La independencia americana ayer y hoy
Un análisis detallado de la lucha de los pueblos americanos por la independencia de la monarquía española. Los sucesos de la Revolución Francesa y la invasión napoleónica a España iniciaron un proceso gradual hacia la independencia, la lucha armada y la resistencia a los intentos de reconquista realista. Hitos ineludibles de nuestra historia que ayudan a entender el actual mapa sociopolítico, en el que los países americanos vuelven a estar en la mira de las grandes potencias.
Por el Lic. Luis Alberto Cárdenas (*)
En 1492 Cristóbal Colón descubrió el nuevo continente representando a la Corona española; entonces se inició una competencia entre los reinos de España, Portugal, Inglaterra y Francia por la conquista de territorios.
En 1776, luego de luchar contra Inglaterra, los Estados Unidos de América declararon su independencia, redactaron la Constitución y establecieron un régimen republicano de gobierno. En 1789, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, cuyos principios eran Libertad, Igualdad y Fraternidad, tuvo impacto en los jóvenes criollos de América. Este basamento fue pilar para la Revolución Francesa, que sepultó el sistema feudal dando lugar a una nueva clase social: la burguesía.
Las monarquías europeas se relacionaban por vínculos de matrimonios, estableciendo alianzas de acuerdo con intereses económicos y geopolíticos. Inglaterra, Alemania y Rusia, encabezaban la oposición a Francia, temiendo la expansión de las ideas de la revolución. La república jacobina, el terror y el comité de salud pública, atemorizaban a los monarcas y partidarios de la restauración.
La administración española
En América, el imperio español estaba dividido de acuerdo con la extensión en virreinatos y capitanías para la administración colonial. En América del norte se ubicaba el Virreinato de Nueva España (México) y la Capitanía de Florida. En América Central las Capitanías de Guatemala y Cuba. En el Caribe, el Virreinato de Nueva Granada (Colombia), la Capitanía de Venezuela; en la zona del Ecuador, el Virreinato del Perú y al sur la Capitanía de Chile y el Virreinato del Rio de la Plata. Los americanos percibían que los virreinatos no tenían los mismos derechos que Aragón, Portugal, Flandes o Nápoles.
Los descendientes de los conquistadores poseían extensiones de territorio, en la explotación de recursos naturales contaban con mano de obra local, los colonos tenían licencias para comercializar y ocupar cargos públicos. En el Virreinato del Rio de la Plata el comercio se hallaba monopolizado por la corona española, por tanto, no se podía comerciar con otras potencias. Así, en Buenos Aires comenzó a desarrollarse el contrabando de forma tolerada.
Los criollos aspiraban a mejores condiciones para el desarrollo mercantil con el libre comercio como forma de intercambio; para ello quedaba una sola posibilidad: la independencia de la metrópoli española.
Para entonces, el Virreinato del Rio de la Plata había resistido dos invasiones inglesas consecutivas en 1806 y 1807, el virrey Santiago de Liniers y el alcalde Martín de Alzaga organizaron a los cuerpos militares y a la población, respectivamente.
Mientras tanto, Napoleón Bonaparte comenzó a extender su dominio en Europa; en confrontación con España en 1808 invadió la península y en Bayona realizó un ardid engañando al rey español Fernando VII, recién llegado al trono, haciéndolo abdicar en favor de su hermano José Bonaparte, coronado como José I.
El pueblo español manifestó el rechazó al invasor iniciando una guerra contra la dominación francesa, y organizándose en torno de las juntas de las provincias. La invasión napoleónica a la península ibérica y la disolución de la Junta Central de Sevilla produjo un movimiento político expansivo en las colonias de América.
El modelo de juntas peninsular tomó brío en este nuevo contexto, caso de Montevideo para independizarse del Virrey Liniers de Buenos Aires, o la que intentó promover Álzaga, alcalde de dicha ciudad, para separarse de la autoridad mencionada. Una situación similar se produjo en todo el continente, tanto en Nueva Granada, en Chile como en Ecuador, que en su mayoría respaldaba a Fernando VII.
La Junta Central de Sevilla nombró a Baltasar Hidalgo de Cisneros Virrey del Rio de la Plata, en reemplazo de Santiago de Liniers, héroe de la reconquista en las invasiones inglesas; al que temían su deslealtad por su origen francés.
