Cuando en los clubes de barrio se juega mucho más que a la pelota
La importancia de la práctica deportiva en la formación de valores en la infancia.
Por Estefanía Miraglia y Zulema Vega (*)
En los barrios de Liniers y Mataderos se palpita la vida comunitaria. Como docentes de educación primaria, tenemos la fortuna de ver cada día el impacto transformador que el deporte tiene en nuestros estudiantes. No es sólo una cuestión de salud física o de cómo ocupan su tiempo libre, alejándose de los dispositivos electrónicos; practicar deporte representa para nuestros niños una diferencia profunda en su desarrollo académico, emocional y social. Aquí, en nuestra comunidad, tenemos clubes deportivos de una calidez y trayectoria admirables: el José Hernández, el Glorias Argentinas, el Club Liniers, el Juventud de Liniers, el Santiaguito, y el Brisas de Liniers. Son lugares donde nuestros chicos encuentran espacios seguros para aprender, compartir, y crecer, rodeados de valores y afecto.
Practicar un deporte en estos clubes significa mucho más que patear una pelota o encestar un tiro. Es aceptar desafíos, entrenarse y comprometerse tanto con metas propias como con logros colectivos. Nuestros chicos y chicas no sólo aprenden habilidades físicas, sino que también absorben valores esenciales como la perseverancia, el respeto y la solidaridad. Estos aprendizajes los acompañan en la escuela, influyendo en su desempeño y actitud. Un niño que se entrena regularmente en un equipo comprende que alcanzar una meta requiere esfuerzo y disciplina. Esa misma enseñanza cobra sentido en el aula, donde el trabajo constante y la paciencia para resolver problemas se vuelven cualidades fundamentales. La cosmovisión de un niño o niña que practica un deporte produce cambios en sus habilidades como estudiantes, ya que permite el desarrollo de cierta autonomía y la capacidad de resolver problemas de manera eficiente ante cualquier dificultad.
Como docentes sabemos que la escuela no puede trabajar sola para ofrecer una educación completa, se necesita de la familia y la comunidad. Y los clubes deportivos de nuestros barrios de Liniers y Mataderos, cumplen un rol esencial en este sentido. Allí no sólo se enseñan deportes, sino que también se les enseña a formar parte de algo más grande que ellos mismos, a comprometerse y a trabajar en equipo hacia una meta común.
El deporte también es un gran formador en el trabajo en equipo, y al igual que en la escuela, es un espacio en el que todos tienen un rol. Los niños y niñas aprenden a respetar el lugar del otro, a aceptar decisiones colectivas y a compartir tanto las victorias como las derrotas. En cada partido de fútbol o básquet, no sólo experimentan que no siempre se gana, y que eso también forma parte del aprendizaje. De alguna manera, es un ensayo para la vida. Las victorias se celebran juntos, y las derrotas también se enfrentan en equipo, momentos que ayudan a construir una autoestima más saludable y segura.
Para finalizar, alentamos desde aquí a las familias de Liniers y Mataderos a que sumen a sus hijos a un club, a animarse a practicar un deporte y a descubrir el valor del esfuerzo, el compañerismo y la perseverancia. Al hacerlo, los chicos y chicas no sólo ganan un espacio de juego y salud, sino que también adquieren herramientas valiosas que los acompañarán en la escuela y en toda su vida. Estos clubes siguen siendo una parte fundamental de nuestra identidad barrial y el crecimiento de nuestros chicos es crucial. Son espacios que reflejan lo mejor de Liniers y Mataderos y que nos llenan de orgullo como comunidad.
Miraglia y Vega son docentes de la Escuela Primaria N° 9 D.E. 20 “José María Torres”