Cooperativa de Editores de Medios de Buenos Aires
Cooperativa Editores de Medios BA

Desintoxicar el cuerpo con preparados naturales

Tantos métodos caseros fueron compartiendo por sabias mujeres en cada nueva generación que hasta hoy siguen resonando y resolviendo de forma natural algún desequilibrio que presenta nuestro cuerpo. En casa todavía existen algunas hojas de aquel escrito de la abuela donde la tinta de la experiencia sigue dándonos resultados beneficiosos y útiles.

La abuela tenía un sistema infalible para darse cuenta cuando el cuerpo estaba intoxicado: “La observación”. Había una serie de preguntas, mientras palpaba con sus manos la zona del abdomen, luego acercando su oreja escuchaba los sonidos de los intestinos, examinaba la lengua y si en ella veía una capa espesa, incorporaba a la base de datos en su registro mental, donde luego agruparía toda la información para tener un diagnóstico casero.

También observaba los ojos y si esa membrana externa perdía ese color blanquecino y tomaba un color amarillento ya tenía una posible identificación del problema, las preguntas que determinaban su análisis era: ¿Como fuiste de cuerpo? (evacuación)  ¿Sentís algún dolor o molestia en la espalda? ¿Cómo sentís tu humor? ¿Enojada? ¿Triste? Si las respuestas afirmaban su consulta, más lo observado, ella quedaba evaluando todo, te hacia sentar y empezaba el regaño. Con un tono de voz amorosa te guiaba a reflexionar primeramente diciendo: “El cuerpo hay que cuidarlo, la oportunidad es cuando la juventud te abraza, mañana será tarde y difícilmente pueda sanar algo que ya se rompió”. El sistema digestivo era para ella la gran cocina del cuerpo, teníamos que mantenerlo limpio y no llenarlo de comida, cada bocado masticarlo suavemente sentir el sabor en la boca, comer despacio y disfrutando la comida.

“Todo lo que ingieras debe salir del cuerpo si es posible el mismo día”, decía. Por esa razón para ella una de las señales más importantes era la evacuación. Y te advertía, si empiezas a limpiar no podías frenar el proceso hasta que el cuerpo se desinflame. Y explicaba: “Lo que estás sintiendo es la forma que tiene nuestros tejidos de avisar la suciedad que tiene en exceso”. Esa misma noche no había cena y llegaba el conocido depurador que podía ser, aceite de ricino, leche de magnesio o sal inglesa. ¡Sumamente amargo el vaso de agua que tenía solo una cucharada de alguno de estos purgantes.

A la mañana siguiente el cuerpo empezaba a limpiarse en las primeras evacuaciones. El desayuno empezaba con té de diente de león  o paico, todo líquido, nada de pan casero ni frutas a media mañana. Almuerzos con zapallo colorado con una gotitas de aceite y sal. Cenas solo el caldo del zapallo. Verdaderamente se sentía la ausencia de comida, pero al entender que era la única forma de limpiarse por dentro, lo hacíamos respetando el proceso. Si en tres días se sentía la mejoría, la evidencia le daba la seguridad a la abuela que no era una situación difícil de resolver y sus preparados caseros ayudarían a restablecer el equilibrio orgánico. En otros casos o situaciones se llamaba al médico.

La abuela tenía sus métodos. El primero, como contaba anteriormente, era bajar la cantidad de comida, después de esos tres días se iba de a poco sumando alimentos más sanos, entonces el almuerzo eran verduras con el primer hervor. Estaba terminantemente prohibido el pan y cualquier fritura, nada de ensaladas y tampoco frutas. Eran dos semanas donde todos los integrantes de la familia comían muy saludablemente, era la manera de acompañar al que estaba descompuesto. (Aunque alguno seguramente a escondidas habrá ingerido un trozo de queso y pan casero, de eso nadie se acuerda).

Cuenta mi madre que cuando niña, gracias a ese sistema de la abuela, llegué a eliminar parásitos. A los niños nos ofrecían el mismo té de paico con leche y mucha azúcar para engañar a los parásitos que estaban siendo intoxicados, pues al sentirse seducidos por el azúcar terminaban saliendo despedidos del interior del cuerpo gracias al paico. Químicamente, tal vez, la abuela no hubiese podido explicar el proceso, sin embargo, su experiencia la llevaba a saber que ese yuyo medicinal era uno de los mejores para ayudar a desparasitarte.

Cuando algún integrante empezaba a tener alergias nasales, acercándose el cambio de estación, la abuela empezaba con los caldos de verduras en la cena con algún trozo de zapallo, zanahorias, zapallitos, acelga… Ella solía decir: “Es momento de limpiarse para asegurarnos que nuestro cuerpo se encuentre bien fuerte, para la nueva temporada”.

En casa se rociaba con agua de alcanfor las habitaciones y se colocaba en algún rincón un limón sobre un plato, para limpiar el ambiente. Toda esa información quedó impresa en nosotros que hasta el día de hoy. Antes de la primavera empezamos a limpiar los diferentes espacios restaurando el aire y recibiendo las nuevas brisas primaverales.

En casa gracias a la abundante energía de la madre naturaleza que rodeaba todo, siempre teníamos frutos orgánicos de buenas semillas y en esos tiempos todo se preparaba en casa: desde el pan casero y los fideos. En el tiempo que mi madre era una niña, dice que la bisabuela ordeñaba y le daba leche recién sacada de la vaca, también hacían queso, manteca, y todos ayudaban por lo que se mantenía físicamente activos.

La alimentación estaba cubierta y organizada de forma que podría enunciar la conocida frase: “Desayuna como un rey, almuerza como un príncipe y cena como un mendigo”; la seguramente le pertenece a alguna abuela de la historia de nuestro planeta azul.

Receta de la abuela

Elegir el purgante que puede ser: aceite de ricino, leche de magnesio o sal inglesa.

Colocar en un vaso mediano agua y agregar 1 cucharada sopera del purgante.

Hacerlo por la noche, no cenar.

Al día siguiente después de evacuar, empezar con el té de diente de león para limpieza durante tres días.

En 1 litro de agua hervida colocar diente de león  ¼ parte de la palma de la mano del adulto que va hacer la limpieza.

Tomarlo durante el día (desayuno y merienda).

Almuerzo: zapallo colorado hervido poca sal.

Cena: el caldo del zapallo que se almorzó.

Después de los tres días, en la primera semana empezar agregar más verduras hervidas en el almuerzo, y en la cena sopa con verduras.

En la segunda semana agregar frutas en la media mañana: manzanas, frutillas, pomelos, naranjas, evitar las que son muy dulces.

Almuerzo con verduras y algunas ensaladas de hojas verdes, huevos hervidos, alguna que otra rodaja de pan casero y las cenas sopas de alguna de las verduras.

La receta que ayudó a limpiar el organismo de muchos de mis familiares, igual siempre recuerde asesorarse con un médico y si encuentra esos especialistas que aman lo natural mejor.

 

 

Fotos:
Diente de león,de ecuador.inaturalist.org
Ramos de plantas de farmaceuticonline.com