“Con el amor hacia la cultura y al barrio estamos creando historia”
Integra una camada joven de artistas que participan en la movida cultural del Abasto. El tango, como la tierra, es de quien lo trabaja. Y en el caso de la vecina Bel Bonfiglio, hay carretel para rato. Paseadora de mascotas de día, por las noches esta bailarina recorre junto a sus amigos y pares los bares culturales de la zona. Al ritmo del dos por cuatro, se suma a clases, milongas destacadas y eventos.
Ha participado en fechas del ciclo Abasto Vivo del Ministerio de Cultura porteño, bailando en las escalinatas del shopping, y también en el primer Festival Emergente de Tango de Abasto y Almagro (FETAA), celebrado la primavera pasada gracias al esfuerzo de gestores culturales locales.
Con un fuerte arraigo en el barrio desde lo artístico y desde los afectos, Bonfiglio reconoce integrar una camada de artistas jóvenes que generan en el día una mística tanguera en el Abasto y alrededores.
-¿Cómo descubriste el tango? ¿Tenés algún recuerdo particular o fue un proceso?
-¿Descubrirlo? No sé si podría decir descubrir. A mí parecer, creo que nos encontramos o el género me encontró, y esto fue a temprana edad. El primer recuerdo que tengo es de una vez, tendría 11 o 12 años aproximadamente, que estaba paseando con una amiga no vidente por los alrededores del cementerio de Recoleta (ella vivía a unas cuadras, los padres nos dejaban en la plaza y al rato volvían a buscarnos), mientras recorríamos la zona, le contaba detalladamente lo que sucedía a nuestro alrededor para que ella intentará imaginar lo que yo veía; la cuestión es que en uno de esos paseos había una pareja bailando. Quedé embelesada con la sensualidad que transmitían, la agilidad de los movimientos, la emocionalidad. Cómo cada paso respondía a la música, me embaucó. Pero quedó ahí, en un momento, en un paseo. Años después (varios, muchos) paseando por Plaza Dorrego conozco la milonga que se estaba gestando y, al ver bailar a todas aquellas personas, me rememoró de aquella vez. A los años, cuando ya bailaba, me cuenta mí abuelo que él también amaba este género, jamás lo transmitió a sus nietos. Por eso digo que nos encontramos, había algo latiendo dentro mío.
-¿Por qué te gustó más que otros géneros?
-Podría decir que se volvió mí género favorito por la combineta entre la música, les musicantes, el baile, la gente, los boliches y la milonga, el dramatismo de sus canciones y la interpretación de quienes lo sienten. Por sentir como vibra la ciudad cuando se escucha un tango, eso enamora.
-¿Cuáles son los primeros tangos que más te gustaron y te dieron una idea del género?
-Los primeros tangos fueron “Sur”, “Balada para un loco”, “Se dice de mí”, “Cambalache”, “Desde el alma”, entre otros. Se me ocurren muchos más que me acompañaron en estos primeros amoríos con el género. O sea, me contaba sobre el barrio, la sociedad en ese entonces, que todo es un Cambalache, esa añoranza. Cada canción expresaba más sensaciones, cómo que de alguna manera te invita a vivir la vida.
-¿Cómo fue que empezaste a bailar? ¿Qué fue lo que más te llamó la atención?
-Con respecto al baile, es algo que recorre. Me gusta mucho bailar, lo que venga. Siempre fui de aprender de vista, de una explicación del momento, o sea, todo lo que implique revolear pies y cadera. En cambio, con el tango, me sucedió que no me parecía un ritmo con el cual podía aprenderlo de esa manera. Una vez, dando vueltas por los barrios, me crucé una asociación cultural que enseñaban y me anoté, sin pensarlo. Ahí fue cuando entendí al género. Y lo que más me llamó la atención, es la conexión única en el abrazo, sin esa sensación, lo que se hace con los pies parece insulso, lindo, pero eso. Ese abrazo es lo que hace que para el que lo ve, le transmita algo.
-¿Sentís que integrás una generación contemporánea de tango en el barrio?
– Sí. En una charla con une amige, caímos a la realidad que nosotres con nuestros ideales, la fuerza y el amor hacia la cultura y al barrio estamos creando historia y está bueno ser activos en esa creación.
– ¿Por qué lugares estuviste y cuáles son los más significativos de la zona del Abasto?
-¿Los lugares por los que estuve? Creo que ya no me falta barcito o milonga de los alrededores del Abasto a las cuales no habré ido, pero ¿los más significativos? Podría nombrar, Le Troquet, El portal, El pool de Lili, Sanata, El Parque de la Estación y más yendo para Almagro, La Cate, Roberto. Aunque definir al Abasto en un límite antes de pasar al próximo barrio, es relativo.
-¿Qué se siente haber participado en festivales y actividades como el FETAA o Abasto Vivo?
-Alegría, emoción, entusiasmo. El hecho de haber sido parte de estas actividades es lo que me hizo caer a tierra lo que venía y vengo generando con intentar mantener viva la cultura. Realmente estoy muy agradecida a quienes me permitieron y dieron la oportunidad de mostrar un poco de lo que amo, de lo que hacemos, porque eso somos, una red cultural divina.
-¿Qué es lo que más te gusta de la zona de Almagro y el Abasto?
– Te mentiría si no nombrara al tango, creo que Abasto/Almagro es donde más se siente está cultura. El barrio no duerme. Tenés actividades para realizar en varios momentos del día, entre ir a tomar un café a Le Troquet, un mate o vino al parque, bailar o simplemente sentarte en la mesa de un bar como unes musicantes dejan el cora en cada nota, la movida teatral… Son demasiadas cosas las que me hacen querer seguir recorriendo estás callecitas en el día a día.
J.M.C.
El tango
Buenos Aires y el tango, el tango y Buenos Aires. No importa en qué orden lo digas, pues el carácter e ímpetu es el mismo. Fuerza musical que trascendió generaciones, marcó la cultura porteña y forjó a los grandes músicos de nuestra patria. Movimiento popular con el que nuestros abuelos nacieron y crecieron. Carácter, bronca y lamento; una lágrima que se te pianta y desemboca en el mentón, la farola de la esquina de San Telmo, todo eso es tango.
El tango se fue y no sé si regresará. Algunos dicen que se murió, yo no lo creo. Su existencia, por más minúscula que sea, sigue vibrando en las calles de cada barrio porteño. Barrios que fueron marcados por esta música, como el Abasto, ya ni recuerdo de aquella época parecieran tener. Algún que otro mural que adorna con simpatía los pasillos de Buenos Aires, podrá hacer referencia a estos tiempos. Seguramente les traiga un sentimiento de nostalgia a algunos por su lejana juventud, en la que conocieron a sus amores al compás del 2×4.
“Abasto, corazón porteño y emblema de una época, que en los ochenta caíste en el olvido y como un tango la nostalgia y la melancolía, se hicieron presentes y escribieron tu pesar.” No sé si estos tiempos volverán, pues el tango se fue y no sé si regresará.
Texto: Alejo Pereyra.
Ilustración: Ramiro Ferrán