Los parques de Saavedra, la gran sede “fitness” de la pandemia
Los meses de pandemia cambiaron el paisaje y la vida cotidiana de muchos ámbitos de la Ciudad de Buenos Aires. Y a los parques, por encontrarse al aire libre, donde el riesgo de contagio de coronavirus es menor, les tocó oficiar de “sede provisoria” de distintas actividades grupales que usualmente se brindan bajo techo.
Por su gran cantidad de espacios verdes, el barrio de Saavedra muestra entonces uno de los mayores ejemplos en este sentido. Los parques Saavedra, Carlos Mugica, General Paz y Goyeneche reciben diariamente un alto número de personas, que realizan clases de gimnasia, de baile, yoga, taekwondo, entrenamiento deportivo o hasta escuelita de fútbol, convirtiendo al barrio en una ”capital fitness” de la zona, con visitantes de varios lugares cercanos.
La “hora pico” se da durante la puesta del sol, entre las 18 y 20 horas, cuando se concentran los distintos grupos. Pero durante la mañana temprano, y en varios momentos de la jornada, es posible ver también a algunas de estas actividades. Muchas son predecesoras a la pandemia, ya que se brindaban tradicionalmente en la época primaveral y veraniega en los parques, pero otras surgieron como respuesta a las restricciones para la gran mayoría de ellas a desarrollarse en clubes, salones o gimnasios.
“Hace cuatro años que tengo mi marca de entrenamiento y doy clases al aire libre en el Parque Goyeneche”, cuenta Bruno Tisato, de “BET Entrenamientos”. Él reconoce que este año se ve “claramente” más gente ofreciendo el servicio y tomando las clases de gimnasia. Una recorrida, durante el atardecer de un día hábil, lo comprueba.
A lo largo de las prolongadas cuadras en que se extiende este espacio verde, pero principalmente entre Jaramillo y Tamborini (ya en Villa Urquiza), se observan grupos haciendo “funcional”, la modalidad de entrenamiento con elementos livianos, así como boxeo o fútbol. Al lado, en el sendero de cemento, son incesantes los “runners”, patinadores y personas andando en bicicleta. Aún así, el parque no deja de acoger a sus visitantes naturales: gente compartiendo mates, paseando mascotas o con niños, que se mantienen impávidos ante el despliegue físico y el sudor de sus “vecinos de espacio”.
El yoga es una de las disciplinas que incorporó la pandemia a los ambientes al aire libre. Imposibilitados de recibir a sus alumnos en los salones cerrados, muchos instructores optaron por trasladar las clases o encuentros al aire libre. En el Parque General Paz, Leticia Menéndez reúne a sus grupos de “Imagine yoga” dos veces por semana. “Comencé hace un mes. Creo que después de tanto encierro, hacer la actividad de esta forma suma un montón”, asegura. Ella se ubica en un ámbito calmo del parque, con las colchonetas o mantas para sus alumnos desplegadas en el césped.
Los aspectos negativos que el aire libre puede tener para un momento que requiere de profundo silencio y concentración, como el ruido del tránsito, música de fondo o gritos, dice, no son graves. Por el contrario, ella explica que busca trabajarlo desde la “aceptación”. “Las incomodidades pasan a segundo plano, y el disfrute de la actividad, y compartir con otros, es el foco principal”, agrega.
Esta modalidad de yoga se replica en todos los parques de Saavedra relevados para esta nota. Para Leticia, “durante la cuarentena, mucha gente se empezó a interesar por esta actividad de manera virtual. Y ahora, decidió continuarlo”.
Los grandes deportes de equipo, por su parte, también tienen como su sede de prácticas a los distintos espacios abiertos. Con los clubes cerrados hasta hace poco, y con una apertura que exige estrictos protocolos, aún hoy hay gran cantidad de grupos que siguen incluyendo el entrenamiento en plazas y parques. “Nosotros nos encontrábamos en un club de Villa Urquiza y ahora lo hacemos en Parque Saavedra”, explica Leo Chujer, de “Voley Funcional”.
