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Medio siglo sin Pichuco, el que siempre está llegando

Este 18 de mayo se cumplen 50 años de la muerte de Aníbal “Pichuco” Troilo, el Bandoneón Mayor de Buenos Aires y un ícono tanguero nacido en la zona del Abasto. A propósito nos reunimos con un especialista sobre Troilo, Javier Cohen, investigador y docente de tango.

“Un clásico tiene que ver con la trascendencia más allá de su tiempo, Aníbal Troilo tenía esa facultad”, asegura el músico, docente e investigador Javier Cohen sobre Pichuco, luego de haber estudiado durante años su obra y de haber publicado junto a Fernando Vicente el libro “Siempre estoy llegando. El legado de Aníbal Troilo” (Libros del Zorzal, 2021).
Ambos se propusieron un texto “no solo fidedigno en términos cronológicos, sino también que sea entretenido para leer”: “Una guía de apreciación de la obra de Troilo”.
Hay que resaltar que ambos han contribuido en forma activa a la conservación del legado de Pichuco.
Cohen, nacido el 2 de enero de 1966, trabajó como profesor en la Escuela de Música Popular de Avellaneda (EMPA) por 30 años y durante casi una década y media fue coordinador pedagógico del área de Tango. También editó discos como solista y en dúo. Hoy, en su rol de sommelier, está al frente del proyecto Desde Abajo, un espacio “dedicado a la apreciación del vino y de la música”.
Junto a Juan Carlos Cuacci y el apoyo de educadores de la EMPA digitalizó los casi 500 arreglos originales que se conservan de la orquesta de Pichuco. En muchas ocasiones Cohen mismo fue a uno de los departamentos que Troilo tenía en el centro porteño y se entrevistó con Zita Troilo, compañera de vida del tanguero.
En cuanto a Fernando Vicente, nacido en Quilmes el 19 de agosto de 1970, realizó la digitalización, restauración, edición de audio y reseña de las grabaciones para la colección Aníbal Troilo, 100 años, editada por el diario Clarín. Además, se recibió de técnico en Música-Canto en el Conservatorio Manuel de Falla. Produjo el proyecto TangoCity y se desempeñó en el Archivo Digital del Tango.
Además de su experiencia personal con respecto a la investigación y conservación del material de Pichucho, ambos dedicaron siete años de sus vidas para preparar el libro sobre Troilo.
Fue un trabajo extenso, pero “reconfortante”. “Escuchábamos juntos los discos y hacíamos comentarios con Vicente”, recordó Cohen y también destacó el hecho de haber contado con información “de cada grabación”: “La música habla por sí misma, pero con datos concretos pasan cosas que luego uno entiende”.
Este libro es una obra que sigue en movimiento. “Estamos más que contentos con la repercusión. Hay gente que lo conoció en vida a Troilo que nos hizo comentarios de distintos pasajes de libro. Todavía nos invitan a charlas sobre Troilo y usamos el libro como disparador”, resaltó Cohen.
El investigador define a Troilo como “el sumun de un músico popular”: “No tenía que venderse al mercado. Él humildemente decía que le gustaba tocar la música que a la gente le gustaba escuchar. Un clásico tiene que ver con la trascendencia más allá de su tiempo, Troilo tenía esa facultad. Es algo que si te lo propones no te sale, la gente lo dictamina con su amor, con su entrega, con su reconocimiento”.
En ese sentido, Cohen habló con gente que lo vio tocar y “que te transmitía el impacto de escucharlo en vivo”: “Sin saber bien por qué, quedaban obnubilados”. “El nieto de Pichuco (Francisco Torné) contaba que en una película de Hugo del Carril Troilo tenía un pasaje en el que tocaba. Terminaron suspendiendo la filmación para escucharlo. Era magnífico a ese nivel”, agregó.
El escritor y músico asegura que Troilo tenía varias facetas musicales y que en todas se destacaba. Está la cuestión ligada a su orquesta y cómo la dotó de una personalidad única. “Después él tocaba el bandoneón y lo hacía muy bien. También tenés que compuso unos 61 tangos, de los cuales unos 10 son obras monumentales e implican cambios radicales de la cultura. Aparte tenés los más de 400 arreglos que hizo a obras que no eran propias. Él le dedicó todo su arte y su amor a musicalizarlas al punto que mucha gente piensa que tangos como “Quejas de bandoneón” son de él, cuando en realidad este fue compuesto por Juan de Dios Filiberto”.
Cohen menciona el caso del tango Danzarín. “Él la hizo famosa, pero era del bandoneonista Julián Plaza”. Según el investigador, Troilo escuchó la versión original y le dijo al músico que “era hermosa, pero que estaba al revés”: “Hizo el enroque que quedó espectacular”.
“Ese tipo de talento no hay universidad que te lo dé”, bromea Cohen y reflexiona: “Tenés que desarrollar una intuición interna, creer en esa voz interna. Como el cineasta que antes de empezar a filmar la primera escena ya vio la película entera en su cabeza. Él ya sabía cómo quería grabar y confiaba en eso”.
Cohen destaca la condición humana de Troilo, “el tipo que se conmovía con la tristeza y la alegría de sus amigos, su gente, sus vecinos”. Le consta que en diversas ocasiones ayudó de distinta forma, entre ellas económicamente, a allegados que estaban atravesando un mal momento.
También recordó el gesto de haber tocado en cárceles, tal como ocurrió a principios de la década de 1940 en la de Caseros, en Parque Patricios. “No se expresó partidariamente, pero tomó la decisión de tocar para ellos”, señala el autor.
Con respecto a la vida de Troilo en el Abasto, el icónico tanguero nació en una casa de Cabrera 2937 y luego se crió en otra de Soler al 3200. “Troilo es del Abasto en el sentido gardeliano. Pichuco es un gran porteño, también es representativo de la argentinidad”, analiza Cohen.
Para el autor, no está todo dicho sobre Pichuco y continuarán los debates, los análisis y el redescubrimiento de su trabajo. “Su obra es todo. Es lo que nos sigue transformando la vida cada vez que escuchamos sus tangos”, concluyó.

