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Vélez volvió al triunfo y sigue mirando a todos desde arriba

Por la fecha 21ª de la Liga Profesional, el Fortín se impuso por la mínima a Tigre y volvió a la victoria, con el tanto de Gian Nardelli en contra. Tras la sanción del DT, Elías Gómez se volvió a meter en el 11 y cambió el partido con su ingreso en el complemento. Con 42 puntos, el equipo de Gustavo Quinteros se mantiene como único puntero de la Liga, a falta de seis fechas para el final. En esta nota, todos los detalles.

La noche del jueves en el José Amalfitani fue de esas que no dejan margen para el respiro. Después de tres empates en fila en los que Vélez siempre comenzó ganando, pero al final dejaba escapar el triunfo, el cruce con Tigre no era para cardíacos. La ansiedad se respiraba en cada rincón del estadio, y mientras algunos hinchas se aferraban al optimismo, otros, más cautos, miraban de reojo a Huracán, que le ya pisaba los talones del Fortín.

Con apenas tres puntos en tres partidos, la ventaja de Vélez se había evaporado, y el resultado de Huracán los igualaba. Por eso, el triunfo frente a Tigre parecía ser una necesidad más que un deseo. Los tropiezos recientes del equipo, aunque sin derrotas, sabían a poco para Vélez. Todo comenzó en el Monumental ante River, donde Elías Gómez se fue reemplazado y demostró explícitamente su descontento. Gustavo Quinteros, en respuesta, lo dejó fuera de la lista ante Belgrano y Argentinos Juniors, donde Aaron Quirós y Agustín Bouzat tuvieron que cubrir la banda. Esta vez, ante Tigre, Gómez estaba en el banco, esperando una segunda oportunidad. Frente a rumores de conflictos internos, los titulares se unieron bajo un recibimiento emotivo, abrazándose y arengándose, listos para darlo todo. Sin embargo, por más que la unión haga la fuerza, el esquema parecía pesar más.

Con Gómez en el banco, Bouzat volvió a cubrir la banda izquierda. Sin el Chiqui en el medio, el Matador encontró espacios y llegó con peligro. A los 11’, Valentín Gómez -en su partido número 100 con la camiseta de Vélez- le ahogó el grito de gol Nahuel Banegas con una salvada increíble sobre la línea, y minutos después, Tomás Marchiori se lució con una atajada crucial. El estado del campo de juego del Amalfitani, lejos de ayudar a Vélez, se convirtió en un rival más, frenando los toques que definen el estilo del equipo. Los hinchas no tardaron en hacer escuchar su fastidio cuando la pelota se volvía lenta y Tigre aprovechaba.

El primer tiempo fue un festival de intentos frustrados. Vélez buscaba el gol, pero Tigre dominaba. Y los primeros minutos del complemento siguieron el mismo hilo. Todo cambió a los 16’, cuando Elías Gómez ingresó y demostró que es fundamental en la primera pelota que tocó, recuperando y generando una oportunidad que, aunque no se concretó, encendió la chispa que el Fortín necesitaba. Con su ingreso, el equipo ganó dinamismo y Tigre, hasta entonces en partido, comenzó a desmoronarse.

La presión de Claudio Aquino sobre la salida rival a los 22’ dejó a Francisco Pizzini solo frente al arco, pero el apuro lo traicionó y la potencia del remate mandó la pelota a Reservistas Argentinos. Braian Romero, lejos de dar lugar a quejas, levantó a Pizzini y, con su actitud, contagió a la hinchada. Minutos después, tuvo su oportunidad mano a mano, pero el arquero Zenobio salvó a Tigre desviando la pelota con el hombro.

Las desprolijidades de Tigre eran un espectáculo aparte, mientras, Vélez crecía más en cada minuto. Los de Victoria, abrazados al empate desde el primer segundo, parecían más interesados en quemar el tiempo que en buscar el gol. Nehuén Paz y Zenobio, con precisión, se dedicaron a cortar el ritmo, a ralentizar el partido y a probar la paciencia de los fortineros, que ya veían claras las intenciones de los visitantes.

Pero como dice un consejo materno, todo aquel que obra mal, al final le irá mal. A los 29’, un Thiago Fernández encarador se apoyó en Aquino, quien tiró un centro al área. Lorenzo Scipioni intentó despejar, y Gian Nardelli, en una acción que ni entrenando le saldría igual, desvió la pelota con destino de gol en su propio arco. Como si de justicia divina se tratara, Vélez se puso en ventaja.

Con el miedo al empate respirándole en la nuca, la gente empujó sabiendo que el aliento era el último recurso para llevarse el triunfo. Y cuando sonó el pitazo final, Liniers explotó en un grito que pareció liberar todas las tensiones acumuladas. La ilusión latente en cada rincón del José Amalfitani y la emoción a flor de piel en el campo de juego, donde estaba Emanuel Mammana emocionado hasta las lágrimas, dejando ver todo lo que significaba esa victoria.

Con esta vuelta al triunfo, el Fortín llegó a los 42 puntos y volvió a quedar a tres de Huracán. Ahora, cuando quedan seis finales y cada partido es clave para seguir soñando. este lunes 11, desde las 16, Vélez visitará a Riestra. La ilusión sigue viva, y el Fortín sigue en pie. Claro que sigue en pie.

Micaela Ailup