El cambio climático, una realidad que ya muestra sus consecuencias
Las olas de calor y la proliferación de enfermedades como el dengue o el paludismo, resultan insoslayables.
Por la Lic. Graciela Godoy de Sadorín (*)
Los efectos potenciales del cambio climático sobre la salud humana pueden clasificarse en directos, que son los de fácil detección, como el aumento de la mortalidad asociada a olas de calor cada vez más frecuentes e intensas; e indirectos, más difíciles de predecir, como los cambios en las características de las poblaciones de mosquitos o en los patrones de producción alimentaria regional. Algunos son muy diversificados y difusos, como los problemas de salud pública por el aumento de nivel de los mares, que darán por resultado migraciones y conflictos, con importantes consecuencias laborales y económicas entre los afectados.
Los efectos nocivos de las olas de calor estivales
Diversos modelos de predicción indican que hacia el año 2050 muchas de las grandes ciudades experimentarán todos los años miles de muertes por exceso de calor. Pero estos estudios no consideran el crecimiento desmedido de la población, el envejecimiento demográfico (los ancianos son más susceptibles), la urbanización creciente (la ciudad es en sí misma una isla de calor), u otras variables interactuantes, como los efectos en la salud de ciertos contaminantes del aire, cuya información se ve favorecida por las temperaturas más altas.
Pero este efecto tendrá también su contracara: la menor mortalidad por frío. En los inviernos aumenta la incidencia de gripes, neumonías y otras enfermades respiratorias transmisibles, favorecidas por el confinamiento en lugares cerrados y poco ventilados.
Contaminantes del aire urbano
Algunos contaminantes del aire urbano, como los oxidantes fotoquímicos, especialmente el ozono, verán facilitadas las reacciones que conducen a su formación. El ozono es un veneno. La exposición prolongada, incluso a niveles por debajo de las guías estipuladas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) producen alteraciones estructurales en la vía aérea. La población alérgica y asmática será la más afectada. Los aeroalergenos (sustancias alergénicas que están en el aire) tanto los domiciliarios como los exteriores, modificarán sus patrones de comportamiento y aumentarán las enfermedades alérgicas de mayor frecuencia.
También se extenderá el mapa de las enfermades transmitidas por vectores, como el paludismo (mosquito Anofeles), el dengue (mosquito Aedes) o el Chagas (vinchuca).
Un vector es un artrópodo que transmite el agente causal de una enfermedad de una persona enferma a una sana. Su fisiología es termodependiente. Las altas temperaturas y la humedad aceleran los procesos metabólicos. Por lo tanto, necesitan alimento más frecuente (pican más seguido) y aumenta la producción de huevos. También modifican la distribución geográfica. Si la humedad baja, se alimentan en forma más frecuente para compensar la deshidratación. El aumento de las precipitaciones e inundaciones tienen una enorme incidencia, ya que los mosquitos y ciertas moscas presentan estadíos larvarios en el agua. Los lugares de desarrollo dependen del grado de evaporación, de la filtración del agua en el suelo, la inclinación del terreno, etc.
El Aedes, vector del dengue, se ha adaptado a las urbes y requiere pequeños depósitos de agua en la vivienda. Muy poca gente sabe reconocerlo y casi nadie ha implementado en su hogar medidas de control y prevención. Adicionalmente, la distribución de vectores se ve también modificada por los cambios en el equilibrio de los sistemas ecológicos. La supervivencia de ácaros depende de la flora y fauna locales que proveen el microclima para vivir y huéspedes de los que alimentarse. Se constató la desaparición de especies de Anopheles de áreas deforestadas, al desaparecer la fauna y flora de la que dependían.
Las prácticas agrícolas de irrigación afectan también la abundancia de vectores y víboras. La expansión térmica de las aguas conllevará a la elevación del nivel del mar e inundación de las costas.
(*) La Lic. Godoy de Sadorin es profesional del CONICET, Química (UBA) y Máster Comunicación, Científica, Médica y Ambiental (Univ. UPFARMA Barcelona).