J.M.C.


El gran ausente del Pasaje Carlos Gardel

En 2014, en el marco de los festejos por el centenario del natalicio de Pichuco, el Gobierno porteño instaló una estatua a tamaño real de Aníbal Troilo y su bandoneón en el Pasaje Carlos Gardel del Abasto, a metros de la estatua de bronce del zorzal criollo.
Además, bajo el pedestal se colocó una placa de mármol que lo reconocía como “Gran maestro bandoneonista”. Fue fijada por la Legislatura porteña en el marco de los festejos del centenario.
La estatua se complementaba con otras obras de íconos tangueros como Roberto Goyeneche y Tita Merello que configuraban un paseo cultural a cielo abierto en cercanías de hitos locales como el propio Mercado de Abasto (el actual shopping) y el Museo Casa Carlos Gardel.
Como informó este medio en varias ocasiones, las estatuas eran vandalizadas en repetidas ocasiones y en 2019 el Gobierno porteño las retiró y las trasladó a Monumentos y Obras de Arte (MOA), el lugar donde se reparan las obras de arte ubicadas en el espacio público. Desde entonces nunca más se supo de ellas.
Hoy los ladrillos del pedestal de Troilo y la placa de mármol marcan la ausencia de este proyecto de esculturas a cielo abierto que fue pensado para homenajear a los íconos tangueros, pero que quedó trunco.


