Impulsado por un pujante y destacado equipo de profesionales, el emblemático hospital de Liniers es el faro sanitario del oeste porteño.
El joven Francisco Santojanni, llegó a la Argentina en aquellos años en los que nuestro país era una tierra pujante y promisoria. No tardó en afincarse y encontrar el bienestar con el que había soñado en Europa, trabajando primero como cochero para la familia Flores -de quien recibió luego los terrenos donde se levantaría el hospital- y más tarde atendiendo su propio y próspero almacén de barrio.
Pero un día, su hijo sufrió los embates de lo que por entonces era una terrible y temible enfermedad: la tuberculosis. Esta desgracia personal puso de manifiesto la solidaridad del perseverante inmigrante italiano, quien el 10 de enero de 1929, con 69 años y ya viudo de doña Urbana Sánchez, decidió legar al municipio una fracción de terreno para la construcción de un hospital para tuberculosos. Las condiciones exigían que la municipalidad construyera el hospital dentro de los cinco años posteriores a su muerte, caso contrario, su legado sería destinado a la Sociedad de Beneficencia Italiana.
El “legado Santojanni”, como fue denominado, destinó para la construcción del hospital una suma considerable de dinero y un terreno de 66.185 metros cuadrados. Finalmente, el 18 de mayo de 1940 -hace exactamente 85 años- se entregó formalmente el Hospital Donación Francisco Santojanni a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. Los planos fueron confeccionados por la Sección Estudios y Proyectos, dependiente de la Inspección General de Arquitectura, de acuerdo a las características de los “monoblocks”, estando limitada en principio su construcción a la sección hospitalización -con sus anexos correspondientes- y a los consultorios de vías respiratorias y tuberculosis.
Actualmente el edificio consta de un primer y segundo subsuelo, planta baja, varios pisos y posee una capacidad de 400 camas. Pero además, el Santojanni luce su estructura rodeada de parques y la fachada está resuelta con un gran pórtico de entrada y una torre identificatoria.
Hasta 1977, año en que el centro de salud fue cerrado para su remodelación, el hospital fue especializado en tisiología. Luego, tras una importante obra que significó la ampliación de todos los servicios y la incorporación de otros nuevos, se reinauguró el establecimiento como Hospital General de Agudos, en abril de 1981, fusionando toda la estructura y personal del antiguo Hospital Salaberry, posteriormente demolido.
En 1990, el ya para entonces prestigioso “hospital escuela” Santojanni, efectuó el primer trasplante de mano en el país, tal como lo reflejara en su crónica el periódico Cosas de Barrio. Lo realizó un destacado equipo de médicos del hospital municipal, encabezados por el Dr. Ricardo Zambrano. El paciente era el obrero Egidio Cuella, de 44 años, que se había seccionado en su trabajo una de sus manos diez meses atrás, y que mantuvieron injertada en su axila derecha.
Desde entonces y hasta la fecha, el nosocomio trabaja para la salud de toda la comunidad, adecuándose en forma permanente a las crecientes demandas de atención y complejidad de servicios, que muchas veces se ve rebalsada por la masiva afluencia de pacientes de esta porción de la Ciudad, pero –por su cercanía con la General Paz- también del conurbano bonaerense y hasta de países limítrofes. En la actualidad, el Santojanni es uno de los hospitales públicos de la Ciudad que más personas atiende y la demanda ha ido creciendo a lo largo de los años. Además, tiene la tasa más alta de partos anuales, después de la maternidad Sardá.
En cuanto al personal directivo, el Dr. Alberto Antranik Eurnekian fue el director de mayor permanencia en el cargo, que ocupó desde 1991 hasta el mismo día de su muerte, acaecida el 2 de junio de 2004. Bajo su mandato, se creó y construyó, entre otros, el servicio de neurocirugía y se potenció el concepto de salud pública.
Ubicado en Pilar 950, pleno corazón del barrio de Liniers, su actual director es el Dr. Federico Charabora, que se encuentra secundado en la Sub-Dirección médica por el Dr. Carlos Falco.
Un hospital que, con sus falencias y sus tantas virtudes, se ha convertido en un verdadero ícono de la salud en el sudoeste porteño, cuyo destacado equipo de profesionales continúa velando por la salud y la vida de sus pacientes, como el primer día.