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Con la ilusión como bandera, Vélez y Chicago cada vez más cerca del objetivo

Por la 25ª fecha de la Liga Profesional, Vélez sumó un nuevo empate sin goles, esta vez ante Godoy Cruz, en Mendoza. El conjunto de Gustavo Quinteros se mantiene líder del torneo pero necesita volver a la victoria para afianzarse en la punta. Mientras que, en el Reducido de la B Nacional, Chicago se lo dio vuelta a San Martín de San Juan en Mataderos. Con el global a favor del Torito por 2 a 1, el lugar en la final por el ascenso se definirá en la casa del Santo sanjuanino. En esta nota, todos los detalles.

Tras empatar con Lanús, Vélez llegó a la tierra del vino con un objetivo claro: romper con la sequía de triunfos y despejar las nubes de presión que flotan sobre Liniers. Gustavo Quinteros y su plantel sabían que no sólo jugaban contra Godoy Cruz, sino también contra los fantasmas de los seis empates recientes y el aliento cercano de Huracán, que ya había cumplido con su parte metiendo presión el sábado por la noche.

Apenas a los 10’, el grito de gol quedó atragantado. Braian Romero, con ese olfato de goleador que tantas veces sacó de apuros a Vélez, parecía haber encendido la ilusión. Pero Zunino, el árbitro en esta ocasión, marcó offside y apagó el festejo. El partido continuaba, y aunque la posesión parecía darle un respiro a los de Quinteros, Godoy Cruz aprovechó cada espacio. Patricio Pernicone perdió la marca y Salomón Rodríguez quedó cara a cara con Marchiori, pero la jugada terminó con la redención de Pernicone, quien volvió sobre sus pasos con gran precisión y le quitó la pelota al delantero desde atrás.

A los 23’, los mendocinos también tuvieron su festejo interrumpido. Otro gol anulado, otro suspiro para el Fortín. Pero mientras Vélez vivía de vidas prestadas, los nervios comenzaban a hacer efecto en el equipo. La presión, ese enemigo invisible pero palpable, hacía que el Fortín no encontrara el rumbo.

En los últimos partidos en el Amalfitani, los murmullos de los hinchas no pasaron desapercibidos cuando las cosas no salían bien. Los nervios parecían carcomer tanto a los que estaban dentro de la cancha como a los que siguen el juego desde afuera. Sea la presión o el desgaste, varios jugadores del Fortín muestran una baja en su rendimiento. Y para aquellos que no dan el brazo a torcer, que no quieren regalar ni medio punto, este no parece ser momento de paciencia, sino de exigir que vuelvan a dar el máximo.

A los 20’ del complemento, y con un Vélez todavía sin rumbo claro en el partido, Gustavo Quinteros decidió mover piezas. Afuera Francisco Pizzini, Claudio Aquino, Christian Ordoñez y Thiago Fernández —a quien el travesaño le había negado la más clara del partido—. Adentro Matías Pellegrini, Jalil Elías, Maher Carrizo, Álvaro Montoro y Michael Santos.

Con los cambios, Vélez empezó a mostrar otra cara. Carrizo tuvo un partido aparte con la defensa del Tomba, y lo ganó, logrando llevar la pelota al área chica más veces que en todo lo jugado previamente. De sus pies salió un centro al medio que encontró a Jalil Elías, pero su remate, desde el punto penal, se fue desviado. Poco después, Joaquín García tuvo su oportunidad, pero el disparo, incómodo y apresurado, no encontró la red.

Cuando finalmente el Fortín logró acomodarse en el partido, el tiempo ya se había escapado, y el empate dejó a los dirigidos por Quinteros con una mezcla de bronca y frustración. El cero a cero dejó un sabor amargo, más aún porque el Fortín se mantiene líder de la Liga Profesional con 45 puntos, apenas dos por encima de Huracán, que no da tregua. Racing y Talleres, ambos con un partido menos, también acechan desde las sombras. A un año de ese dramático partido donde Vélez se jugó la permanencia, el equipo de Quinteros dio un paso gigante al conseguir, con el empate, la clasificación a la Copa Libertadores 2025. Un giro de 180 grados que refleja el trabajo, la determinación y la respuesta ante la presión, llevándolos a un lugar que hace un año parecía impensado.

