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Es vecina de Saavedra y en pandemia dejó su trabajo para vivir del tatuaje: “Puse todo mi esfuerzo para lograrlo”

Del miedo a las agujas a tener su propio estudio de tatuajes. Desde que vive en Saavedra, hace tres años, varias cosas cambiaron en la vida de Micaela Santacroce. Empezó a estudiar este arte junto a su tío, motivada por  el amor al dibujo. Luego se lanzó a atender clientes de redes sociales y dio el paso definitivo en pandemia. Dejó su trabajo y se avocó a tiempo completo en su proyecto 23 Ink, su estudio privado en la zona de Cabildo y General Paz. “Hoy en día es mi único trabajo y afortunadamente tengo turnos todos los días”, cuenta en diálogo con Saavedra Online.

En la vida de Micaela, su tío Nacho es una figura clave: “A los dos nos gusta dibujar y fue él quien me propuso hacer un curso de tatuajes”. Al principio, hubo dudas: “Mi primera respuesta fue que no porque me daban impresión las agujas, me baja la presión cuando me sacan sangre”.  No obstante, hubo una convicción por encima de todo, que puso las cosas en marcha. “Después viendo videos de cómo se tatúa, vi que no me impresionaba y lo consideré”.

Así juntos hicieron un curso en “Born Free Tattoo”, en 2017. Esa experiencia la coronó un momento muy significativo para ambos: “Cuando terminamos el curso, mi primer tattoo se lo hice a él, y así continuamos haciendo nuestro arte en la piel de algunos familiares y amigos que confiaban en nosotros”.

El paso siguiente consolidó lo que hoy es 23 Ink: “Fue entonces que me dieron ganas de mostrarle a la gente nuestro arte y pensé “hay que hacer un Instagram” y nos pusimos a pensar en un nombre copado que nos identifique, después de días o semanas pensando, se me ocurrió 23 Ink, elegí el numero 23 porque es la fecha de cumpleaños de mi primito (el hijo de Nacho) y agregamos el ink que significa tinta”.

Micaela hoy recuerda que el tatuaje al comienzo era un hobbie, algo que ocurría entre sus horas de trabajo y las de la facultad. Más adelante, tomó un lugar central en su vida: “Un año después tuve la oportunidad de armarme un estudio de tattoo en Saavedra”.

Su tío, el gran motivador en la historia, hizo un paso al costado: “Decidió que no quería tatuar más, tenía otros proyectos”. Eso no la desanimó: “Seguía con mi trabajo y en mi tiempo libre empecé a dar algunos turnos de tattoo. Fantaseaba con tener un montón de clientes al punto de poder vivir solo de eso”.

Y así ocurrió. El paso definitivo ocurrió en los últimos meses: “El proyecto se volvió muy importante para mi y le puse todo mi esfuerzo y dedicación para poder lograrlo. Fue así que, en la cuarentena deje mi trabajo anterior porque no podían pagarme y empecé a dedicarme solamente a tatuar. Al no tener local a la calle, mi llegada a los clientes es a través de Instagram, empecé a hacer juegos, sorteos y promociones para conseguir mas clientes, y fui creciendo, hoy en día es mi único trabajo y afortunadamente tengo turnos todos los días”.

En su cuenta de Instragam, se pueden ver muchos trabajos con tipografìas, siluetas, composiciones. Sine embargo, sobre su estilo, Micaela dice: “No tengo uno definido, mas bien libre, aunque sí hay estilos que me gustan mas tatuar, como lo botánico por ejemplo”.

Sobre qué le diría a una persona que piensa hacerse un tatuaje, pero no está decidida, opina: “Principalmente que tenga consciencia de lo que va a hacer, y que este seguro al respecto, después en cuanto a los diseños y lugares, la verdad que eso es muy personal y trato de que siempre ellos elijan y no influir en sus decisiones, a veces están entre dos lugares y me preguntan “en donde duele menos?” Mi respuesta es, elegí el lugar que a vos mas te guste, porque el dolor es soportable y momentáneo, y el tatuaje te va a quedar ahí siempre”.

Hace tres años su vida empezaba a cambiar en lo laboral. También con respecto a su barrio y vida diaria. Por último, Micaela nos habla de los lugares que más le gustan de Saavedra: “Vivo cerca de Cabildo y Gral. Paz. Frecuento BAZAR HOME, confieso que soy fan, CHUNGO, que tienen altas medialunas, y estoy mucho en MOSSI MARROQUINERÍA, que ahí trabaja mi tío Nacho”.