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Causas, frutos de acciones

Si bien el discurso de Milei en Davos pretende confundir homosexualidad con pedofilia podemos leerlo, siguiendo el sujeto de la oración más dura, como una reacción al discurso “woke” dominante. La verdad es que el movimiento “woke” hizo un excelente trabajo en pretender dar derechos, aceptar e incluir a las minorías. Pero en cierto modo, en algunas cosas, también se fue de mambo. Últimamente era más fácil cambiarle de nombre por el de otro género a un infante que volverlo a su nombre original. Ni hablar de la motivación para la hormonización. Sé de casos puntuales en el Colegio Mariano Moreno, Rivadavia 3577, donde un tutor instaba a padres de niñas autopercibidas niños para que “los” hormonicen. En uno de los casos el padre no aceptó porque eso modificaría su físico de modo irreversible. Y menos mal, al año volvió a ser ella, aceptando su cuerpo biológico. Uno viene con órganos sexuales asignados, y eso es lo normal, lo biológico. Como luego uno desarrolla su placer sexual está en el área íntima del individuo y desde luego no está bien castigar esa u otra decisión que debería ser del ámbito de la intimidad. Así y todo me alegró ver tanta gente unida en paz reclamando por no perder sus derechos adquiridos.
Otra noticia reciente es la salida de la Argentina de la OMS, luego de que lo hiciera EE.UU. La idea de las naciones unidas es excelente, sin embargo, el ser humano es corrompible y toda estructura humana puede tambalear. Y fue exactamente lo que sucedió durante los encierros masivos de la “pandemia” con las insólitas bajadas de “protocolos” –promovidas por los mayores aportantes privados como Bill Gates (que está en el negocio de las vacunas)– donde todos tuvimos que usar mascarillas (a pesar de las críticas desde tantos sectores), tal vez pasar por hisopados (con lo poco que ésa intrusión realmente definía) y encima fuimos prácticamente obligados a vacunarnos con soluciones experimentales que modificarían, mediante el ARN nuestro ADN.
Hasta hace poco no había lugar para la crítica. Sin embargo, hoy, con el diario del lunes, ya tenemos la aceptación pública desclasificada de, por ejemplo, Pfizer sobre la cantidad de efectos adversos que sus innóculos podían provocar. Podríamos así ver la reacción de Javier Milei como una consecuencia de una pésima decisión de la Argentina que durante el gobierno de Alberto Fernández pretendió ser “uno de los diez países donde se prueban las vacunas” imponiendo una de las “cuarentenas” más estrictas.
Ahora falta esperar un poco nomás -todo cada vez va más rápido- los efectos causados por esta política económica que está dejando tanta gente afuera. Y del maltrato que vivimos a diario cuando despotrica de modo autoritario. Todo pasa. Y toda causa tiene un efecto. Es hora de que no apoyemos personas, escondidos tras banderas, sino ideas. Que el espanto nos recuerde que es hora de crecer como humanidad.

Rafael Sabini