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El Tao del Taekwon

Las artes marciales orientales, japonesas y coreanas, cuya sigla final termina en “Do” aluden a un sentido elevado de consciencia que acompaña el esfuerzo técnico-físico. La palabra “Do” vino de “Dao” que significa también “Tao”*. Ahora, ¿dónde está éso en el Taekwon-Do fundado en 1955 por un grupo de maestros bajo la propuesta de Choi Hong Hi?

En la Enciclopledia de Taekwon-Do Choi Hong Hi sostiene que cada uno de nosotros desea vivir en una sociedad libre y pacífica. Y que es nuestro deber ayudar a construirla. Las amenazas, sostiene, en la sociedad moderna son el dinero y el sexo que buscan corrompernos. Cita a Confucio que dijo que: “Para promover el sentido de moralidad uno tiene que actuar con los otros con una lealtad y una sinceridad basadas en la rectitud, y eliminar completamente sus pensamientos viciosos”.

También cita a Lao Tze quien sostiene que para generar una sociedad ideal se requiere de dirigentes con “un carácter moral tan alto que pueda dirigir naturalmente, sin interferencia o temor pero sólo apelando a la buena naturaleza de su pueblo, quien tan solo realizando su deber puede vivir libremente, en paz y sin temor ni ansiedad”.

La cultura moral planteada está íntimamente ligada a este arte que busca junto con “la promoción de la potencia, de la técnica y de la autoconfianza” también “cultivar el carácter. Sin esto, el instructor sería responsable de enseñar una fuerza devastadora a personas que podrían eventualmente enamorarse de sus técnicas nuevas y comportase como matones o utilizar sus conocimientos para lograr ambiciones personales”.

En lo concreto el modo de transmitir esa ética en el Taekwon-Do se hace mediante la práctica misma. Así es como muchos docentes de Taekwon-Do solemos describir el espacio de práctica como un laboratorio donde se instalan de modo práctico los cinco principios confucianos con el objetivo de poder traspasarlos también a otras áreas de la vida misma.

Los cinco principios son: cortesía, autocontrol, integridad, perseverancia y espíritu indomable.

La idea de estos principios es, como decíamos más arriba, que el practicante vaya internalizándolos durante sus prácticas para que de a poco vayan integrando la vida misma. Una persona cortés se maneja con respeto, lo cual es indispensable para entablar sanas relaciones y así poder aportar un granito de arena hacia los objetivos superiores del Taekwon-Do (como pueden ser los deberes del estudiante que son: 1. Respetar los principios del Taekwon-do. 2. Respetar al instructor y los mayores. 3. Nunca malversar el nombre del Taekwon-do. 4. Ser un campeón de la libertad y la justicia y 5. Ayudar a construir un mundo mejor y más pacífico).

El artista marcial requiere autocontrol, tanto físico como verbal, con la intención de que mediante nuestro ser se transmita la parte más elevada nuestra y no la más instintiva aportando así benevolencia a nuestro entorno.

Con la integridad se apunta a escuchar a nuestra sabiduría innata superior, espiritual si se quiere, evitando caer en las tentaciones del mundo material que continuamente nos tienta por otras sendas. Esto tiene cierta impronta de estoicismo, donde buscamos no traicionarnos por lo fácil, sino que buscamos hacer lo correcto, lo justo, sin romper con nuestra esencia.

Con perseverancia se refiere aferrarse lo necesario tras nuestros objetivos. No ciegamente, con sabiduría, de la cual la básica es entender que para dominar algo hay que insistir en su práctica.

El espíritu indomable señala esa fe en nuestro ser, que si venimos haciendo las cosas correctamente reflejan algo mucho más profundo que solo nosotros mismos, y nos invita a que pese a la aparente adversidad nos plantemos firmes del lado correcto.

El fundador de este arte marcial de origen coreano, el Gral. Choi Hong Hi, plantea en la Enciclopedia del Taekwon-Do todo un código de cultura moral confuciana que incluyen también, y casi de modo yuxtapuestos a los cinco principios, cinco pilares: humanidad, rectitud, cortesía, sabiduría y confianza.

Luego, con apoyo en la historia y citas de sabios como Lao Tze, Confucio y Mencio explica la importancia de distinguir entre lo mundano y lo terrenal, mientras nos advierte de la codicia. Sostiene que debemos ser humildes y autocríticos. Convence de que hay que saber ser suave, tener respeto por los mayores, respetar los derechos ajenos además de ser justo y ser sobrio. Incita a ser discreto y conocer la verdadera felicidad con armonía familiar, honor en la vida y educar a las generaciones venideras para que sean rectos.

La propuesta es que nuestros actos hablen por nosotros. También insiste en la importancia de desarrollar paz mental y ser íntegros con mente firme. Y ser devoto de todas estas enseñanzas sagradas.

El mayor logro del autodominio, sostiene el Gral. Choi, es ser un santo. Santo es aquel cuyo corazón late en sintonía con el tao mismo.

* Lao Tze dijo: “Lo que realmente «es» no puede ser comprendido por la mente humana y, por lo tanto, lo que se nombra es «lo que puede conocerse» y eso es el tao; no es el verdadero tao, pero señala en la dirección del tao”.