Ahora, el Fortín deberá cambiar rápidamente el chip. El domingo recibirá a Sarmiento en el Amalfitani, pero antes, como si el fútbol no supiera de descansos, viajará a Córdoba para enfrentarse a Boca por un lugar en la final de la Copa Argentina. La presión sigue floreciendo en Vélez, pero en este cierre, no queda otra que transformar esos nervios en empuje.

Chicago sigue con vida y va por el sueño

El arranque del partido parecía ponerle a San Martín de San Juan la posibilidad de tomar el control, beneficiado por la ventaja deportiva que, esta vez, no estaba del lado de Chicago. El empate parecía ser el resultado que mejor les venía, y conforme pasaban los minutos, la situación para el Torito se complicaba. En el primer tiempo, con el calor y la presión que conlleva una semifinal, el mediocampo de Andrés Montenegro dejó de funcionar, y la pelota se fue alejando de la zona de ataque. Pero a los 24’, el panorama se tornó aún más oscuro.

Un pelotazo largo de Agustín Sienra hacia Leonel Álvarez, quien asistió a Ezequiel Montagna, rompió el 0 a 0 con un tremendo remate que dejó sin opciones a Facundo Ferrero. La diferencia parecía insalvable, y el Torito no lograba encontrar respuestas. Sin embargo, el fútbol tiene esos giros insospechados.

En el complemento, Chicago salió con una actitud renovada, esa que sólo se despierta cuando la pasión de la gente se mete en la piel de los jugadores. Apenas a los 2’ de juego, el recién ingresado Iván Maggi empató el partido. La presión sobre San Martín se hizo notar, y el mediocampo del Santo, con errores, cedió la posesión, que volvió a tomar Diego Arroyo, quien empezó a conducir el juego hacia adelante. Evelio Cardozo y Maggi, con su entendimiento casi telepático, llegaron al área entre paredes y, tras un despeje al medio de Sienra, Maggi, astuto como siempre, se aprovechó para poner la pelota al fondo de la red y devolverle la esperanza a Chicago.

El gol revivió a un Torito que, sin duda, había encontrado su alma en ese empate. A lo largo del segundo tiempo, Mataderos se mostró siempre cerca del segundo gol, y a pesar de ello, la figura de Ferrero siguió siendo clave, sacando todo lo que le llegaba. Sin embargo, el partido estaba para el que mejor estuviera físicamente, y, si algo tuvo Chicago, fue corazón y pasión. Esa garra que se transmite desde las tribunas hasta los jugadores. El equipo de Montenegro jugó con todo, no dejó nada atrás y buscó con alma y vida el gol que lo dejara mejor parado para la vuelta.

A los 47’, el sueño de Mataderos comenzó a tomar forma. Con la lluvia de los bomberos empapando las tribunas y el apoyo de la hinchada que no dejó de alentar ni un segundo, Agustín Pastorelli levantó un córner al área. La pelota cruzó entre rebotes y desvíos hasta llegar a Gaspar Vega, quien, con olfato de goleador, empujó el balón al fondo de la red. El gol, tan ansiado y tan necesitado, le dio a Chicago la ventaja para seguir soñando.

Ahora el Torito viajará a San Juan para disputar la vuelta, con la misión de cuidar el resultado y mantenerse arriba. Si lo logra, el sueño de alcanzar la final por el ascenso estará a la vuelta de la esquina. Chicago sigue adelante, con la pasión intacta y la esperanza renovada. El sueño está vivo y late fuerte en cada rincón Mataderos.

Micaela Ailup