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“Mi meta principal es la calidad educativa”

Lo aseguró la docente y educadora local, Vanesa Aichino, flamante supervisora del Distrito Escolar 13.

Desde comienzos de febrero la Lic. Vanesa Aichino es la flamante supervisora del Distrito Escolar 13, jurisdicción que, junto al 20, reúne a todas las escuelas primarias públicas de los barrios de Liniers y Mataderos. “Para mí no es un traslado cualquiera, significa volver a los barrios que conozco y que quiero, al lugar donde crecí y donde vivo”, expresó la docente y columnista de este medio, en diálogo con Cosas de Barrio.

En la sede de su despacho de Manuel Artigas 5951, en el primer piso de la escuela República del Brasil, Aichino comenzó recordando los vínculos que la unen a esta porción de la ciudad, a la par de su relación con la docencia. “Cuando era niña, mis maestras de cuarto y quinto grado me decían que tenía que ser docente porque veían que me gustaba explicarles a mis compañeros”, evocó con una sonrisa. Como exvecina de Versailles, tras cursar hasta tercer grado en la Escuela N° 25 “Estados Unidos de América”, completó la Primaria en la N° 16 “John Fitzgerald Kennedy”, ambas de gestión estatal, y ubicadas a pocos metros de distancia.

El ciclo secundario lo cursó en el Instituto Nuestra Señora del Buen y Perpetuo Socorro, de Villa Luro, y allí mismo se recibió como docente de enseñanza primaria. “Nunca tuve dudas de que lo que me habían dicho mis maestras era verdad. Y con los años comprobé que mi vocación se había transformado en profesión”, sostuvo Aichino.

En 1994, apenas concluyó el profesorado, comenzó a desempeñarse como maestra de grado. “Durante todo ese año fui haciendo suplencias cortas -explicó-. En esa época no era fácil para quien recién se iniciaba conseguir un cargo de larga duración. Pero afortunadamente, a comienzos de 1995 tomé ‘una suplencia larga’ en la Escuela N° 12 del D.E. 14, en Villa Crespo. Tuve la fortuna de permanecer en esa escuela hasta que tomé la primera suplencia como secretaria. Fueron años muy felices en los que era la ‘benjamina’ de la institución, ya que mis compañeras tenían muchos más años de profesión”.

A los 15 se mudó con su familia a Mataderos y más tarde se radicó en Liniers, donde vive actualmente. “Conozco la Comuna 9 desde hace más de 35 años y son muchas las cosas que me unen afectivamente a esta zona. Tuve una niñez muy feliz, como digo yo, bajo el código postal 1408, y luego una adolescencia muy tranquila en Mataderos, donde aún vive mi madre, para luego retornar a mi amado 1408”, expresó a pura nostalgia.

Si bien su carrera como maestra de grado la realizó completamente en el barrio de Villa Crespo, como integrante de equipos de conducción siempre estuvo en la Comuna 9. “Conozco casi todas las escuelas de los distritos 13 y 20, las características de su población, sus particularidades y la idiosincrasia de los barrios, a los que amo profundamente”, recalcó.

Su primer cargo como maestra secretaria fue breve, en el D.E. 17, para luego titularizar en la Escuela N° 11 D.E. 20. Al año siguiente se desempeñó como vicedirectora en la Escuela N° 2 D.E. 13 y luego lo hizo en la Escuela N° 14 D.E. 20, como directora. Tras cuatro años de labor allí, dirigió la Escuela N° 4 D.E. 20 donde permaneció varios años hasta que tomó la primera suplencia como supervisora adjunta en el 2021. “No fue una decisión simple dejar la escuela de Ramón Falcón y Lisandro de la Torre, amaba el cargo de directora y llevaba muchos años allí. Conocía a cada niño y hasta los nombres y apellidos de sus familiares, pero también sabía que alcanzar un cargo de supervisión no era nada fácil. Por otro lado, venía capacitándome permanentemente, había egresado de la Universidad de La Matanza como licenciada en Gestión Educativa, y en 2023 finalicé una Maestría en Proyectos Educativos en la Universidad Tecnológica de México”, explicó la columnista de Cosas de Barrio.

Ese mismo año asumió como supervisora escolar en el Distrito 6 del barrio de Boedo, y en septiembre pasado obtuvo el traslado al Distrito Escolar 13, donde acaba de tomar posesión. “La alegría de volver al distrito fue tan grande como cuando titularicé. Estaba esperando este momento”, reconoció, y luego destacó la importancia de conocer la mayoría de las escuelas y a muchos de sus directivos y docentes. “Eso favorece mucho el comienzo de mi labor aquí. También es un gran aporte conocer al hospital efector y a diversas organizaciones barriales, para ir armando redes”, expresó.