El 25 de mayo de 1810, en Buenos Aires, tras una semana ardua de movilizaciones en torno del Cabildo, se formó el primer gobierno criollo denominado Primera Junta, integrado por personalidades destacadas del ámbito político, militar y comercial porteño.
Manuel Belgrano, integrante destacado de la Primera Junta, fue comisionado a una expedición al Paraguay para lograr la adhesión a la causa, y aunque no obtuvo éxito militar, sembró la semilla para que los paraguayos desplacen a la autoridad española y se independicen al año siguiente.
La Corona portuguesa exiliada asentaba su trono en Brasil; la princesa Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII, tenía la intención de apoderarse del Virreinato del Rio de la Plata. Algunos referentes como Belgrano y Castelli pensaron en negociar; pero finalmente desistieron del asunto. Los revolucionarios procuraron el apoyo militar y financiero de otras coronas, principalmente Inglaterra, como del futuro reconocimiento de la independencia.
Los movimientos independentistas
España y Portugal libraban cada una por separado luchas entre monárquicos y liberales, con tinte religioso en la contienda. Los grupos revolucionarios tenían un carácter de sociedad secreta, siendo influyente la masonería, que enfrentaba a los clericales. La composición de los grupos era heterogénea, la conformaban elementos moderados y radicalizados.
Una sociedad secreta de ese tinte era la Logia Gran Reunión Americana, creada en 1798, en Londres, por el venezolano Francisco de Miranda, con el objetivo de la emancipación americana de la monarquía española. En 1812 se fundó la Logia Lautaro, de rito masónico, sucesora de la anterior, utilizando el nombre del líder de la resistencia araucana en Chile. La logia nucleaba a los referentes de América: Simón Bolívar, Andrés Bello, José de San Martín, Mariano Moreno, Bernardo Monteagudo, Manuel Belgrano, Bernardo O´Higgins, José Miguel Carrera y Ramón Freire, entre otros, quienes lucharon por la independencia de las provincias americanas de la metrópoli española.
En Nueva España (México) con el sacerdote Bartolomé Hidalgo liderando grupos indígenas, comenzó el clima revolucionario. En 1813, otro clérigo, José María Morelos, proclamó la independencia. Pero en 1815, el realista Agustín de Iturbide fusiló a Morelos, se convirtió en emperador y anexó los territorios de Guatemala.
En 1821, Iturbide proclamó el Plan de Iguala que establecía la independencia de México, la adhesión a la monarquía de Fernando VII, la religión católica como oficial y la alianza de las clases sociales. Posteriormente, el general republicano Santa Anna derrotó a Iturbide, quien fue apresado y fusilado, manteniéndose en el poder por un tiempo prolongado.
En 1823, tras el Congreso de las Provincias Unidas de Centro América efectuado en Guatemala, Nicaragua y Guatemala se separaron de México.
En cuanto a la región del Plata, Belgrano estuvo al mando del Ejército del Norte, luego del valeroso éxodo jujeño, obtuvo importantes victorias como las de Tucumán y Salta. En el Alto Perú sufrió las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma por el ejército realista comandado por Pezuela, quien posteriormente fue nombrado Virrey del Perú.
El general San Martin tomó por un breve lapso el Ejército del Norte, retornando Belgrano hasta que dejó su lugar por problemas de salud. San Martín se dirigió para comandar el Ejército de Los Andes. Entonces Martín Güemes quedó a la defensa de la frontera del norte, con la guerra de guerrillas contra los realistas.
El 9 de julio de 1816, en Tucumán, los diputados de las Provincias Unidas del Rio de la Plata declararon la independencia de la metrópoli española y de toda otra dominación extranjera.
En la Banda Oriental del Uruguay, José Gervasio Artigas se debatía en dos frentes de guerra, uno con los españoles y otro con la invasión portuguesa. Sus desavenencias con el gobierno de Buenos Aires fueron complicando la situación. Artigas, autoproclamado Protector de la Unión de los Pueblos Libres, tenía influencia en la Banda Oriental y el litoral argentino; proponía la independencia de España y la fundación de una República Federal, propuesta para la Asamblea Constituyente del año XIII, pero el gobierno central rechazó a los diputados orientales, aumentando las disidencias.
