La importancia de llamarse Elsa
El Jardín de Infantes del Polo Educativo de Mataderos llevará el nombre de la inolvidable escritora y docente Elsa Bornemann. Lo resolvió en forma conjunta la comunidad educativa y próximamente será oficializado por la Legislatura.
Un nombre es el eslabón esencial para empezar a conformar identidad. Y cuando ese nombre distingue a una escuela, colabora además en afianzar el sentido de pertenencia y en estrechar los lazos que aglutinan a toda la comunidad escolar. Tal es el caso del Jardín de Infantes Integral (JII) N° 9 del D.E. 20, que desde el 19 de marzo de 2018 funciona en el emblemático Polo Educativo de Mataderos -de Murguiondo y Directorio- junto a la Escuela Primaria N° 23 y la Escuela Técnica N° 20, que aún carecen de un nombre que las identifique.
Hoy el jardín de infantes dejó de ser un número para enarbolar un nombre. Y no cualquier nombre, sino el de la prestigiosa escritora y docente argentina, Elsa Bornemann.
“El proyecto de elección del nombre para nuestra escuela surgió luego de una serie de reuniones con el equipo docente y el equipo directivo en el año 2022, luego de la pandemia, cuando se delineó nuestro proyecto educativo para ese año, haciendo foco en la necesidad de darle una identidad a nuestra institución”, comenzó explicando Rosana Borelli, directora del establecimiento desde febrero de 2020, cuando los cargos fueron titularizados tras la creación de la escuela en 2018.
Como se recordará, el jardín de infantes integral fue el encargado de darle el puntapié inicial al ansiado Polo Educativo de Mataderos. Su construcción se puso en marcha en octubre de 2016, tras muchos años de reclamos de la comunidad barrial solicitando la creación de escuelas, considerando el marcado déficit de establecimientos en la zona.
– ¿Cómo fue el proceso para la selección del nombre?
– Primero surgió la idea de optar por mujeres de la cultura como posibles candidatas, articulando con el proyecto de mujeres argentinas de la historia para abordar las efemérides de ese año. Así, las docentes junto con sus grupos fueron investigando diversas biografías de potenciales candidatas y luego de una selección grupal quedaron ternadas Elsa Bornemann, la escritora infantil Beatriz Dourmec y la artista plástica Aída Carballo.
Lo que siguió fue una serie de actividades que se realizaron en la escuela durante todo ese año para difundir la trayectoria de las candidatas. “Cada salita fue indagando sobre la obra de cada una de estas mujeres y su aporte a la cultura, para luego difundir lo investigado al resto de las salas, fue una tarea hermosa”, recuerda la directora. Hasta que finalmente el 6 de noviembre de 2022 se realizó la elección mediante el formulario Google Forms y de manera presencial en la institución. Finalizada la elección se contabilizaron 130 votos virtuales (77 para Bornemann, 39 para Carballo y 14 para Dourmec) y 85 votos presenciales (48 para Bornemann, 21 para Carballo y 16 para Dourmec). Los resultados finales fueron 125 votos para Elsa Bornemann, 60 para Aida Carballo y 30 para Beatriz Dourmec.
– Puede decirse que la elección del nombre de la institución fue una construcción colectiva de responsabilidades compartidas.
– Sí, sin dudas. Porque participó toda la comunidad escolar en su conjunto, desde los propios alumnos hasta sus familias, docentes y la comunidad en general. Estamos muy contentos del resultado de la elección, pero cualquiera de las candidatas hubiese calzado a la perfección, ya que cada una tiene una trayectoria en el arte muy potente, las tres son mujeres importantes de nuestra cultura.
– ¿Cómo influenciará en la identidad de la escuela el nombre de Elsa Bornemann?
– Tendrá una vinculación directa. Al tener el placer y el orgullo de llevar su nombre, estamos potenciando la literatura en nuestra institución, para construir una escuela alfabetizadora que promueva el placer por lo literario desde la más tierna infancia.
