El Comedor de Santi inauguró una biblioteca en homenaje a una pareja de desaparecidos
En el Día de la Memoria, el Comedor de Santi, que funciona dentro del Galpón de La Chilinga, inauguró una biblioteca con el nombre de Alfredo Díaz y Norma Frontini, detenidos – desaparecidos el 3 de agosto de 1976.
“Todavía estoy cayendo. Fue un momento muy fuerte”, dice a Saavedra Online Tania Díaz Frontini, hija de la pareja y colaboradora del comedor. “A través de mi amigo y vecino Hernán García conocí el trabajo que hacen acá, me gustó la propuesta y enseguida me puse a participar”, agrega.
Tania, que vive en Núñez con su familia, se encargó de armar la biblioteca con volúmenes que ella misma donó. Hay ejemplares de la colección Robin Hood, con novelas infantiles y juveniles. También se encuentran varios números de la historieta infantil Escuela de Monstruos (El Bruno) y tiras de humor gráfico de Batu (Tute). Para adultos, hay títulos de Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Fernando Savater, Jack London, entre otros.
“La casa donde vivía cuando era chica tenía una habitación llena de libros. Ahí me volví fanática de la lectura”, evoca. Desea que eso mismo se repita en este espacio social de Saavedra.
“Mi amigo le contó a Santi mi historia. Él me propuso que la biblioteca lleve el nombre de mis padres. Me quedé helada. Es una experiencia muy emocionante”, suma.
Sobre este punto, vale recordar que La Chilinga y el comedor colaboran con H.I.J.O.S. (Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio).
Tras montar los estantes de la biblioteca, Tania le pidió a su amiga artista Sole Roca que hiciera un mural para darle color y calidez a este espacio. “Es una locura como quedó”, celebra. El trabajo incluye texturas y tramas que combinan el azul, el rojo y el blanco.
Además, el cartel con el nombre de la biblioteca lo colocaron sobre una puerta ubicada entre los estantes. “Se me caían las lágrimas cuando cortaba las letras para los nombres de mis padres. Fue muy fuerte”, dice.
En tanto, el sábado pintaron el mural. El miércoles por la mañana, pleno Día de la Memoria, terminaron de hacer los últimos arreglos. El acto empezó pasado el mediodía.
“Creí que iba a ser algo breve e informal”, dijo. “Me sorprendió que hubiera tanta gente escuchando mi historia y la de mis padres”, agregó. Durante la jornada, en la vereda plantaron un fresno como parte de la campaña “Plantamos Memoria”, convocada por organismos de derechos humanos.
“La mayor de las sorpresas fue la presencia de Carmen Loréfice, madre de Plaza de Mayo – Línea Fundadora. Su hijo Jorge fue asesinado en la Masacre de Fátima, la misma donde mataron a mi mamá. Nadie lo sabía hasta el momento de celebrar el acto”, señala Tania con emoción.
“Allí asesinaron 30 personas (20 mujeres y 10 hombres). La posibilidad de cruzarnos este 24 de marzo con familiares de la masacre era nula y sin embargo así ocurrió. Si lo queríamos organizar no nos salía tan bien”.
Alfredo Díaz y Norma Frontini fueron secuestrados el 3 de agosto de 1976. Tenían 20 y 19 años, respectivamente. “A la medianoche, cayó un operativo en la casa donde vivíamos. Yo tenía menos de un mes de vida. Mis padres aceptaron entregarse pacíficamente con la condición de que no me lleven a mi con ellos. Esa madrugada me dejaron en lo de un vecino. Mis abuelos luego me pasaron a buscar”.
“Durante más de 20 años no supimos qué les pasó”, recuerda. El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) dio el primer paso. En 1999 cotejó datos genéticos de Tania con restos encontrados en la Masacre de Fátima (Provincia de Buenos Aires), ocurrida el 20 de agosto de 1976. Un grupo de militares mató a 30 personas con disparos en la cabeza y luego tiró una granada para dañar sus restos. “La información mía coincidía con un cuerpo que resultó ser el de mi mamá”.
También fueron claves los testimonios en los sucesivos juicios por crímenes de lesa humanidad. “Me entrevisté con varios testigos que vieron con vida a mis padres luego de su secuestro”.
“Mis padres estuvieron en el actual cuartel central de la Policía Federal Argentina, en la calle Moreno al 1500, a metros del Congreso. A mi madre la mataron el 20 de agosto en la Masacre de Fátima. A mi padre lo mataron el 7 de septiembre, día de montoneros. Suponemos que lo tiraron en un vuelo de la muerte, pero nunca encontramos evidencia”.
“Gracias al trabajo del EAAF pudieron identificar los restos de mi madre, a quien pudimos enterrar”. “Mi padre permanece desaparecido. Plantar el fresno el Día de la Memoria en el comedor fue muy significativo, todos pudimos tirar tierra. Es algo que nunca antes habíamos hecho al no tener el cuerpo de mi padre, fue muy movilizador”.
Ahora, el vínculo de Tania con el Comedor de Santi también es un asunto familiar ya que su hija mayor y dos compañeras se encargan de dar apoyo escolar. “La idea es poder alfabetizar tanto a niños como adultos del barrio”.
“Santi tiene mil ideas y uno va buscando la forma de bajarlas a tierra. Es muy importante el trabajo que se hace acá por la gente de Saavedra, por eso le ponemos tantas ganas”, concluye.
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