Movilizar lo necesario para una práctica de ese deporte no es fácil, pero igual se lleva a cabo. “Los elementos los llevo yo, tanto la red como las pelotas y los accesorios de funcional”, manifiesta. Dos veces por semana, casi una decena de mujeres se acerca para entrenar allí, en un “miniestadio” que Leo readecúa en pleno Parque Saavedra.
El viento, reconoce el profesor, es un factor que puede perjudicar enormemente a las jugadoras, pero por ahora, “nos viene ayudando”. El hecho de montar la estructura y una práctica intensa hace que aumente el número de personas interesadas en sumarse, por lo que las jugadoras cada vez son más.
Muchas escuelitas de fútbol, en el mismo sentido, se desenvuelven en este 2020 pandémico en los parques. Una de ellas es la que tiene el Club Villa Pearson en el mencionado espacio verde saavedrense. “Si bien la mayoría de los chicos son del club, hay varios que se incorporaron ahora”, cuenta uno de sus encargados. En pleno césped, ellos desplegan conos y realizan ejercicios con pelota para los jugadores, que concurren con sus camisetas y botines como si estuvieran en las canchitas. Más allá de incomodidades como ir a buscar los balones muy lejos o el barro, se logra replicar el ambiente de entrenamiento, reconocen los profes.
Al borde, se forma una ronda de padres y madres que se quedan a ver las clases. Ese, el de la seguridad y responsabilidad respecto a los menores de edad, es el punto más complejo de trasladar la escuelita de fútbol a los parques públicos. Por eso, se exige la permanencia de un adulto responsable mientras dura el entrenamiento por cada chico.
Otra actividad que “copa” los espacios verdes de Saavedra en este tiempo es el baile, especialmente, el zumba. Yanina Torres tiene un grupo que asiste en el Parque Goyeneche tres veces por semana. “Tenía un grupo de cerca de 8 personas. Y desde que empezamos, hace un mes, ya somos cerca de 25. La gente pasa por el parque, pregunta y se engancha”, sostiene sobre el “boom” del zumba, aprovechando la visibilidad que muchas veces, salones o gimnasios cerrados, no pueden dar a los encuentros. En los parques vecinos, se ven grupos con cantidades similares o aún mayores, donde también varían los ritmos. Los equipos de música a Bluetooth permiten aportar el insumo clave para esta actividad, la música.
Pero el auge de público para las actividades al aire libre no es solo de las disciplinas que salieron a los parques por la situación excepcional sino también para aquellas que venían optando por esta modalidad desde antes de la llegada del coronavirus. “El año pasado teníamos menos de 100 alumnos, hoy ya estamos en 150”, afirma Emanuel Hann, de “Rufit”. Él y los profesores que integran el “team” entrenan en Parque Saavedra y Parque Mugica.
Emanuel detalla que la gran cantidad de grupos y personal trainers desplegados en los mismos no implica roces o inconvenientes entre ellos. “Ya estamos siempre ahí, llegamos antes, avisamos a qué hora arrancamos. Buscamos la vuelta para no complicar a nadie ni que haya discusión alguna por el espacio”, dice al respecto. La armonía y buena convivencia, más allá de quejas puntuales de algún transeúnte o vecino, es una sentencia común en todos las/os entrevistados de esta nota.
Entre los aspectos negativos, es casi unánime la dificultad que genera la ausencia de baños. Aunque muchos la relativizan en el hecho de que las clases no superan la hora de duración, y que los alumnos o deportistas son conscientes de ello y se adecuan. Las inclemencias del tiempo, fundamentalmente, la lluvia, es otro de los factores que más muecas de fastidio provoca en quienes llevan a cabo estas actividades en los parques.
Aún así, los meses de encierro dieron una “solución” para no perder el día de entrenamiento cuando el cielo no acompaña. Las clases virtuales son la alternativa que utilizan los y las profes, como en el tiempo en que los parques estaban vacíos por las restricciones.
Mientras tanto, en una primavera cálida y con clima estable, con pelotas, equipos de música, conos, bandas de entrenamiento, colchonetas, redes o guantes de boxeo, los parques de Saavedra se transforman, cuando el tiempo lo permite, en un “salón de usos múltiples” para la actividad física, y cada vez atraen a más personas.