera de Diseño Gráfico de la UBA.
Por aquellos años, sus comienzos fueron como cadete en una agencia de publicidad, hasta que un tiempo después empezó a desempeñarme en la editorial Santillana, como diagramador. Pero su vínculo con los medios ya estaba a la vuelta de la esquina. “Mi siguiente experiencia laboral fue en la revista cultural La Maga, tenía 23 años y era el editor más joven”, recuerda. Su periplo mediático se extendería luego en la revista de rock La García, donde además de encargarse de las ilustraciones, les ponía su sello a varias notas. Pero de pronto llegó la crisis de diciembre de 2001, y hubo que barajar y dar de nuevo.
“Junto con otros interesados en el mundo de la gráfica, todos desempleados, nos propusimos volcar nuestra experiencia en la publicación de una revista basada en elementos incómodos, desde el tamaño de las páginas hasta, esencialmente, su contenido, en el que el elemento primordial era el sarcasmo. Así nació Barcelona”, rememora Mariano.

– ¿Por qué el nombre “Barcelona”?
– Porque eran tiempos de muchos exilios a Barcelona, a partir de la libre expresión que esa ciudad ofrecía. Por eso a los integrantes del proyecto nos pareció atractivo el nombre y, parafraseando al slogan del diario Clarín: “Una solución argentina a los problemas argentinos”, se nos ocurrió tomar el nuestro utilizando el sarcasmo que la revista ofrecía, y salió “Una solución europea a los problemas argentinos”.

– ¿Y cómo lograron concretar el proyecto?
– A un familiar de una de las socias le interesó la propuesta y nos ofreció un dinero que nos permitió editar el primer número, que inesperadamente resultó un éxito. Después de las primeras ediciones, el periodista Adolfo Castelo, que por entonces editaba la revista TXT, se mostró interesado en Barcelona y nos ofreció incluirla como suplemento de TXT. Nosotros accedimos con la única condición de que no se alterara su contenido. Así logramos que la revista tuviera difusión nacional.
Cuando se lo consulta sobre si existe similitud entre el estilo de Barcelona y sus predecesoras, las revistas Humor y Satiricón, Mariano Lucano sostiene que no lo ve de esa manera. “En todo casi hay cierta similitud con la revista francesa Charlie Hebdo, ya que compartíamos el tamaño tabloide y la edición en papel de diario. Además, ni en Charlie Hebdo ni en Barcelona se hace investigación periodística, cosa que sí ocurría en Humor y Satiricón. Acá la esencia es la ironía y el humor ácido.
Por diferentes causas, desde 2019 Mariano ya no participa en la confección de la revista, que además tiene su versión digital en la web.

– Ese estilo desenfadado que deja a la luz las contradicciones de la clase política y de la sociedad misma ¿Hizo que tuvieran que afrontar juicios?
– Demandas más que juicios. Muchas causas que no llegaron a juicio. Tuvimos uno de Cecilia Pando que lo ganó en primera instancia, pero posteriormente la Corte Suprema falló a favor de Barcelona.

– Resulta inevitable la pregunta sobre el límite a la hora de plantear los temas y la forma de abordarlos ¿Cómo se maneja eso?
– El humor no debe tener límites, si bien se corren riesgos, se trata de correr los límites y esto no siempre agrada. No obstante, la idea no es hacer un chiste para intentar ser graciosos, sino para tirar un tiro por elevación, con un objetivo claro.
Mariano despliega a diario diversas actividades artísticas, pero dibujar es lo que más placer le genera. “Lo disfruto a pleno, lo cobre o no”, aclara. Además, la docencia le permite compartir lo que le gusta, que es el arte, y también la disfruta con sus alumnos; y en última instancia aparece el diseño gráfico. Afirma que sus elecciones lo llevaron a realizar estas diferentes actividades como modo de subsistencia, fue así como se fue inmiscuyendo en el mundo del periodismo. Sin embargo, lo toma como un oficio que lentamente ha ido perdiendo su esencia. “Desde que comencé a trabajar en periodismo, este laburo se fue convirtiendo y hoy pasó de ser un negocio para tener intereses corporativos hasta transformarse en una industria”, sostiene. Así y todo, Mariano ha elegido trabajar de lo que disfruta y divertirse al trabajar. “Me siento un privilegiado -explica- porque el dinero lo obtuve como consecuencia de esa diversión rentada”.

– ¿Alguna vez se te cruzó por la cabeza la posibilidad de emigrar, como los que inspiraron a Barcelona?
– Sinceramente, no. Nunca lo tomé como una posibilidad. Tengo y tuve proyectos en Argentina y ahora se suma el hecho de haber formado una familia, que dificultaría cualquier proyecto de ese tipo. Mientras tanto, prefiero seguir disfrutando y padeciendo a este bendito país.

– La última ¿Te considerás una persona feliz?
– Sí, claro. Soy un luchador de la felicidad, porque en todo caso, como decía Mario Benedetti, un pesimista no es otra cosa que un optimista bien informado.

Clara Inés Astorga

 

Nota relacionadaEntrevista a Pablo Marchetti editor responsable del periódico Barcelona (2006)