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Chicago sigue abonando el sueño del ascenso

El República de Mataderos explotó de alegría este sábado cuando Nueva Chicago se convirtió en el primer semifinalista del Reducido, tras vencer a Quilmes por la mínima, con gol de Agustín Paz, en un duelo lleno de emociones y polémicas. Con la ventaja deportiva de su lado, el empate inicial favorecía al Torito, pero la tarde tenía preparada otra historia que quedará en la memoria de los hinchas. En esta nota, todos los detalles.

El primer tiempo del encuentro repitió el guion del partido de ida. Trabado, parejo y con pocas situaciones claras para ambos lados. Quilmes presionaba e incomodaba, mientras Chicago no lograba entrar en juego. La más clara llegó sobre el final, cuando Maximiliano Amarfil peleó una pelota entre la defensa cervecera y habilitó a Agustín Paz, quien remató con apuro y mandó la pelota por arriba del travesaño.

Pero lo que faltó de claridad en los primeros 45 minutos, sobró en el arranque del complemento. Apenas iniciado el segundo tiempo, Facundo Castro desbordó por la banda y lanzó un centro pasado. Tomás Rodríguez intentó con un remate que el arquero Esteban Glellel logró atajar, pero el rebote quedó en los pies de Agustín Paz. Y con un bombazo sin titubeos, Paz desató el delirio de Mataderos.

Chicago tomó ventaja, y Quilmes necesitaba convertir dos goles para dar vuelta la historia. Sin embargo, el partido pronto entró en una dinámica caótica, con Juan Pablo Loustau como protagonista. A los 13’, Leandro Allende vio la roja por doble amarilla, dejando a Quilmes con uno menos. Montenegro, siempre estratégico, decidió sacar a Paz, autor del gol, quien también había sido amonestado, para darle ingreso a Evelio Cardozo. Unos minutos más tarde, Cardozo buscó desequilibrar con un sombrerito que desató la desesperación rival. Santiago Moya reaccionó con un grosero agarrón de camiseta y también fue expulsado. Pero el desconcierto no terminó ahí. Loustau tomó la polémica decisión de expulsar también a Cardozo, quien, incrédulo, permaneció en la cancha unos segundos más, asegurando no haber hecho nada para merecer la tarjeta.

El partido se volvió desordenado, con largas interrupciones y sin un claro dominador. Quilmes, con nueve jugadores, resistía mientras Chicago, con diez, intentaba ampliar la ventaja para asegurar el pase. Pero el gol no llegó, y finalmente, el pitazo final decretó el triunfo por la mínima y la clasificación del Torito a semifinales.

El sueño de Mataderos está más vivo que nunca. Chicago dio un paso importante en su camino hacia el objetivo y aguarda por su próximo rival. Mientras tanto, la ilusión crece, porque este equipo tiene con qué seguir haciendo historia.

Micaela Ailup