En 1816 el Reino de Portugal invadió la Banda Oriental y parte del litoral argentino. Artigas, enfrentado con Ramírez en el litoral, fue derrotado y se exilió en el Paraguay hasta su muerte.
En 1825, los Treinta y Tres Orientales (once de ellos eran argentinos) al mando de Juan Antonio Lavalleja, combatieron a los portugueses y declararon la independencia, incorporándose a las Provincias Unidas del Rio de la Plata. Entonces Brasil le declaró la guerra a la Argentina. Finalmente, a pesar de la victoria militar argentina, el tratado de paz estableció la libertad a la Banda Oriental del Uruguay como territorio independiente.
En la región de la Gran Colombia (Colombia, Venezuela y Ecuador) Simón Bolívar combatía a los realistas, Bernardo O´Higgins en Chile y José de San Martín con la campaña libertadora en Argentina, Chile y Perú.
El general San Martín en su Protectorado del Perú implementó medidas destacadas: la libertad de vientres de los hijos de esclavos, la abolición del trabajo forzoso de los indígenas y la fundación de la primera Escuela Normal.
En 1822, en Guayaquil, Ecuador, se reunieron los libertadores San Martín y Bolívar, con el propósito de culminar la liberación del Perú y la forma adecuada para los nacientes estados americanos. Bolívar quería una Federación de Estados Americanos, en tanto San Martín proponía un régimen monárquico con características constitucionales, finalmente aceptó la idea bolivariana.
Bolívar completó la campaña militar, el territorio de Charcas /Alto Perú fue liberado por el mariscal Antonio Sucre. Esta intendencia, que había sido parte del Virreinato del Perú y luego del Virreinato del Rio de la Plata, logró su independencia con la denominación de Bolivia en honor al libertador.
Los intentos de reconquista
En 1812 los liberales españoles redactaron una Constitución que influyó en las leyes de América. La Corona española intentó captar a los diputados americanos con escaso resultado, quedándole la posibilidad de la intervención armada.
En 1814, Fernando VII retornó al trono restaurando el régimen absolutista; se propuso el objetivo de la reconquista del territorio americano y envió una expedición armada a Costa Firme, México.
La situación de la Corona española se tornaba difícil para enfrentar una incursión armada en América, debido a los problemas internos que atravesaba al fin de la guerra con Napoleón.
En el vasto continente habían quedado algunos reductos realistas que resistían en el aislamiento, a la espera de refuerzos y provisiones para abastecerse. La marina fue el último recurso realista de resistencia en los puertos Cabello, Callao, Chiloe y Ullúa. Montevideo cayó a manos de Brown y Cabello, de Padilla.
El corsario francés Hipólito Bouchard, al servicio del ejército de San Martín, con la Fragata La Argentina realizó operaciones en el Pacífico atacando los barcos de guerra españoles y reductos costeros hasta California.
Se intentó enviar tropas a Buenos Aires y se produjo un motín en Cabezas de San Juan, fue enviada una escuadra al mando de Porlier que quedó diezmada en el viaje; se gestionó la financiación del viaje ante otras monarquías europeas en Aquisgrán y también fracasó.
En 1820, Fernando VII proyectó el envío de un enorme ejército para sofocar los movimientos emancipadores en la región del Rio de la Plata; pero una insurrección en Sevilla a cargo de Rafael del Riego detuvo el plan militar.
Juan Martín de Pueyrredón, director supremo de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, envió agentes confidenciales a Gibraltar para el seguimiento de las acciones de la flota marina realista. Los enviados contaban con fondos para comprar a los influyentes y lograr que promovieran una sublevación del Ejército e impidieran el embarque, basados en el corrillo de que los barcos estaban en pésimas condiciones, proclives a hundirse.
En las Provincias Unidas del Rio de la Plata había una guerra civil entre dos bandos, el unitario que promovía el poder central de Buenos Aires, y el federal, que pretendía un gobierno con predominio de las provincias del interior.
La Corona española en su afán de reconquista elaboraba ambiciosos planes militares que abarcaban todo el continente americano.