De cara al inicio del próximo ciclo lectivo, y con un largo camino por recorrer, Aichino ya trazó algunos objetivos para su gestión. “Mi meta principal es la calidad educativa, pero me planteo objetivos a corto, mediano y largo plazo”, sostuvo. En ese sentido, aseguró que “a corto plazo quiero formar un muy buen equipo de supervisión, hay colegas que fueron supervisores míos cuando yo era directora, así que los conozco hace años. Luego, de a poco, ir capacitando para lograr la alfabetización en el primer ciclo y preparar a los alumnos para la terminalidad, o sea, contar con los conocimientos, capacidades y destrezas, que les permitan disminuir el fracaso en los primeros años del nivel secundario. Y una cuestión que considero primordial es escuchar a los docentes, me propuse hacer reuniones periódicas, escuchar sus voces en primera persona, sus vivencias y sus demandas”.

– ¿Y si tuviera que pedir un deseo para su gestión?

– Mi mayor deseo sería permanecer hasta que me jubile, así puedo realizar un proyecto distrital integral.

Del Distrito Escolar 13 dependen veintitrés escuelas, repartidas en los barrios de Liniers, Mataderos, Parque Avellaneda, Villa Luro y Lugano. “Muchas de los alumnos provienen de familias locales de clase media que eligen las escuelas por su proximidad y cercanía. Otro porcentaje vive en barrios populares y también hay alumnos que viven en la provincia de Buenos Aires, ya que hay varias líneas de colectivos que unen la ciudad con La Matanza y Lomas de Zamora. Por lo general, esas familias trabajan en la zona o envían a sus hijos a escuelas de capital por convicción de que la calidad educativa es superior”, enfatizó la licenciada y magister en educación.

Durante muchos años, el tema de la escasez de vacantes fue uno de los principales problemas que debió afrontar el Distrito. Para Aichino, sin embargo, ese ya no parece ser un escollo insalvable. “Hoy las escuelas son suficientes para la demanda de matrícula, ya que en los últimos años hubo un enorme descenso en la natalidad de la Ciudad de Buenos Aires. En el 2018 la situación era completamente distinta, la falta de vacantes era notoria, pero ahora eso sólo se percibe con respecto a las jornadas completas, ya que sigue habiendo un aumento notable de la demanda en esa modalidad por cuestiones económicas, laborales, y de elección de las familias de una mayor carga horaria para trabajar más áreas curriculares con otras actividades”, explicó la flamante supervisora. En ese sentido, detalló además que “si bien hubo un porcentaje de niños que pasó de escuelas privadas a establecimientos estatales, la cifra no fue significativa”.

Los vertiginosos cambios que ha sufrido la sociedad en lo que va del siglo XXI han impactado de lleno en las nuevas generaciones y, por lo tanto, también en las formas de educar. Y Aichino lo sabe. “Con las nuevas infancias -expresó- los desafíos para los docentes son permanentes. Queremos lo mejor para cada uno de nuestros niños, y para eso es necesario retomar viejas cuestiones. Obviamente se deben respetar las trayectorias individuales, pero debemos retomar la organización en el aula, aprender a estudiar, enseñarles a los alumnos a realizar exámenes.  A veces exigimos lo que no enseñamos y una situación de evaluación debe aprenderse, como también la autoevaluación”.

– ¿Cómo se lleva con la educación digital?

– Lo mejor que puedo (risas). Es importante amigarnos con la robótica y la programación. No obstante, pensar en una real innovación, no significa realizar las mismas actividades pero en pantallas, sino ser creativos, partiendo de las características del alumnado. En ese sentido, se deben planificar y poner en marcha proyectos interareales para que los alumnos vean que los conocimientos no son compartimientos estancos, sino que se relacionan entre sí, como también poner el foco en las áreas de lengua y matemática.

Para este ciclo lectivo 2025, la escuela pública porteña tiene por delante un gran desafío. “Después de 24 años se va a implementar un nuevo diseño curricular, y el Proyecto de Supervisión será clave para su implementación, junto al acompañamiento y asesoramiento a todo el personal docente”, subrayó la vecina de Liniers.

– ¿Cómo definiría la importancia de la educación pública en el contexto actual? ¿Cuáles son los principales desafíos?

– Soy una ferviente defensora de la escuela pública. Toda mi carrera docente la realicé allí. La escuela pública posee capacitación permanente, actualización curricular, reuniones con los directivos, etc. Pero el punto clave es la inclusión. Los docentes y directivos apelamos a diario a múltiples estrategias para “alojar” a todos y cada uno de los estudiantes, pero aún no es suficiente. Es un tema muy complejo que no requiere sólo del ámbito educativo, va más allá en muchas situaciones. Pero eso sí, estamos convencidos de que esa es nuestra labor esencial y la vamos a cumplir a rajatabla.

Ricardo Daniel Nicolini