Cooperativa de Editores de Medios de Buenos Aires
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Libros de la calle

Una vecina de Liniers puso en práctica una singular propuesta comunitaria que apuesta a revitalizar la lectura en papel en plena era digital.

En un mundo dominado por la virtualidad y la tecnología, en el que el celular parece haberse convertido en el centro absoluto del universo, a veces resulta necesario volver a caminar descalzo por el pasto y disfrutar del encanto de la vida analógica y desconectada. Así lo entiende María Agustina Africano, la productora audiovisual y artesana de Liniers que días pasados le dio forma al proyecto que denominó “Casita de los libros”. Se trata de una estructura en madera con techo a dos aguas, ubicada sobre la vereda, en cuyo interior se encuentran libros que los vecinos pueden retirar gratuitamente, siempre que dejen otro en su lugar. En otras palabras, una especie de biblioteca pública al paso que invita a la lectura y a volver a disfrutar la magia del papel con tinta.

“La idea de la Casita de los libros surgió porque veo que la gente anda permanentemente con el celular y siento que esa es una de las razones por las que la lectura se ha dejado de lado”, explica Agustina.

A mediados de agosto pasado instaló dos a las puertas de las tiendas holísticas de su pareja (“así él las puede controlar para que no sean vandalizadas”) y desde entonces ambas se convirtieron en una atracción barrial. Están ubicadas en Emilio Castro 6980, a metros de Cosquín, y en Acasusso 6737, entre Lisandro de la Torre y Timoteo Gordillo. Quienes se acerquen podrán encontrar desde cuentos, novelas y poemas, hasta enciclopedias y libros escolares. “Hay de todo, ya que aceptamos donaciones de lo que la gente considere”, remarca Agustina, y cuenta que “a los vecinos les encantó la iniciativa y son varios los que se acercan a llevarse libros o a intercambiarlos. Pero además recibimos muchas donaciones. Incluso estoy yendo a buscar libros a los diferentes lugares de donde me contactan”.

Aunque no la une ningún vínculo especial con la literatura (“soy una simple lectora”, asegura) Agustina está convencida de que el auge de las redes sociales y la adicción al teléfono celular han atentado contra el hábito de la lectura. En ese sentido, su iniciativa apunta a demostrar que en plena era digital, la lectura de libros en papel aún sigue vigente.

“Me gustaría que los vecinos puedan acceder a los libros las veces que quieran, sin tener como única opción la necesidad de comprarlos, porque además hoy están carísimos”, explica la vecina de 36 años, que vive con su pareja, el hijo, un perro y un gato.

Es cierto que el teléfono permite acceder a una gran biblioteca virtual, pero en el ejercicio de lectura de un libro digital, son muchas las bondades que quedan en el camino. “El libro en papel permite el contacto de las manos con la tersura de las hojas, podemos disfrutar de su aroma y hasta de las imágenes de la tapa. Todo lo que sea real y tangible me parece lo más natural a la hora de leer”, enfatiza Agustina.

Ella se encargó de diseñar las casitas, que luego armó a imagen y semejanza un carpintero amigo. “Por el momento pienso ocuparme de estas dos, ya que esto recién empieza. Tal vez con el tiempo vea de instalar alguna otra más. O quizás haya otra gente que imite la idea y también lo haga”, propone.

– ¿Qué mensaje le dejarías a aquellas personas que no tienen arraigado el hábito de la lectura?

– Que no se priven de ese placer, y que se hagan un tiempo para disfrutar de la magia de la lectura. Porque leer abre la cabeza, aporta conocimiento y lenguaje y nos transporta por la ruta de las emociones. Leer es viajar a otros mundos a través de la imaginación, y eso es algo que la tecnología jamás podrá quitarnos.

Ricardo Nicolini