Demolieron la casa natal de Pichuco en el Abasto

A fines de abril, fue demolida la vivienda en la que el 11 de julio de 1914 había nacido Aníbal “Pichuco” Troilo, el Bandoneón Mayor de Buenos Aires. Estaba ubicada en Cabrera 2937, casi esquina Anchorena, en la zona del Abasto.
Es uno de los inmuebles clave en la historia de Pichuco. El propio músico lo reconocía: “Yo nací en una casa de Cabrera 2937, pero mi casa fue la de Soler 3280”.
En el frente de la propiedad de Soler había una placa de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, que certificaba que en 2008 el lugar había sido declarado Sitio de Interés Cultural de la CABA. Pese al título, era un reconocimiento declarativo y no garantizaba la protección patrimonial del inmueble.
Tiempo atrás el lugar funcionó como La Casa de Aníbal Troilo, un espacio con shows en vivo, cenas, after de picadas y Micro Teatro.
En las últimas semanas, la casa natal de Pichuco e inmuebles linderos estaban cercados y rodeados de carteles publicitarios, lo que adelantaba el derribo. De hecho, vecinos habían escrito a la Revista El Abasto alertando por la situación: “Tapiaron la casa junto con los dos terrenos aledaños”.
En la entidad local Proteger Abasto, dedicada a la defensa del patrimonio arquitectónico de la Ciudad de Buenos Aires, explicaron: “Es el tema cuando un inmueble no está patrimoniado, no está protegido patrimonialmente. La declaración de interés cultural es una expresión, pero no lo resguarda”.
Además, la casa de Cabrera formaba parte de un circuito tanguero cultural por el Abasto que había elaborado en 2014 el Gobierno porteño. Fue el año en que se celebró el centenario del natalicio de Pichuco, ocurrido justamente en la propiedad ahora derribada.


La Orquesta Típica Villa Urquiza celebra 10 años: un homenaje a Pichuco

La Orquesta Típica Villa Urquiza nació a fines de 2015 y se caracteriza por reivindicar e interpretar el espíritu estilístico de Aníbal Troilo y su orquesta.
Más allá de que el nombre alude a su barrio natal, la orquesta es cercana a la zona del Abasto ya que sus músicos ensayan en la Fundación La Casa del Tango de Guardia Vieja 4049, en Almagro. Es más, se han presentado en vivo en muchos de los bares culturales del circuito local, entre ellos Sanata Crespi de Sarmiento y Bustamante.
Este verano la orquesta lanzó en forma online tres singles: “Carnaval” de Anselmo Aieta y Francisco García Jiménez; “Retirao”, tango instrumental y milonguero de Carlos Posadas; y “Así es Ninón” de Marsilio Robles y Juan Larenza.
La orquesta además desarrolló el espectáculo “Si siempre estoy llegando…”, un homenaje a Troilo que invita a repasar su obra y cosmovisión musical.
El 11 de julio del año pasado, a 110 años del nacimiento de Pichcuo, la orquesta divulgó un fragmento de su obra homenaje: “Troilo fue, fundamentalmente, él mismo: personalidad, sentimiento, expresión. “Nada se parece tanto a vos como tu fueye”, sentenciaba un poeta. “¿Quién repite esta raza, esta raza de uno?”, se preguntaba otro. Con el pasar de los años, la Orquesta de Aníbal Troilo cambia, sufre transformaciones, sigue el devenir del Tango sin volverse anacrónica y sin abandonar su identidad. “El sacrificio no está nunca en renunciar a lo que uno es”, dijo Pichuco con su sabiduría infinita. “El verdadero sacrificio está en seguir siendo lo que uno es”. La Orquesta de Aníbal Troilo era equilibrio: armonía e integración, síntesis y reunión, de la Guardia vieja y la voluntad innovadora de su generación. Del pasado y el porvenir. Por eso es, quizá, que nos resulta eterno”.


Pichuco, el otro Gardel del Abasto

El Museo Casa Carlos Gardel del Abasto (Jean Jaurés 735) en 2023 inauguró la muestra “Troilo, el otro Gardel del Abasto”, la cual continúa en exhibición. Reúne sus partituras originales, fotografías y documentos preservados por su familia.
Uno de los puntos salientes de la muestra es que el bandoneón doble AA de Pichuco “actualmente forma parte de la colección de nuestro museo y se encuentra exhibida en la sala Filmografía”, destacan en el espacio museográfico del Abasto, dependiente del Ministerio de Cultura porteño.
Sobre la figura de Troilo, en el museo destacan: “Anibal Troilo fue un músico, bandoneonista y compositor. Como director encabezó junto a Alfredo Gobbi, Osvaldo Pugliese y Elvino Vardaro, el origen de una nueva instancia orquestal que culminó con la Generación del Cuarenta.
Sus composiciones, entre ellas clásicos como “Responso”, “Sur” o “Garúa”, continúan siendo parte fundamental de nuestro patrimonio cultural”.
El museo puede ser visitado los lunes, miércoles, jueves y viernes de 11 a 19 y los sábados y domingos de 11 a 20.