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Mataderos mantiene viva la memoria del crucero General Belgrano

A cuarenta y tres años del fatídico hundimiento que causó 323 víctimas fatales -casi la mitad de los argentinos fallecidos durante toda la guerra de Malvinas-, el centro cultural ARA General Belgrano, de Mataderos, les rindió un homenaje a los caídos y rescató el recuerdo de los 1093 tripulantes en el marco de un acto signado por la memoria y la emoción.

Domingo 2 de mayo de 1982. Cuatro de la tarde. El viento azota al buque en el mar austral. El cielo se tiñe de negro. El pronóstico meteorológico es malo para las próximas doce horas. El ARA General Belgrano se encuentra navegando fuera de la zona de guerra establecida. Del otro lado del océano, la orden llega clara y limpia al Conqueror. La recibe el comandante del submarino británico, que desde hace dos días ha detectado al crucero argentino y lo sigue desde las profundidades del océano. Las palabras pronunciadas por la primera ministra, Margaret Thatcher, sellan el destino del gigante de acero. A las 16:01 impacta el primer torpedo MK8. El buque se sacude violentamente y todo es oscuridad. La mole de 13.500 toneladas parece elevarse por los aires. Una segunda explosión en la proa desprende 15 metros del buque. Todo se convierte en un infierno de llamas, petróleo derramado y horror. Poco después, a las 5 de la tarde, el crucero General Belgrano se yergue vertical, antes de que el océano se lo trague para siempre.

Cuarenta y tres años pasaron desde aquel fatídico episodio, el más doloroso de la sangrienta guerra de Malvinas, pero el recuerdo del buque y el de sus tripulantes se mantiene más vivo que nunca. O al menos eso pregonan Dora Isabel Rivero y su esposo Ramón Luján Gómez -suboficial mayor meteorólogo retirado- que, desde hace cinco años, cada 2 de mayo, rescatan del olvido a los 1093 tripulantes del crucero y los evocan en un acto que pone la emoción a flor de piel.

Desde que abrió sus puertas el 28 de mayo de 2019, el centro cultural ARA General Belgrano -con sede en Tandil 7261- se ocupa de mantener viva la memoria de los 323 tripulantes que descansan en el fondo del Atlántico sur, junto al “crucero herido”. “Quisimos homenajear a esos héroes para que las nuevas generaciones no olviden a quienes dieron su vida por la patria en ese momento crucial de la guerra de Malvinas”, explica Dora. Junto a ella, su marido Ramón agrega apesadumbrado “varias de las víctimas del Crucero General Belgrano fueron compañeros, camaradas y conocidos míos”.

Como cada año, fue él el que inició la ceremonia evocando aquella triste tarde de domingo en la que la tragedia se hizo carne en poco menos de una hora. Rodeado de vecinos y excombatientes, el suboficial mayor retirado leyó palabras de sobrevivientes del crucero, al tiempo que recordó la trayectoria del buque que, en otra época, como parte de las fuerzas norteamericanas, sobrevivió al bombardeo japonés a la base de Pearl Harbour, durante la Segunda Guerra Mundial.

Pero el momento más emotivo se produjo a las 16.05, la hora exacta en la que el crucero recibió el impacto del primero de los dos torpedos que resultaron fatales y que, una hora más tarde, sellara su destino final. Un silencio absoluto se instaló en la sede de la entidad de Mataderos y la piel de gallina fue el común denominador en los presentes. Luego se entonaron las estrofas del Himno Nacional Argentino, y poco después se cantó la Marcha de Malvinas, antes de cerrar la ceremonia con un vino de honor.

“Ojalá el año que viene podamos hacer este mismo homenaje en torno al monumento que recuerde a las víctimas del crucero”, se ilusiona Ramón, y recuerda el proyecto que desde hace meses viene impulsando junto a su esposa para que el barrio de Mataderos tenga un lugar en el que la memoria de los tripulantes sea un faro contra el olvido. “Queremos emplazar un monumento en alguno de los espacios públicos cercanos a nuestro centro cultural, en el que se recuerde a los héroes de Malvinas que hayan nacido o vivido en este hermoso barrio”, explica Ramón. Hoy esa iniciativa cuenta con el apoyo de la juntista local Lorena Crespo, y se encuentra a la espera de su ingreso como proyecto en la Legislatura porteña. Tal vez en poco tiempo, se convierta en realidad.