Hojas verdes: las favoritas de mi abuela
En casa desde muy pequeña escuchaba a mi abuela decir que comer las hojas verdes te daría energía y sanaría el sistema biológico del cuerpo en general. Las hojas crudas para ella eran excelentes para sanar el hígado, bajar la inflamación del abdomen, limpiar el sistema digestivo, renal un gran etcétera.
Recuerdo que era muy ponderada el agua donde se cocinan las espinacas, o las acelgas; ella separaba ese caldito natural para sumarle algún guisito pulsudo en invierno o tomarlo en las mañanas para mantener el pulmón sano; llegando el otoño o en los primeros indicios de resfrió, para evitar la gripe.
Trayendo a la memoria los tecitos de lechuga o de albahaca para tranquilizar, era el calmante natural para conciliar el sueño.
Me maravilla escuchar historias de los preparados para sanar. Mi abuela siguió reviviendo en nosotras esas enseñanzas ancestrales, tiempos donde la conexión con la naturaleza estaba incorporada como un saber más de la vida. En mi familia materna la bisabuela siempre enseñó a sus hijos y nietos a agradecer a la tierra -así como también a los animales por brindarnos alimentos- y ayudarnos a sanar, eso lo trasladó a mi abuela y a su vez a mi mamá, quien me lo compartió a mí y hoy contárselo a ustedes es enlazar ese linaje de mujeres a este presente, donde el teclado cuenta sus saberes y más de uno al leer estas líneas recordará a esa abuela sabia que hizo tanto en la crianza de su generación.
Mamá siempre cuenta que su abuela tenía cierta fascinación por las hojas verdes y los frutos que reciben la luz del sol directamente, estaba convencida que esa energía era muy especial para nuestro cuerpo que lo energizaba y ayudaba a mantener el equilibrio en todo su interior, hoy después de más de 100 años, yo, su bisnieta busco darle validez a sus enunciados, investigando desde las medicinas orientales, homeopáticas, germánicas, ayurvedicas, especialistas en metabolismo, y todo aquella ciencia relacionada a lo natural quedando totalmente impresionada porque es evidente la sabiduría que poseían nuestros ancestros. Ya en ese tiempo tenían una comprensión y una conexión muy íntima con las plantas y sabían diferenciar las que alimentan con un suave hervor o crudas, las que pueden prepararse en infusiones, en aceites, en alcohol o simplemente machacando las hojas frescas para colocarlas en una herida o sino dejarlas secar durante meses en un lugar especial de la casa.
En nuestros tiempos, con la tecnología se ha descubierto en el minúsculo mundo de las hojas que su color verde se debe a la función clorofílica (fotosíntesis) que es cuando se transforma la materia inorgánica en materia orgánica, gracias a la luz del sol. La clorofila beneficia nuestro sistema orgánico permitiendo purificar la sangre y eliminar lo toxico que allí se encuentre, fortaleciendo el sistema inmunológico, regenerando las células, produciendo mayor cantidad de glóbulos rojos y a su vez beneficiando la presión arterial.
Siguiendo con sus bondades las hojas verdes suministran al cuerpo humano vitaminas K, A, C, B2 más ácido fólico, abundantes fibras y minerales como el manganeso, magnesio, hierro, potasio, calcio que dan salud a los huesos y mucha energía a los sistemas biológicos.
¡Chapó! Ancestros de todo el mundo por toda esa incontable maestría que compartieron y hoy seguimos atesorando los de este tiempo revuelto. Gracias a todos porque esa línea invisible se siente cada día más, los encuentros con esos saberes están al alcance de un click.
Este es un tiempo único, vivirlo enlazado a nuestra madre naturaleza puede llevarte a descubrir las verdades que mantienen tu cuerpo sano en sintonía con la gran energía de todo lo que existe.
En honor a ti abuela, bisabuela, mis almuerzos serán con pedacitos de sol y la brisa que acopla despertares.
Beneficios del llantén
Métodos preventivos con hojas de llantén, no olvide consultar a su médico de confianza.
Ungüentos con hojas de llantén en las heridas excelente antibiótico y desinfectante. El té de llantén puede limpiar la boca y la garganta de placas recién formadas por bacterias o virus. Haciendo gárgaras 2 a 3 veces por día y antes de ir dormir en la noche.
Limpiando un puñado de hojas frescas de llantén ponerlas con agua a fuego lento en una cacerola y en el primer hervor sacarla del fuego y tapar. Cuando esté tibia tomarla. Alivia dolores de estómago y también el té tibio de llantén es excelente para los ojos con conjuntivitis, ya sea con compresas o gotitas.