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Cómo aprender a no fracasar (Parte 2)

Sostuvimos en la Parte I, publicada en la edición anterior, que el aprendizaje se debate y resuelve en la presencia de dos sentimientos: la satisfacción y la frustración. Dos estados que se alternan, suceden y solapan, que marcan el ritmo del aprendizaje y determinan el resultado. La satisfacción motoriza e impulsa la tarea, por el contrario, la frustración la detiene. Siendo la repetitividad un ingrediente esencial para lograr el éxito.

El circuito satisfacción-frustración

Sostuvimos en la Parte I, publicada en la edición anterior, que el aprendizaje se debate y resuelve en la presencia de dos sentimientos: la satisfacción y la frustración. Dos estados que se alternan, suceden y solapan, que marcan el ritmo del aprendizaje y determinan el resultado. La satisfacción motoriza e impulsa la tarea, por el contrario, la frustración la detiene. Siendo la repetitividad un ingrediente esencial para lograr el éxito.

Cabe agregar a todo lo dicho en esa primera parte que antes de comenzar una tarea es fundamental definir qué queremos lograr y con qué medios contamos. El objetivo debe situarse dentro de lo que se conoce como zona de desarrollo potencial. Ese espacio donde se es capaz de lograr el resultado a través de la práctica y la ayuda del otro. Es ahí donde el proceso se retroalimenta y mejora. Recordemos que un objetivo no exigente deja a la persona en el mismo lugar de donde partió.

¿Qué sucede entonces, y porqué, en una gran mayoría las personas se detienen antes de terminar el proyecto? ¿Qué sucede con aquellos que dicen que se boicotean, que las cosas le salen mal o directamente que no le salen? Indefectiblemente no terminar lo comenzado produce malestar, nos hace sentir incapaces y hasta puede conducirnos a periodos de depresión.

Lo primario y fundamental es superar el ciclo satisfacción frustración. Aquellos que no persisten, sino que desisten se desenfocan, es decir, se distraen. Se dan por vencidos ante el primer obstáculo, allí mismo donde el aprendizaje se concreta. La baja tolerancia a la frustración no sólo los enoja, sino que los detiene. Errores muy comunes se encuentran también en los sesgos de evaluación, como por ejemplo el perfeccionismo. En estos casos dicen que las cosas no le salen como esperaban. Suponen que el error se halla en lo que hacen cuando en realidad está en lo que esperan. La ansiedad es muchas veces otro de los ingredientes que conduce al fracaso. Sin capacidad de espera no entienden que el logro depende de un proceso y que todo proceso necesita de un tiempo.

Al final de cuentas, y de manera muy acotada, podemos decir que sólo consigue el éxito aquel que supera el circuito frustración-satisfacción. Los psicólogos trabajamos constantemente con quienes nos consultan acerca de la naturaleza del aprendizaje ya que de su calidad depende la salud, tanto mental como orgánica y la calidad de vida toda.

Lic. Eduardo Gazzillo

raedga@yahoo.com