Aunque aún restan detalles para que el nombre de la escuela se oficialice, ya toda la comunidad educativa lo siente como propio. El proyecto de ley para bautizar con el nombre de Elsa Bornemann al JII N° 9 del D.E. 20, lo presentó la legisladora porteña Maia Daer y el 30 de noviembre pasado se aprobó en primera lectura. “Ahora hay que esperar que nos den la fecha de la audiencia pública, que tengo entendido será en los próximos meses”, explicó Borelli, quien se encuentra en contacto permanente con una asesora de la Comisión de Cultura de la Legislatura.
Tras esa audiencia pública, donde la comunidad escolar podrá dar testimonio del trabajo realizado hasta aquí y de la importancia de tener una identidad como institución, la ley pasará a segunda lectura y será votada para lograr su aprobación final. “Creemos que este año será posible oficializar el nombre de nuestro establecimiento, por eso nuestro proyecto escuela 2024 se enfoca en eso”, asegura la directora, y hasta se anima a anticipar lo que viene. “Tenemos previsto un gran festejo el día de la imposición del nombre, en el que haremos participe a toda la comunidad, porque este es un gran logro para la comunidad barrial, teniendo en cuenta que el Polo Educativo de Mataderos es el resultado de varios años de demanda de los vecinos y vecinas del barrio por construir escuelas donde antes había un corralón de materiales”.
Actualmente, la flamante Escuela Elsa Bornemann cuenta con una matrícula de 170 alumnos divididos en seis salas de jornada completa: una de 3 años, dos de 4 años y tres salas de preescolar. “En general asisten chicos de familias del barrio y algunos de Lomas del Mirador o Villa Insuperable, que eligen esta escuela con la posibilidad de recorrer los tres niveles (inicial primaria y media) en el Polo Educativo Mataderos, que hoy ya es una realidad”.
Ricardo Daniel Nicolini
Una escuela ocupa mucho espacio (en el corazón)
La literatura argentina está sostenida por los nombres de grandes autores que la han hecho fructífera y reconocida en el mundo entero. Y entre esos nombres, está el de Elsa Bornemann. La escritora y docente nació en Parque de los Patricios el 20 de febrero de 1952. Hija de Blanca Nieves Fernández —nombre sin dudas premonitorio— una argentina descendiente de portugueses y españoles, y de Wilhelm Karl Henri Bornemann, un alemán de profesión relojero, experto en relojes de torres y campanarios. Era la más pequeña de tres hermanas: Hilda, Margarita y Elsy, como la conocían los íntimos. La lectura fue fundamental en su infancia.
Primero se recibió de maestra y luego egresó como profesora en Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Además, estudió inglés, alemán, italiano, latín y griego.
Ejerció la docencia en todos los niveles, dictó muchos cursos y conferencias, integró variedad de mesas redondas y jurados, asistió a múltiples seminarios y congresos como invitada especial, y dio numerosas charlas en establecimientos educativos y culturales. Por entonces ya tenía en claro que el destinatario de sus creaciones literarias serían los chicos, esos “lectorcitos” o “amorcitos”, como ella solía llamarlos en sus prólogos.
Así, no tardó en convertirse en una de las más destacadas escritoras argentinas para niños y jóvenes. Comenzó a publicar libros para ellos en los años 70’ y su literatura aún sigue vigente, recolectando el aprecio de los lectores que se renuevan de generación en generación.
Algunas de sus obras más recordadas son “Queridos monstruos”, “Un elefante ocupa mucho espacio” -que fuera censurado por la dictadura- y “¡Socorro!”. Escribió cuentos, novelas y poesías, donde el amor, el humor y el terror captan la atención del lector. También compuso canciones y piezas teatrales, y hasta elaboró antologías de cuentos tradicionales de diferentes etnias, ensayos, traducciones y prólogos. Muchas de sus obras se han publicado en Japón, Israel, Estados Unidos y diversos países de Latinoamérica y Europa, donde recibió un amplio reconocimiento nacional e internacional.
Falleció en Buenos Aires el 24 de mayo de 2013, a los 61 años. Para entonces, su obra ya era patrimonio de la humanidad.