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‘Desesperación’: investigadores argentinos protestan mientras el presidente comienza a desmantelar la ciencia

Nature, la prestigiosa revista científica internacional, analiza la inestable situación actual de la ciencia en la esfera pública de la Argentina debido a medidas adoptadas por el nuevo gobierno y avizora un futuro más que incierto. 

El CONICET “podría tener que cerrar”

Tres meses después de que Javier Milei asumiera como nuevo presidente de Argentina, los científicos del país dicen que la profesión está en crisis. Mientras Milei recorta el gasto público para reducir el déficit del país y reducir la inflación (ahora más del 250% anual), los académicos dicen que algunas áreas de investigación están en riesgo. Y sostienen que los institutos apoyados por la principal agencia científica de Argentina, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), podrían tener que cerrar. Los investigadores han estado expresando su enojo y descontento en las redes sociales y protestando en las calles.

La administración de Milei ha decidido que el presupuesto federal se mantendrá sin cambios con respecto al de 2023, lo que significa que, en términos reales, los niveles de financiación son al menos un 50% más bajos este año debido al aumento de la inflación. El CONICET, que apoya a casi 12.000 investigadores en unos 300 institutos, ha tenido que reducir el número de becas para estudiantes de posgrado que otorga de 1.300 a 600. También ha dejado de contratar investigadores y de dar ascensos, y ha despedido a casi 50 miembros del personal administrativo. .

El 6 de este mes, 68 premios Nobel de química, economía, medicina y física entregaron una carta a Milei expresando su preocupación por la devaluación de los presupuestos de las universidades nacionales argentinas y del CONICET. “Vemos cómo el sistema argentino de ciencia y tecnología se acerca a un peligroso precipicio y nos desesperamos ante las consecuencias que esta situación podría tener tanto para el pueblo argentino como para el mundo“, dice el documento.

“Es vital aumentar el presupuesto del CONICET”, expresa Nuria Giniger, antropóloga del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales de Buenos Aires, financiado por el CONICET, que también es secretaria del sindicato que organiza las protestas. Dice que, si las cosas no cambian en los próximos dos meses, algunas instituciones tendrán que cerrar. “No podemos permitirnos cosas básicas como pagar el mantenimiento de los ascensores, servicios de Internet, viveros [recintos para animales y plantas] y más”.

Algunos dicen que aunque Milei no ha cerrado el CONICET, como prometió durante su campaña presidencial, está cumpliendo su promesa al hacer imposible que algunos laboratorios permanezcan abiertos. “Al promover recortes presupuestarios en ciencia y tecnología, el gobierno está desmantelando el sector”, apunta Andrea Gamarnik, directora de un laboratorio de virología molecular en la Fundación Instituto Leloir en Buenos Aires, que cuenta con el apoyo del CONICET.

Daniel Salamone, director del CONICET, designado por Milei, sostiene que las acciones del gobierno no indican una falta de apoyo a la ciencia. “Dimos aumentos y mantenemos a todo el plantel de investigadores y profesionales de apoyo del CONICET”, dice Salamone, médico veterinario especializado en clonación. Destaca que el país tiene graves problemas económicos. “Parecería injusto asumir una postura crítica [de Milei hacia la ciencia] sin considerar que el país atraviesa una profunda crisis”, añade, señalando que más del 50% de la población vive en la pobreza.

Enviando un mensaje

El CONICET no es la única agencia de base científica afectada por los recortes de Milei. Su administración aún no ha designado un presidente para la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, que contó con un presupuesto de unos 120 millones de dólares en 2023 y que ayuda a financiar el trabajo de los investigadores locales canalizándoles financiamiento internacional. Esto significa que la agencia no ha estado operando desde el año pasado, poniendo en peligro los 8.000 proyectos que ejecuta.

“El gobierno está dando un mensaje a la sociedad de que la ciencia no es importante” y está enviando un mensaje negativo sobre los científicos, dice Gamarnik. Por ejemplo, a Milei le ha dado likes y compartido publicaciones en la plataforma de redes sociales X (anteriormente Twitter) que sugieren que los investigadores financiados por el CONICET son vagos y no ganan su salario.

Milei también pareció socavar la ciencia de otras maneras: al asumir el cargo, disolvió el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, que supervisaba agencias como el CONICET, rebajándolo a una secretaría con un presupuesto menor y menos poder. El jefe de la secretaría que nombró es Alejandro Cosentino, un empresario y ex director de banco que financió una empresa de tecnología financiera pero que no tiene formación científica. “Con tantas áreas bajo su control, no hay prioridades establecidas, ni coordinación ni planificación”, afirma Lino Barañao, bioquímico que fue ministro de ciencia durante 12 años en dos administraciones anteriores. “Esto es serio.”

Contactado por Nature, un portavoz de la secretaría de ciencia niega que la ciencia no sea una prioridad para la administración Milei. “El CONICET está en la misma situación presupuestaria que el resto de la administración pública nacional”, es decir, está bajo el mismo presupuesto que el año pasado, al igual que el resto del gobierno, dijeron. Cerrar los institutos del CONICET no es la intención, agregaron. Y contrariamente a los comentarios de Milei durante la campaña sobre el cierre o la privatización de la agencia, el gobierno quiere “construir y ampliar la política científica” con un enfoque especial en traer de regreso a científicos argentinos del exterior, dijeron.

Pero a los investigadores les preocupa que, en cambio, los científicos jóvenes sean expulsados de Argentina debido a las acciones de la nueva administración. “Para los científicos más jóvenes, continuar es un gran desaliento”, afirma Gamarnik. “Nuestro trabajo requiere motivación y mucho compromiso. Si no hay becas ni presupuesto, la gente empezará a buscar otras opciones”.

 

 

 

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