Chicago volvió a subirse al tren de la ilusión
Por la 35ª fecha del campeonato de Primera Nacional, Nueva Chicago venció 2 a 1 a Ferro en Caballito. El Torito, que había visto cómo la punta se le escapaba en un suspiro, salió al campo con la certeza de que la cima le pertenecía. Y no decepcionó, con los tantos de Ramiro Balbuena y Agustín Paz, aguantó a puro carácter y, a falta de cuatro fechas para el final, volvió a lo más alto de la Zona B. En esta nota, todos los detalles.
El fin de semana la Primera Nacional rodaba con intensidad, pero el Torito, impaciente, tuvo que contener sus ansias de salir al campo. Mientras tanto, veía cómo las victorias de sus rivales directos le arrebataban la cima. La espera se extendió hasta la noche del lunes, con un escenario diferente y una tensión especial: no había margen para el error. El conjunto de Andrés Montenegro estaba obligado a ganar para recuperar la cima y mantener vivo el sueño. Enfrente, un Ferro que no se entregaría fácilmente, con la mirada fija en un lugar en el Reducido, donde cualquier desliz podría costarle caro.
En los papeles, la diferencia entre los dos equipos era mínima. Sólo seis equipos -y la zona- los separaban en la tabla, pero en la cancha, Chicago tenía que demostrar que la cima no era casualidad, sino resultado de carácter y decisión. El Torito no tardó en marcar territorio. Apenas a los 12’, Ramiro Balbuena decidió que era hora de inclinar la balanza. Presionó en tres cuartos de cancha con la astucia de quien sabe leer el momento y le robó la pelota a Nahuel Arena limpiamente. Se perfiló frente al arco, y con un remate que, aunque débil, llevaba la precisión de un líder, concretó la apertura del marcador ubicando el balón contra el palo. Mariano Monllor apenas pudo mirar desde el piso cómo se colaba en la red.
Ferro respondió casi de inmediato. A los 18’, Nicolás Retamar desbordó por la banda y lanzó un centro al medio. Nahuel Arena, queriendo redimirse, la recibió solo, con todo a su favor. Pero el palo, esta vez aliado del Torito, detuvo lo que parecía el empate cantado.
La jugada siguiente fue rápida, casi un destello. Patricio Boolsen mandó al córner la pelota que pegó en el palo. Los locales jugaron para atrás, y Monllor, buscando despejar el peligro, mandó un pelotazo largo que acabó en manos de Chicago. A los 19’, Gabriel Altamirano lo aprovechó, recuperando el balón para lanzar un pase profundo hacia Maximiliano Amarfil. Su centro, desviado, parecía no quedarle cómodo a Iván Maggi, pero apareció Agustín Paz, llegando desde atrás y remató sin piedad, sorprendiendo a Monllor. Con el 2 a 0, el partido parecía encarrilado.
Chicago, consciente de su ventaja, comenzó a jugar con la cabeza fría, mientras que el Verdolaga seguía intentando una y otra vez, siempre con Retamar como punta de lanza, lanzando centros peligrosos que llegaban a los pies de sus compañeros. Pero el Torito tenía una muralla en el arco: Facundo Ferrero, imbatible, parecía disfrutar de la noche de su vida.
En el segundo tiempo, Chicago no perdió la ambición. A los 11’, Adrián Martínez sorprendió con un zurdazo desde lejos, pero otra vez el palo, cómplice de los locales, evitó el gol. Iván Maggi estuvo cerca de cazar el rebote, pero no llegó a tiempo.
A los 34’, el Verdolaga logró descontar. Retamar, cansado de buscar a sus compañeros, decidió ir por su cuenta y lanzó un disparo directo al arco. Fue un remate potente, con la furia contenida de tantas oportunidades frustradas. Esta vez Ferrero no pudo detenerlo.
Pero el Torito supo cómo cerrar el partido. Los últimos diez minutos fueron de resistencia e inteligencia. No era sólo ganar, era volver a la cima y recuperar su lugar. Y así lo hizo. Con los tres puntos en el bolsillo, Chicago volvió a sonreír en la tabla: líder con 61 unidades, una más que Aldosivi. Deportivo Madryn y Gimnasia de Mendoza siguen al acecho con 59, pero por ahora, el Torito volvió a ser el dueño de su destino.
Por la 36ª fecha, en el República de Mataderos recibirá a Deportivo Morón, el domingo desde las 15. Los verdinegros buscarán dar un paso más junto a su gente, en el penúltimo encuentro de local.
Micaela Ailup