Leyenda de la flor navideña
Cuenta una leyenda que hace mucho, mucho tiempo, en un pequeño pueblo de México, todos los habitantes se reunían en la iglesia cada año durante el nacimiento de Jesús para dejarle algún regalo.
A Pablo le encantaba aquella tradición. Todos los años veía llegar a muchas personas desde muy lejos con regalos hermosos: cestas de fruta, ropa, algún juguete… Pero según pasaban los años, Pablo se ponía más y más triste. Él sólo veía como todos iban y depositaban sus regalos pero él no tenía nada que regalar, él era muy pobre y eso lo hacía sentir mal.
Pablo quiso esconderse para evitar que otro miraran que no tenía nada que dar, fue y se escondió en un rincón de la iglesia y comenzó a llorar, pero pronto de sus lágrimas que habían caído al suelo, comenzó a brotar una hermosa flor con pétalos rojos. Pablo comprendió que aquella flor era un regalo de Dios, para que Pablo se la regalara al niño Jesús. Contento fue y deposito aquella flor juntos con los demás regalos, pero manteniendo el secreto que había nacido de sus lágrimas.
El resto de personas, al ver aquella planta tan bella, decidieron llevar una idéntica cada año. Ese gesto, poco a poco, se convirtió en una tradición, y hoy en todos los hogares, una bella flor llamada estrella de navidad deslumbra a todos con sus intensas hojas rojas.
Autora: Estefanía Esteban
Reflexión: Esta sencilla leyenda nos permite comprender que la navidad es un momento del año muy especial, porque es siempre al final de un año que transcurre en nuestra vida y no importa cuántas situaciones pudimos o no resolver, al igual que Pablo a veces descubrimos que las lágrimas que se encuentran en nuestro interior al salir liberan el dolor o las frustraciones y ellas pueden transformarlo todo. Más allá de las formas que tiene cada cultura de festejar la navidad, con regalos y abundantes comidas. Lo más importante es el reencuentro con la familia, los amigos, los vecinos, elevar nuestro espíritu y hacer vibrar nuestro corazón. Allí nuevamente los creyentes en Jesús renovamos y agradecemos la misión que cumplió en este plano. Despertar el verdadero amor fraterno que todo lo transforma.