Los puestos de diarios y su reconversión
Los puestos de diario pasaron de ser 7.000 a 2.000
La reconversión laboral y la desregulación en el sector de los «canillitas», quienes trabajaron durante décadas en los puestos de diarios de todo el país, se produjo principalmente como consecuencia de la cuarta revolución industrial, que transformó la manera en que circula la información. Esta transformación pasó de utilizar como insumo principal los diarios y revistas en papel a depender de la información digital. En menor medida, también se vio influenciada por los cambios que introdujo la administración de Javier Milei en las relaciones laborales y sociales desde su asunción.
Los kioscos de diarios ya estaban siendo alcanzados por el futuro desde hace tiempo, y después de la pandemia de Covid-19, su situación empeoró drásticamente, como si un huracán los hubiera arrasado. En el AMBA, la Ciudad de Buenos Aires y los partidos del Conurbano, existían más de 7.000 puestos de diarios antes de la crisis provocada por el virus. Tras las largas cuarentenas, solo sobrevivieron unos 2.000 kioscos.
Estos dos mil puestos, que ya enfrentaban dificultades antes de la pandemia debido a la incipiente reconversión tecnológica, vieron que los políticos tomaron nota de la situación y habilitaron a los dueños de los kioscos para que comenzaran a ofrecer otros productos a sus clientes. Estos clientes, que en zonas de gran afluencia pueden ser habituales o de paso, en algunos barrios de la ciudad mantienen una relación tan cercana con los vendedores que se conocen incluso por su segundo nombre.
Los canillitas solían recorrer las calles del barrio, conocían a sus clientes habituales, sabían dónde vivían y les dejaban los periódicos y revistas favoritas en la puerta de sus casas. Era un mundo que muchos vivieron y que, aunque no hace tanto tiempo, ya ha desaparecido. Esas relaciones laborales, sociales y humanas, en definitiva, empiezan a convertirse en recuerdos. Sin embargo, muchos kioscos siguen presentes en sus esquinas y en sus cuadras. Y hoy surge la pregunta: ¿qué hacen ahora, qué venden, de qué viven sus responsables?
Los puestos de diarios en la Ciudad de Buenos Aires son de color verde, una característica que los hace similares a los arbolitos parlantes del microcentro porteño. Sin embargo, la realidad es que los canillitas, o responsables de los kioscos, operan bajo un permiso otorgado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y cuentan con una habilitación del Ministerio de Trabajo nacional, que actualmente tiene rango de Secretaría dentro del Ministerio de Capital Humano, dirigido por Sandra Pettovello. Estos permisos les permiten seguir ofreciendo al público diarios y revistas, tal como lo hacían tradicionalmente, aunque las ventas han disminuido significativamente en comparación con otros años.
Por ejemplo, en la década del ‘90, se vendían más de cuatro millones de diarios por día en cerca de 7.500 puestos de venta. La desaparición de los diarios vespertinos, Crónica y La Razón, significó un golpe a los ingresos de los canillitas, hasta la caída de ventas de la actualidad por la que se ofrecen cuatro millones, pero por mes, no por día y en 2.000 puestos que resistieron.
Desde entonces, surgió la posibilidad de ofrecer otros productos, que iban desde juguetes, que las propias editoriales ofrecían y siguen ofreciendo junto a sus colecciones de autos, aviones, soldados o personajes de cine, hasta CD de música, otro producto que fue desplazado por el avance tecnológico, o vinilos, que comienzan a venderse nuevamente para coleccionistas.
La famosa definición del economista austríaco Joseph Schumpeter, que describió al capitalismo como un «viento perenne de destrucción creativa», que revoluciona incesantemente la estructura económica desde adentro, destruyendo lo antiguo y creando una nueva síntesis, podría aplicarse perfectamente al pequeño universo de los kioscos de revistas y su lucha por sobrevivir.
No sólo ofrecen varios artículos nuevos en sus escaparates donde antes se ofrecían revistas que vendían por miles de ejemplares, desde producciones gráficas de actualidad política, social y deportiva y del noveno arte, la historieta, sino que incluso ofrecen productos gastronómicos.