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El único bar histórico de Liniers está a punto de ser demolido

Los propietarios del mítico inmueble de Ramón Falcón y Lisandro de la Torre, inugurado en 1908, proyectan tirarlo abajo para construir un edificio.

“Queridos amigos, les escribimos para darles una triste noticia: lamentablemente Lisandro llegó a su fin, nos confirmaron la no renovación del contrato de locación. Sí, el mítico bar Lisandro va a ser demolido y en su lugar construirán un edificio. Con él se van nuestros sueños y un pedazo de nuestra vida. Les agradecemos a todos por estos años. Nuestro último día será el 28 de febrero. los esperamos para despedir al clásico de Liniers…”, expresaron hace algunas horas en redes sociales Juliana y Juan, los responsables del bar Lisandro, de Ramón Falcón y Lisandro de la Torre.

Más allá de la confirmación del cierre de un destacado emprendimiento gastronómico local -que además da trabajo genuino a varias familias- se trata del único bar histórico que aún queda en pie en el barrio de Liniers y que, de concretarse la intención de los propietarios del inmueble, en los próximos meses será demolido para levantar allí un edificio. Otro edificio…

El caso es similar al ocurrido en octubre de 2021, cuando el bar “El Malevo”, de José León Suárez y Tuyutí, sucumbió ante las fauces de una topadora para transformarse en cenizas y cederle su espacio a un edificio de varios pisos.

Aquel recordado bodegón databa de mediados de los años 40’, pero este, no obstante, atesora una historia aún más abultada. “El bar es de 1908. Originalmente era una fonda, pero, además, en un sector del local se ubicaban habitaciones que se les alquilaban a los obreros de los Talleres Ferroviarios de Liniers que todavía mantenían sus casas en Tolosa. Es el único bar histórico que nos queda”, destacó apesadumbrada la Prof. Nelly Pareja, titular de la Junta de Estudios Históricos de Liniers, que solía realizar allí sus reuniones mensuales.

El bar Lisandro funciona en esa emblemática esquina de Liniers -frente a la Escuela N° 4- desde hace dos décadas. Hasta entonces permaneció allí un bar al paso, pero en todos los casos se mantuvo siempre la fachada y el diseño original del edificio. El local incluye además otra verdadera perla linierense: la enorme placa de bronce con el escudo del barrio de Liniers -obra de Ricardo Bloise- que en 1975 fuera colocada en la esquina de Rivadavia y José León Suárez, donde durante décadas funcionara la pulpería “La Blanqueada”. Cuando se la retiró para evitar que fuera robada, la placa le fue entregada al entonces titular de la Junta de Estudios Históricos de Liniers, Norberto Capurro, quien decidió instalarla en el interior del bar Lisandro, considerando su impronta histórica. “Los propietarios del bar ya se contactaron con nosotros para coordinar la entrega, porque la Junta es la depositaria de esa placa. Veremos en qué lugar lo instalaremos ahora, para que se preserve”, señaló la Prof. Pareja, en diálogo con Cosas de Barrio.

Aunque Lisandro es el único bar histórico que aún se mantiene en pie en el barrio de Liniers, no forma parte del circuito de bares notables de la Ciudad de Buenos Aires. “Nosotros, desde la Junta -sostuvo Pareja- hicimos toda clase de gestiones para que fuera declarado bar notable, incluso trajimos al que en ese momento era el director del área, el Arq. Horacio Spinetto, pero los propietarios no quisieron”.

El objetivo final de los propietarios del inmueble es demoler el bar para instalar allí un -otro- edificio de departamentos. No obstante, existen normativas que podrían impedirlo. A fines de mayo pasado, la Justicia porteña ratificó la sentencia judicial que ordena al Gobierno de la Ciudad a finalizar la evaluación patrimonial de todos los inmuebles anteriores a 1941 y a garantizar su protección para que no sean demolidos. Esta sentencia evitaría la demolición del bar de Liniers, cuya estructura está intacta respetando su diseño original desde hace 117 años.

En ese sentido, la Junta de Estudios Históricos de Liniers ya se ha puesto en contacto con la Dirección General de Patrimonio de la Ciudad, y el comunero local Alberto Espiño -a través del diputado Juan Pablo O’Dezaille- se encuentra elaborando una iniciativa para que desde la Legislatura porteña se evite cualquier intento de demolición.

Como sea, el final de esta historia aún está por escribirse.

Ricardo Daniel Nicolini