El plan de Pascual Churruca, oficial de Costa Firme, proponía concientizar a la población de la necesidad de reconquista, y en caso de territorios conflictivos como Buenos Aires y Venezuela, cederlos a otra potencia, debido a la anarquía reinante. De igual forma con Chile, a excepción de Inglaterra y Francia, a Santa Fe (Nueva Granada) llevando entre 8.000 a 10.000 hombres, y por último Perú y México, considerados como irrenunciables.
El proyecto de Javier de Cerveriz, jefe realista que combatió en Venezuela, con 25.000 hombres partiría de Puerto Rico, una parte del contingente avanzaría sobre Caracas, previo desembarco en Guaira. La Habana operaría sobre Yucatán para ir hacia Veracruz, donde se uniría al frente de resistencia en Ullúa, mientras que una tercera división actuaría en el itsmo. Asimismo, abastecerse de los cultivos tropicales para alimentarse y comercializarlos.
El plan del general Valdés, con 20 mil soldados que desembarcarían en el Rio de la Plata reduciendo a las Provincias Unidas, cruzaría Los Andes con 15.000 soldados, ocupando Chile y desde allí desembarcaría en Perú. Tal como había procedido San Martin entre 1817 y 1820.
De todos estos proyectos de reconquista, sólo se pudieron implementar la campaña de Arizabalo en Venezuela y la expedición de Barradas en México.
Fernando VII obtuvo el auxilio militar de la Santa Alianza (Austria, Prusia y Rusia) y Francia, que envió un poderoso ejército que derrotó a los liberales, de esta manera en 1823 pudo restaurar el Antiguo Régimen.
América como un tablero de ajedrez
España tuvo el imperio más extenso del mundo, poseía territorios en Europa, Asia y América. En América abarcaba casi la totalidad de este, desde su descubrimiento hasta mediados del 1800 obtenía los recursos naturales, el oro y plata de las colonias con mano de obra esclava. Asimismo, los conquistadores impusieron su cultura con el idioma castellano y la religión católica.
La corona española contrajo compromisos financieros para sostener las guerras en Europa y la reconquista en América, que seguiría adeudando por décadas.
Ya en 1898, España en guerra con los Estados Unidos, perdió tres colonias: Cuba y Puerto Rico, en América, y Filipinas y Guam, en el Pacífico.
En 1826, en Panamá, se había celebrado un Congreso interamericano convocado por Bolívar con el objetivo de conformar una Federación de Estados Americanos, idea germinal de Francisco de Miranda; pero los desacuerdos entre los representantes conllevaron al fracaso del proyecto. Gran Bretaña y los Países Bajos habían enviado representantes en calidad de observadores.
Bolívar había predicho “nunca seremos felices”. Las potencias europeas y Estados Unidos, luego de la Doctrina Monroe, tenían planes para actuar sobre lo económico como el caso de Inglaterra y dado el caso la intervención militar.
Francia tempranamente había conquistado Haití; pero en 1808 el ejército napoleónico fue derrotado por un levantamiento organizado de esclavos.
En México, Francia realizó dos intervenciones militares: en 1838-1839, conocida como la Guerra de los Pasteles, y en 1862 a 1867, durante el gobierno de Benito Juárez, por la suspensión del pago de la deuda externa, respaldada por Inglaterra y España. Finalmente, los franceses fueron derrotados y debido a los conflictos en Europa abandonaron el territorio mexicano.
En 1833 Inglaterra se apoderó de las Islas Malvinas reduciendo a la fuerza de custodia. Hubo una acción armada por parte del Gaucho Rivero con un grupo de criollos, pero finalmente fueron desalojados. A partir de entonces, la Argentina emprendió un largo reclamo por la soberanía de las islas, hasta 1982 que realizó una invasión.
En 1845 Argentina tuvo el bloqueo del Rio de la Plata por la escuadra anglo-francesa al mando de Guissepe Garibaldi, entrando en combate en la Vuelta de Obligado. El conflicto se debía a la solicitud de las potencias de Inglaterra y Francia de la libre navegación por el estuario del Plata y sus afluentes ante la prohibición de Juan Manuel de Rosas. San Martín hizo su legado del sable corvo de las campañas libertadoras a Rosas por su férrea defensa de la Confederación contra la agresión armada de Inglaterra y Francia en la Vuelta de Obligado.
