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¡Vélez es campeón y está de fiesta todo Liniers!

Con goles de Claudio Aquino y Damián Fernández, el Fortín liquidó a Huracán en la última fecha de la Liga Profesional y se consagró campeón del fútbol argentino. No había mejor marco para los fortineros que el del José Amalfitani con toda su gente rebalsando el estadio a pura emoción. El milagroso Vélez de Quinteros -que hace apenas un año lograba mantener la categoría- disfruta del merecido festejo y el sábado próximo irá en busca de un nuevo título. En esta nota, todos los detalles.

El pasado miércoles, la derrota ante Central Córdoba en la final de la Copa Argentina había dejado un sabor amargo en el pueblo fortinero. Sin embargo, el fútbol siempre da revancha, y Vélez tuvo la suya apenas unos días después: el 15 de diciembre, una fecha que quedará grabada para siempre en la memoria velezana. En el José Amalfitani, el Fortín selló un campeonato que no sólo premió el esfuerzo de los jugadores, sino también la fidelidad de su gente, la misma que nunca dejó de alentar en las malas y hoy celebra junto a ellos en las buenas.

Desde temprano, Liniers fue el epicentro de la pasión. Juan B. Justo colapsó con el aliento fortinero cuando la delegación llegó al estadio. Los hinchas recibieron al plantel con bengalas, cánticos y banderas, anticipando la fiesta que estaba por vivirse puertas adentro. Mientras, en el Amalfitani, las tribunas revivieron las imágenes del glorioso 2009. Banderas tricolores colgando de la Platea Carlos Bianchi y el equipo vistiendo el azul, blanco y azul, listo para hacer historia.

Como si fuera poco, José Luis Chilavert, ícono eterno, se hizo presente para encender aún más el espíritu fortinero: “Vélez es grande por mérito propio. Nadie nos regaló nada”. El aplauso fue atronador. Maxi Moralez, una presencia importante cuando se trata de duelos frente a Huracán cerró la arenga. Ahora sí, todo estaba listo para recibir a los jugadores.

Con un Amalfitani repleto, las 50.000 almas fortineras hicieron temblar las tribunas entonando “Vélez, mi buen amigo, esta campaña volveremos a estar contigo. Te alentaremos, de corazón. Esta es tu hinchada que te quiere ver campeón…”. La emoción era incontenible. Los velezanos sabían que después de una década de espera, el sueño de ser campeones estaba más cerca que nunca.

Sin Thiago Fernández ni Emanuel Mammana, los reemplazos Maher Carrizo y Damián Fernández asumieron la responsabilidad. Los primeros minutos fueron difíciles. Pases largos, entregas a los rivales y un Huracán que intentaba incomodar. Pero el Fortín nunca bajó los brazos. A los 29’, Maher Carrizo recibió la pelota entre los centrales del Globo, ganó la disputa y encaró para pegarle al arco, pero con total frialdad la tocó para Claudio Aquino que esperaba en medio del área, remató y Hernán Galíndez evitó el gol, pero dejó un rebote que el 22 estampó en la red. El grito de gol fue ensordecedor hasta que el línea levantó la bandera. El VAR mantuvo en suspenso al estadio, pero cuando Facundo Tello convalidó el gol, el Amalfitani explotó.

Para ese momento algunos ya estaban emocionados y desbordaban de ilusión. El sentimiento se transmitió al campo de juego y los jugadores, embalados, buscaron el segundo. Apenas tres minutos después de la reanudación, Vélez aprovechó un tiro libre para desprender una jugada preparada. Aquino filtró la pelota para Francisco Pizzini, que desbordó y tiró el centro atrás. Valentín Gómez remató al arco de primera, y Galíndez volvió a aparecer una vez más, dejando el rebote. Y esta vez, casi como en un acto de redención, Damián Fernández la clavó como un 9, marcando el segundo de la tarde. El 2 a 0 fue el desahogo que necesitaba Vélez para encarar el complemento con confianza.

Es cierto que el equipo de Quinteros tenía una ventaja importante, pero también es cierto que Huracán intentó meterse en el partido en los primeros minutos del segundo tiempo. Aunque el rival buscaba su momento, el aliento de la gente no se apagaba. Cada intento de Huracán encontraba resistencia en la hinchada, que alentaba más fuerte con cada segundo que pasaba.

En esos últimos 45 minutos, Vélez demostró que no sólo sabe competir, también sabe disfrutar. Y si hay dudas, pregúntenle a Joaquín García, que, cuando las tribunas estallaron con el “¡Olé!”, se dejó llevar por el espectáculo: se paró en la pelota frente a William Alarcón, sí, aquel que semanas atrás había declarado con seguridad que “Vélez se va a caer”. Esa escena fue un resumen perfecto del campeonato. Un equipo que jugó con carácter y confianza, y que nunca dejó de creer.

Vélez no se cayó. Se mantuvo líder durante quince fechas. Fue un campeón justo, y un campeón que dejó el suspenso hasta el último capítulo, porque lo suyo no es ganar de cualquier manera; lo suyo es hacerlo a lo grande. Cine.

Faltaban apenas cinco minutos y en el banco de suplentes todo era una fiesta. Los abrazos se multiplicaban, mientras en las tribunas el “Dale campeón, dale campeón” retumbaba cada vez más fuerte. Cuando Facundo Tello sopló el silbato final, el Amalfitani explotó. Lágrimas, gritos y abrazos se mezclaron en una escena que sólo puede entender quien lleva el escudo del Fortín en el corazón. Si alguien merecía esto, era la gente de Liniers, que nunca abandonó, que siempre estuvo, en las malas y en las peores, y hoy celebra en las mejores.

La hazaña de este Vélez tiene un valor incalculable, porque fue un año lleno de obstáculos. Cada desafío hizo este título aún más grande. Hubo victorias claves, como frente a Colón, sufrimientos como los penales contra Estudiantes, y el dolor de caer en la final de la Copa Argentina. Pero el Fortín se levantó, una y otra vez.

Hoy, los valores tradicionales están de regreso en Liniers. Camisetas de campeones, gorritos con los colores del Fortín, copas levantadas y papelitos volando por el cielo del Amalfitani. Canciones dedicadas a los jugadores que lo dejaron todo, y otras, cargadas de ironía, para quienes pensaron que este Vélez no tenía lo necesario para llegar hasta acá. Los jugadores celebraron arriba del arco, cerca de quienes trepaban al alambrado, compartiendo con la hinchada una vuelta olímpica que quedará marcada para siempre en los corazones fortineros.

Este grupo lo merece todo. El fútbol siempre da revancha, y Vélez la tomó con grandeza. Ahora, el sábado 21, los dirigidos por Gustavo Quinteros tienen un nuevo desafío: el Trofeo de Campeones -con sabor a revancha- ante Estudiantes de La Plata, en Santiago del Estero

Salud, campeón. Pero descansen. Porque este Vélez está hecho para ganarlo todo.

Micaela Ailup