Violencia en aumento contra CFK
Se supone que son estudiantes… universitarios… de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), en Corrientes.
Son de Franja Morada, la agrupación universitaria radical que fue base de su juventud y en épocas de Alfonsín sufrió la misma estigmatización que hoy La Cámpora. Los entonces llamados “Montoneros de Alfonsín” parece que han mutado hacia una derecha que promueve el odio, la violencia, una consecuencia de la pérdida de la memoria de su propia historia.
“Néstor ya se murió, Néstor ya murió. Ahora falta Cristina, la puta madre que lo parió”, gritan, con odio, varios jóvenes mientras saltan y agitan banderas, en la entrada del establecimiento.
Y también una consecuencia de la pérdida de la batalla cultural que generó la consolidación de un discurso único que anula al “otro”. Y esto hace que Franja Morada mute de “somos la vida, somos la paz” en los 80´s, a ese “Néstor ya se murió… ahora falta Cristina…” de hoy.
Y todo se gesta desde un sistema mediático formateado para ello, cuyos cimientos hoy están en el manejo de las redes sociales, donde el insulto anónimo es rey, muchas veces desconociendo las causas de lo que se debate, tan solo respaldados por el “meme”, esa foto o video trucados (la entronización de lo “trucho”) que bajo el disfraz del chiste, esconde una brutalidad expresada por el ciudadano promedio, cosa que años atrás hubiese sido inimaginable.
Ya hay respuesta, no hay debate… hay insulto. Y el que insulta, el que agrede sin límites es quien también acusa al que piensa “diferente”… fuera del discurso unificador y bobo, de ser violento, corrupto, vago, o cualquier cosa que otro meme refleje sin necesidad de fundar su opinión en nada que parezca coherente. Porque la coherencia solo está en ese relato único… neocapitalista, fascista, violento y totalitario. Y como no hay consecuencias de los actos de esta “turba”, los insultos se multiplican volviéndose un griterío ensordecedor donde es imposible gestar nada, algo que en realidad es su objetivo para así dejar todo como está… o empeorarlo. Se busca mantener privilegios o aumentarlos, seguir con la desigualdad reinante o aumentarla, generar violencia contra el disidente… o aumentarla para que, si es posible, hacerlo desaparecer a través del desprestigio, el olvido, o la cárcel.
Y este odio reflejado en estudiantes universitarios… supuestamente, los futuros cerebros del país, necesita que día tras día aumente exponencialmente, normalizando ese o agresión repetidos cada vez más asiduamente para quedar satisfechos… como una droga para ser cada vez más bestial.
Y lo que antaño eran líderes de opinión, pensadores, filósofos o especialistas en una materia, hoy han sido reemplazados por influencers que parecen sacados de “Hablemos sin Saber”, multiplicados por la labor de trolls que no son otra cosa que tramposos de la información, mentirosos que desinforman por cualquier medio que tengan a disposición, anónimos como una offshore de la red.
Todo esto representa un tema que debe ser muy tenido en cuenta, estudiado, entendido, y, como objetivo de máxima, desenmascarado para volver al verdadero debate de ideas, a los discursos de clase que permitan rearmar la pertenencia social como forma de negociación leal… sin trampas. Algo que no quiere esa derecha conservadora porque detesta el ascenso social, la igualdad… quiere todo así, como está. Y si la difeerencia es aún mayor… mejor.
Y todo a través de una violencia, un odio que consolida una visión ridícula de la sociedad. Una que, por ejemplo, analiza el actual cuadro de hambre, precarización, desigualdad, inflación, sensación de desgano e impotencia, culpando al gobierno de algo que, si bien no supo revertir (lo que es criticable per se), es fácilmente reconocible que no lo genero. Fue producto de un gobierno neoliberal conservador como el de Macri, y luego agravado por una tragedia en forma de pandemia global… y sin embargo 4 de cada 10 argentinos piensan que la deuda con el FMI la generó Alberto Fernández. Tal es el grado de dominación de la voluntad, de éxito en la alienación de una sociedad que consume este tipo de ideas ridículas de la misma manera que consume una marca de dulce de leche, perdiendo la capacidad de pensar, de decidir, de vivir libremente pués tan solo “consume” un espejismo de realidad basado en una felicidad de sonrisa de foto de instagram, un maquillaje de payaso permanente que se enfoca en lo que ve el otro y no en lo que sentimos realmente. Definitivamente, para las masas, la cosa paso del “ser” al “parecer”. Y así, eternizan un mundo que cada vez más parece imposible. Así, un 1 por ciento esclaviza al otro 99.
Y la violencia opresora que ejercen estos chicos (que creo involuntaria en definitiva por esa misma alienación de la que hablo en esta nota, lo cual no le quita gravedad) a través de un goce de la brutalidad que transpiran en sus cánticos, es un síntoma claro del retorno de un fascismo, pero esta vez 2.0… con más tecnología que equivale a mayor facilidad de penetración, la creación de un mundo en el que una modelo, o una chimentera devenida en periodista de “opinión”, escupe barbaridades para contradecir a un político y hasta a cuestionar a la ciencia. Es el regreso de un oscurantismo despiadado digno de Torquemada. El sentimiento dirigido con control remoto por sobre la razón.
Hoy, los estudiantes correntinos de Franja Morada eligen el insulto por sobre el debate o aún, por sobre el intercambio apasionado. Y ni sus pares nacionales, ni el partido o la coalición en la que están condena firmemente el hecho poniendo las cosas en su lugar. Tan solo algunos miembros han mostrado espanto y condenado esto de manera individual (lo cual es muy loable pero insuficiente si queremos terminar con estas prácticas).
Carteles denigrantes, estatuas destruidas, insultos agraviantes, ofensas de instituciones dependientes de partidos políticos (Franja Morada lo es)… no es una nimiedad, es un síntoma de putrefacción.
Hay que pararlo antes que se gangrene… antes de que la propia democracia nos regale un verdadero nazi en la Rosada. Entonces ya sería tarde…