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Reformas que deforman

Las modificaciones al Código Urbanístico porteño y sus implicancias en la identidad barrial.

Por el Arq. Alejandro Ruggiero (*)

Por estas horas se encuentra en tratamiento legislativo el proyecto 2120-J-2024 planteado por el jefe de Gobierno porteño, a través del cual se pretende modificar y ajustar el Código Urbanístico vigente desde el año 2018. La iniciativa fue aprobada en primera lectura en septiembre pasado y, actualmente, la Legislatura porteña se encuentra desarrollando las audiencias públicas pertinentes, de carácter obligatorio para este tipo de leyes.

Hasta el año 2018, las construcciones en la Ciudad se regían por dos herramientas legales: el Código de la Edificación y el Código de Planeamiento Urbano. Pero desde entonces, estos instrumentos fueron reemplazados por un Nuevo Código de Edificación y el Código Urbanístico, el mismo que actualmente se pretende modificar.

Vale aclarar que ambos códigos cumplen distintas funciones en el desarrollo de una obra. Básicamente, el de Edificación establece las formas de cómo se materializa una obra (medidas de los ambientes, espesores de las paredes y materiales) mientras que el Urbanístico indica la forma que tendrán esas obras (volumen, altura, profundidad, uso de suelos y protecciones patrimoniales).

Los cambios impulsados en el 2018 implican una modificación en la forma de visualizar e interpretar las reglamentaciones a cumplir, que desde entonces se volvieron más “flexibles y sencillas”, según la propia opinión de las autoridades del momento. 

El Código de la Edificación se convirtió entonces en una herramienta de dos partes. Por un lado, un cuerpo principal rígido, que sólo se puede modificar por una ley, y por el otro -aquí lo novedoso- un reglamento que el Ejecutivo de la Ciudad puede ajustar según sus necesidades, sin la intervención de la Legislatura.

Por su parte, el Código de Planeamiento Urbano se dio de baja y se lo reemplazó por otro instrumento denominado “Código Urbanístico”, que se caracteriza por ser una herramienta de completamiento que desde entonces ha generado distintas situaciones de tensión en los barrios donde aparecieron construcciones que son invasivas del entorno existente.

Desde su irrupción, el Código Urbanístico dejó de lado los antiguos parámetros morfológicos del antiguo Código de Planeamiento Urbano. Los parámetros morfológicos relacionaban las posibles construcciones a ejecutar con las medidas y superficies del lote, los anchos de la calle y las medidas de la manzana. Los proyectos debían entonces encontrar un sano equilibrio. Dichos parámetros, bajo el concepto de “completamiento”, se dejaron de lado y se establecieron parámetros fijos y homogéneos para cada zona sin considerar el entorno urbano existente. Esta situación fue advertida por numerosos vecinos y profesionales durante las audiencias desarrolladas para la modificación del año 2018. Sin embargo, estas alertas ciudadanas no fueron recepcionadas. Con la modificación actual se pretende paliar y ajustar varios de los efectos negativos ocasionados por entonces, pero lamentablemente hoy tampoco se escuchan las nuevas alertas ciudadanas.

Como parte de sus promesas de campaña, el actual jefe de Gobierno, Jorge Macri, destacó que se revisaría y se actualizaría el Código Urbanístico.  No obstante, el proyecto que hoy se encuentra en la Legislatura a la espera de su aprobación, se ingresó a las apuradas y falencias. Con tratamiento veloz, se sancionó el texto base, pero no se generó el ámbito participativo para escuchar a los vecinos y autoridades comunales de manera previa. La participación debe garantizarse con antelación para poder tener un diagnóstico acabado sobre el cual trabajar de manera coherente. Intervención judicial mediante, se logró incorporar -a destiempo- a las autoridades comunales y a las del Consejo Consultivo para que, comuna por comuna, fueran escuchadas por las autoridades legislativas. Pero al plantearse este escenario fuera de tiempo, la convocatoria redujo su eficiencia, ya que el texto base de la ley será el sancionado en la primera lectura y muy pocos cambios se podrán impulsar y materializar.

En ese sentido, es importante destacar que, bajo la actual redacción, el Código habilita al Poder Ejecutivo a facilitar excepciones; situación que debe ser observada en la segunda lectura.

Por otra parte, respecto a la participación de los comuneros y miembros del Consejo Consultivo, es de resaltar la coherencia mayoritaria en el diagnóstico comunal. Allí se destaca lo siguiente: la idea que nuestros tres barrios de la Comuna 9 (Liniers, Mataderos y Parque Avellaneda) presentan cada uno su identidad propia y marcada; que cada identidad debe desarrollarse para enriquecer el patrimonio sociocultural; que se debe trabajar entre todos para lograr ese desarrollo; y, por último, lo más importante: se debe escuchar y respetar la opinión de los ciudadanos.

(*) El Arq. Ruggiero es vecino de Liniers Norte y un referente permanente en el proyecto de recuperación y urbanización del predio ferroviario lindero a la Estación Liniers.