
El día que Vélez jugó un partido a beneficio del Salaberry
El estrecho vínculo entre el club de Liniers y el recordado hospital de Mataderos.
Inaugurado el 3 de septiembre de 1915, el Hospital General de Agudos “Juan F. Salaberry” supo ser el máximo emblema de la sanidad en la vasta zona que comprenden los barrios del oeste porteño. La obra edilicia -luego demolida por el gobierno militar en 1981- fue un homenaje realizado por Domingo Salaberry, hijo de Juan Francisco, a fin de que el nuevo espacio permitiera la atención médica de los populosos centros urbanos de Mataderos, Liniers, Villa Lugano, Villa Riachuelo, Lomas del Mirador, Tapiales y Ciudadela, por nombrar sólo a algunos de ellos.
A fines de la década de 1940, el director del Hospital Salaberry era el Dr. Atilio Rómulo Maggiolo, prestigioso gastroenterólogo y especialista en nutrición nacido en Lobería, provincia de Buenos Aires, el 22 de marzo de 1909. Y aquí, en la reseña de Maggiolo, podríamos encontrar una de tantas y curiosas ligazones que hubo entre la institución médica de Mataderos y el Club Atlético Vélez Sarsfield con el paso de los años, pues tanto el nombrado Maggiolo como el Dr. Nicolás Marín Moreno -11º y 15º presidente respectivamente en la historia de Vélez- han sido miembros del Tribunal de Honor del Hospital Salaberry en el año 1935.
Construcción del servicio de cardiología
Durante la primera semana de mayo de 1948, se anunciaba por los medios gráficos de Buenos Aires que la Asociación Cooperadora del Hospital Salaberry “ofrece financiar la construcción de un pabellón destinado al servicio de cardiología, que será emplazado dentro del nombrado establecimiento hospitalario, en la esquina formada por Juan B. Alberdi y Cafayate”.
La medida había sido previamente aceptada por el secretario de Salud Pública de la Capital Federal, Dr. Enrique Millán, hombre que se había sumado al gobierno de Juan D. Perón desde la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA), la misma agrupación a la cual pertenecieron Arturo Jauretche, Homero Manzi y Atilio García Mellid, entre otros.
Dadas las circunstancias, las autoridades de la Asociación Cooperadora del nosocomio comenzaron por organizar una colecta pública que, a modo introductorio, fue dada a publicidad mediante un almuerzo que se ofreció en un local situado en la calle Saladillo 2223, del barrio de Mataderos, el domingo 1º de agosto de 1948. Asimismo, solicitaron a las organizaciones intermedias -como ateneos, clubes de fútbol o bibliotecas públicas- la ayuda económica necesaria para el inicio de las obras del sector cardiológico. Es por ello, que el 2 de enero de 1949 se organizó un partido amistoso entre Vélez Sarsfield y Juventud Unida, en la cancha del Club Social y Deportivo Floresta Juniors, cuya sede aún se ubica en las adyacencias del parque Avellaneda, más precisamente en la calle Laguna 734.
Un directivo del club, de nombre Omar, con quien intercambié algunos correos electrónicos en marzo pasado, me informó que allí debutó como cantor de tangos Alberto Castillo, vecino de la zona y característico hincha de Vélez, y que en ese pasado remoto las instalaciones tenían una cancha de 11 profesional, que con cierta frecuencia era prestada al primer equipo de la V azulada, sea para prácticas o para disputar partidos amistosos, como el que damos cuenta en esta nota.
Volviendo al partido que nos ocupa, el match fue dirigido por el juez Sancari, y la alineación del Fortín fue la siguiente: Miguel Rugilo; Oscar Huss y Ángel Allegri; Domingo Scrugli, Felipe Santos y Armando Ovide; Eduardo Fernández, Isaac Scliar, Emilio Espinosa, Alfredo Bermúdez y Menéndez.
El amistoso
Bajo un solazo abrasador, el partido dio inicio a las 10:45 AM, mientras que una nutrida cantidad de público -unas 3 mil personas, precisan las crónicas de la época- presenció el encuentro que prometía una lluvia de goles en el marco de un clima deportivo de camaradería y solidaridad. A los 5’ de juego, Vélez Sarsfield abrió el tanteador mediante un tiro libre ejecutado por el “Tanque” Huss, pero quince minutos más tarde llegaría el empate transitorio de Juventud Unida, a través del jugador Poletti.
El Fortín volvió a colocarse el frente poco tiempo después por intermedio de Espinosa, quien volvió a convertir -esta vez, el tercer gol- mediante un cabezazo tras un centro de Ovide. El primer tiempo finalizó con una conquista más para el conjunto de Liniers, estremeciendo las mallas del arco el delantero Menéndez.
Las alternativas del segundo tiempo no hicieron más que ampliar la ventaja deportiva de Vélez Sarsfield por sobre su rival, pero ante el agobio de la temperatura ambiente de aquel verano se decidió disputar solamente treinta minutos para la etapa complementaria. Y en ese lapso vinieron tres goles más: a los 4’ Espinosa volvió a sacudir las redes, instancia que repitió cuando el reloj marcaba diez minutos de juego. El séptimo y último grito del “Fortín” fue obra de Menéndez, tras una jugada de toques y fintas que elaboró con Heisecke.
Fue un rotundo Vélez 7 – Juventud Unida 1, ante el aplauso de quienes observaron la justa deportiva. Luego, como afirmaba la cobertura periodística del curioso encuentro, “fueron llevadas al hospital Salaberry las alcancías que fueron utilizadas en la cancha para lograr fondos para el mencionado nosocomio”.
En octubre de 1949 se procedió a la total renovación del sector de urología del Hospital Salaberry, lo que habla, a las claras, de un sustantivo mejoramiento impulsado por las autoridades de aquellos años para el mejoramiento de la institución médica del oeste porteño, en particular, y de los servicios hospitalarios de la Capital Federal, en general.
Gabriel O. Turone