Inglaterra fue la monarquía que desplazó a España en América, impuso su comercio e influyó en conflictos entre países para controlar geopolíticamente la región. Como el caso de la Banda Oriental del Uruguay, que quedó como país independiente restando territorio a la Confederación Argentina. Otro ejemplo ha sido la infame Guerra de la Triple Alianza (Argentina, Brasil y Uruguay) contra Paraguay, que destruyó un país pujante dejándolo con una población de mujeres y niños, devastado en la miseria.
En 1899, Inglaterra obtuvo un fallo a favor sobre la Guayana, que estuvo en litigio con Venezuela. Actualmente se ha reavivado el conflicto por reclamos de Venezuela. Dicho territorio es independiente y miembro del Commonwealth, por lo cual recibe apoyo del Reino Unido que ha enviado un barco de guerra allí.
Argentina estaba ligada a Inglaterra por el Pacto Roca-Runciman, acordado en 1933, como proveedor de materias primas y alimentos, y como consumidor de bienes manufacturados, quedando en una relación semicolonial.
En cuanto el panorama internacional, Estados Unidos se perfilaba como potencia hegemónica, en recambio de Inglaterra que se hallaba en franco retroceso. Luego de su independencia, Estados Unidos había comprado Florida a España, Lousiana a Francia y Alaska a Rusia. Después de la guerra con México (1845-1848) extendió la parte sur de su territorio. A principios del siglo XX, con el antecedente de la Doctrina Monroe y con la política diplomática de los buenos modos y el garrote de Roosevelt, avanzó en Centroamérica para proteger los intereses de las corporaciones norteamericanas y sus conciudadanos, con presiones e intervenciones militares en el Canal de Panamá, en República Dominicana, Cuba, Haití y Guatemala.
Durante las guerras mundiales, la mayoría de los países de Latinoamérica permanecieron neutrales; al final de la segunda contienda, México, Colombia, Brasil, Argentina y Chile le declararon la guerra al Eje (Alemania-Italia-Japón).
Tras la segunda guerra mundial se produjo un cambio en el plano internacional: los Estados Unidos pasaron a ser la potencia mundial y la Unión Soviética a disputar ese espacio, con un vertiginoso avance en el este europeo. El mundo de la posguerra se hallaba dividido en dos: por una parte, los Estados Unidos (capitalista) y por otra la Unión Soviética (comunista). Alrededor de estos países se alineaban otros, considerados satélites, en bloques.
Posteriormente, fueron emergiendo los países del Tercer Mundo o no alineados. Las naciones de Latinoamérica han tenido etapas de oleadas ideológicas con gobiernos democráticos, conservadores, nacionalistas, socialistas, neoliberales, progresistas. Así también hubo golpes militares reaccionarios como populistas.
El 2 de abril de 1982, el ejército argentino invadió las Islas Malvinas, reclamando la soberanía y ocupó el archipiélago, tal vez evaluando que Gran Bretaña no reaccionaría militarmente. No obstante, Gran Bretaña envió tropas para recuperar las Falklands (Malvinas) integradas por “gurkas” (guerreros orientales mercenarios). En junio los ingleses derrotaron al ejército argentino.
En 1989 se produjo la caída del Muro de Berlín y el sistema socialista soviético, favoreciendo la dominación hegemónica norteamericana.
La globalización ha conformado la estructuración de sociedades complejas con contradicciones y problemáticas, por un lado, el avance tecnológico, la comunicación mediática y la producción de servicios; y por el otro el cambio climático, el desarrollo desigual, la transnacionalización migratoria, las guerras, el crimen organizado, el narcotráfico y el terrorismo, entre otras.
La avidez de las potencias imperialistas sobre los países americanos sigue vigente por los recursos naturales y la explotación comercial de las empresas.
España se encuentra integrada dentro del bloque de la Unión Europea (UE). En América Latina, más allá de los bloques regionales existentes, está pendiente la unión panamericana, ideal de los libertadores, para la construcción de una sociedad cooperativa, libre de opresión e igualitaria.
(*) El Lic. Cárdenas es Sociólogo egresados de la Universidad de Buenos Aires (UBA)