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La respiración como timón de nuestra vida
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La mayoría de las personas hoy por hoy permiten que sus estados de ánimo sean conducidos por sus emociones. El yoga propone que la consciencia superior decida cuál será nuestro estado de ánimo y por ende elije la emoción que dominará a voluntad. El gran vehículo para lograrlo de modo sencillo es mediante la respiración.
Por lo general las personas viven mucho la influencia del afuera. Si, por ejemplo, van caminando por la calle y una persona lo pecha e insulta lo más posible es que se enfadará. Hay una anécdota del buda Sakiamuni que es escupido en el rostro por un hombre que lo increpa y el buda que entiende que el hombre no está enojado con él, sino con la imagen, la idea, que tiene de él porque no lo conoce generará una sorprendente respuesta que hará que el agresor termine cambiando. Pero no es necesario ser un iluminado, basta con entender que la actitud del otro le pertenece y que está en uno mismo dejarse influenciar o no.
Lo mismo sucede con, por ejemplo, el clima que para un yogui no debería cambiar nuestros planes, la actitud sigue siendo que uno mismo decide sobre su propia vida. Y así sucesivamente con la política o cualquier fuerza externa que normalmente puede influenciarnos. Un yogui, como un estoico, buscará encontrar la manera de buscarle la vuelta para salir adelante siguiendo al mando de su propia existencia.
Para eso no hay solo entendimiento sino que también algunas técnicas. La primera y principal es la respiración. Es sabido que la respiración modifica nuestro estado de ánimo. ¡Pruébelo Ud. mismo! La respiración de la angustia es superficial, la del pánico es corta, muy corta, la de la bronca es corta y muy agitada. Ahora si yo deseo cambiar cualquiera de esas emociones negativas buscaré lo contrario. Haré una respiración profunda, bien larga, principalmente estirando la exhalación. Puedo incluso tener en cuenta los momentos en que uno no inhala ni exhala (kumbhaka) y extender, o no, esos momentos.
Una respiración profunda involucra en principio completamente los pulmones. Por un tema pedagógico y para involucrar musculatura voluntaria se los suele dividir en tres partes: alta (clavicular), media (intercostal) y baja (abdominal). Y cabe agregar que el órgano óptimo para respirar es la nariz.
En principio la lógica es la siguiente: si mi objetivo es generar somnolencia me conviene retener más en la zona baja, abdominal. Si en cambio quiero activarme dejaré más rato el aire inhalado en las zonas media y alta. En todos los casos estoy apaciguando mi estrés (ira, miedo o la emoción negativa que tenga) generando, con el correr de las respiraciones, una sensación de plenitud y paz.
Por suerte la respiración se hace de modo automático, porque sin aire dejamos este plano. Lo genial es que también podemos hacerla de modo consciente. ¡Es tiempo de que nuestra consciencia superior dirija nuestra vida!