Milagro a cincuenta metros de la Iglesia de San Francisco: un automóvil se incrustó en un kiosco y es difícil de explicar que no hubiese heridos de gravedad o victimas fatales.
Almagro fue de vuelta el lugar en el que los automovilistas se incrustan en comercios del barrio. Y, casualmente, o no, ya son (con este) dos los accidentes que sucedieron con diferencia de unos pocos meses, en la misma esquina: el cruce de las avenidas Belgrano y Castro Barros.
A las dos y veinticinco horas, en plena madrugada el empleado del quiosco atendía a un cliente que deseaba comprar cigarrillos. El empleado le ofreció una marca y el cliente le dijo que no, por lo que fue hacia la parte trasera del local a buscar los cigarrillos. De pronto, sintió el ruido del vehículo fuera de control, y se dio cuenta que se le venía encima, motivo por el que se corrió para esquivarlo. De inmediato, el automóvil ingresó a través de la vidriera luego de romper la reja de protección. El empleado del kiosco corrió hacia atrás esperando que el vehículo detuviese su marcha, cosa que sucedió pero luego de que el joven quedara “enterrado” por la cartelería arrastrada a raíz del siniestro. Increíblemente, no hubo víctimas que lamentar.
Luego de unas horas, las imágenes de la cámara de seguridad, no dejaron muchas dudas de como y por que se produjo el siniestro.
El conductor (que luego se supo que estaba alcoholizado) se presume que se durmió al volante, mordió la plazoleta que divide ambas intersecciones y perdió el control del vehículo que encaró directamente hacía el kiosco. El cliente, según se comprobó luego en las cámaras de seguridad, al escuchar el impacto del Peugeot 307 contra la plazoleta, se dio vuelta y vio como iba a ser embestido, por lo que con muy buenos reflejos corrió hacia su izquierda mientras el vehículo ingresaba al local luego de romper la reja protectora y los vidrios. Ante el asombro, el empleado solo pudo ir hacia el fondo del local, por lo que el auto (que ya había disminuido la velocidad con los impactos al ingresar), se encajó contra el mobiliario, luego de derrumbarlo y arrojarlo sobre el trabajador, que quedo bajo los restos del mueble, lo que por suerte tampoco le generó heridas o golpes de consideración.
Aun no existiendo víctimas milagrosamente, el local quedó completamente destruido, lo que causó gran impacto a Felix, el dueño del comercio en cuestión, quien nos explicó que “al enterarme sufrí un ataque de nervios, pero a pesar de que ya estoy calmado y de que la policía me dijo que ya pasó el caso a la fiscalía, no puedo dejar de pensar que de este negocio depende mi familia y que el seguro actúe con celeridad y nos pague para volver a tener nuestra fuente de ingresos. Fue mucho el sacrificio que tuvimos que hacer con ellos para hacer funcionar esto”.
En cuanto al conductor, que al momento de causar el accidente presentaba 2,20 gramos de alcohol en sangre, cuatro veces el límite de 0,50 gramos que dispuso la ley, despertó luego de unos dos o tres minutos del contacto con el kiosco. También se afirmó acertada la teoría de que venía circulando a gran velocidad por Castro Barros.
Marcos, el empleado nocturno del quiosco también contó que “el conductor estaba inconsciente” y, al momento de despertarse seo mostro “conmovido ante la visión de los hechos”.
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Concurrió luego del accidente personal policial de la Ciudad, perteneciente a la Comisaría Vecinal 5B del cuerpo, junto a una ambulancia que llegó para asistir a las víctimas, las que por fortuna no presentaron lesiones de gravedad.
La investigación quedo a cargo de la Policía de la Ciudad bajo las órdenes de la Fiscal Inés González, que fue quien dispuso el control de alcoholemia al conductor, cuyo resultado constató el estado de total ebriedad del mismo, ordenando por ello el secuestro del automóvil junto a la licencia de conducir de coche y de la licencia de conducir del hombre.
Tras el choque del vehículo, tanto el interior como la fachada del kiosco quedaron en ruinas. El mayor daño lo sufrieron el vidrio y las rejas protectoras del exterior, a los que el auto atravesó de manera directa.
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Quisiera recordar a los lectores que en la esquina de enfrente, en donde hoy hay una fiambrería (en ese entonces funcionaba con el mismo dueño como confitería y panadería), otro accidente de igual factura hizo que un vehículo atravesara las rejas colocadas en la esquina y se incrustara en el costado del local, sobre Avda. Belgrano. Si retrocedo un poco más, fueron dos los choques originados allí que terminaron con autos volcados sobre Castro Barros. Todos parecidos… con o sin alcohol. Que quede en claro que no es mi intención cuestionar la reglamentación del consumo de alcohol en los conductores, tan solo se trata de hallar las causas que nos permitan identificar el o los motivos de estos accidentes viales. Y esto lo digo, casualmente, porque este cronista nació en la esquina en cuestión y vivió allí durante más de veinte años (sigue estando allí la casa de mi madre), mudándose por otros catorce a tan solo media cuadra sobre la Avda. Castro Barros. En ese tiempo, no se recuerdan choques de esta magnitud. Todo lo cuál nos lleva a hacernos una sencilla pregunta: ¿Que cambió en ese tiempo? Para los que vivimos allí la respuesta es sencilla. Castro Barros, desde Venezuela se hizo doble mano para ayudar a que se liberara Colombres, única salida de todos los vehículos que venían del eje Rosario-Venezuela. ¿Es esto criticable? Desde el punto de vista de ordenamiento del tráfico, es una excelente medida que le da mucha más fluidez a la circulación vehicular. Pero el gran defecto es que tanto para los vehículos que circulan y desean continuar por Castro Barros, como para los que deben desviar hacia la Avda. Belgrano. No hay buenas señales para la bifurcación, falta pintura fluorescente en los cordones, y cartelería ídem para que los vehículos vean el obstáculo. De la misma forma, se requiere señalética en los cien metros anteriores (las esquinas de Quito y Castro Barros, Belgrano y Yapeyú, y Castro Barros e Hipólito Yrigoyen), algo fundamental para la prevención y quienes transitan el lugar (en especial de noche), deben superar la plazoleta central que evidentemente esta mal señalizada pues los conductores no llegan a verla a tiempo al tratarse de dos avenidas que permiten hasta 60 Km/h de velocidad.a reducción de la velocidad de los conductores. De igual forma, habría que señalizar en Castro Barros, el momento en que se divide la circulación entre los que siguen por esa avenida y los que derivan al doblar a la Avda. Belgrano.
Septiembre de 2020 – Luego de montarse en la plazoleta viniendo a una velocidad superior a la permitida, el automóvil con cuatro ocupantes vuelca, quedan heridos y los trasladan al Ramos Mejía y al Durand.
Más allá de la evidente responsabilidad, no debemos quedarnos en el facilismo de decir “venía borracho” (repito, es inadmisible que así sea y debe castigarse con severidad) y buscar también el resto de las causas que originan estos accidentes viales. Ese es el verdadero concepto de seguridad que más allá del castigo, se basa en la prevención como herramienta fundamental para evitar el daño que una vez cometido… ya es tarde para evitarlo.