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La odisea de alquilar en CABA y no morir en el intento

Aunque con la derogación de la Ley de Alquileres la oferta de propiedades creció notoriamente, el valor del alquiler promedio representa algo más del 50% de un salario standard. Actualmente, los departamentos de 2 y 3 ambientes oscilan entre los 400 mil y 700 mil pesos mensuales, y el incremento interanual supera, en muchos casos, el 190%. En ese marco, a muchos inquilinos les cuesta afrontar los gastos y deben rescindir su contrato de alquiler para, en ocasiones, verse obligados a retornar a la casa familiar. En este informe, todos los detalles.

Barrio de Once, más precisamente Jujuy y Belgrano. Es viernes y la primavera luce en todo su esplendor. Zulma Ortigoza tiene la apariencia de una mujer decidida, lanzada, sin miedos, al menos eso es lo que transmite su mirada. “No hay drama con la entrevista, pero tengo que ir a la facu”. Zulma trabaja en la guardia administrativa de una clínica, estudia abogacía y es el sostén de su familia. Separada, con tres hijas, al escuchar la primera pregunta le cambia la expresión. “Estoy preocupada por el futuro de mi alquiler -expresa angustiada-. Todavía sigue vigente el contrato por tres años que acordamos, pero, según lo que estuve viendo de la modificación de la ley, el propietario va a tener más beneficios, inclusive no sólo va a poder imponer valores si no que va a poder establecer plazos”.

Ella vive en Villa Bosch, Partido de 3 de Febrero, y le quedan seis meses de contrato, pero sabe que su futuro y el de su familia es incierto. “Estuve un año pagando cien mil pesos, hasta a mí me daba vergüenza, pero ahora siento que dejaron al inquilino desprotegido y sin opciones”, sostiene.

Su realidad es la de miles de argentinos. Las historias se replican: vencimiento de contratos, búsqueda de nuevas opciones, inflación, volver a la casa familiar e incluso convivir con exparejas para compartir los gastos de alquiler.

El presidente ya fijó su postura: “lo único que ha hecho la ley de alquileres es generar daño. Terminó perjudicando a aquellos que pretendía proteger”, dijo Javier Milei horas después de haber ganado las elecciones. Y agregó “hay que derogarla y entender que es un contrato entre partes y con libertad monetaria”.

Es cierto, alquilar siempre fue difícil, pero nunca tanto como ahora. Inquilinos Agrupados difundió algunas cifras, que permiten comprender la gravedad del problema. En el primer trimestre del año, trabajadores con empleo formal debieron usar el 70% de su salario para alquilar un monoambiente en la Ciudad de Buenos Aires. En muchos casos, sumando a un amigo o pareja para repartir gastos en un dos ambientes, el 48% de la suma de esos salarios se va en alquiler.

Daniel Burgués expresa “cualquier información oficial se extrae del Registro de la Propiedad Inmueble, no es fiel la realidad del mercado. En muchas ocasiones las operaciones no se inscriben en el registro”. Daniel habla con tranquilidad, es de esas personas que se nota que ha vivido, da la sensación de que sabe de lo que habla y lo hace de manera categórica. Los números son su mundo.

Sus comienzos laborales fueron en la actividad financiera bajo relación de dependencia y de forma privada. Pero desde hace dos años es bróker inmobiliario y tiene una oficina junto a su socio. Es optimista en cuanto a las nuevas medidas tomadas por el gobierno, dice que hay mayor demanda de alquileres en relación años anteriores. “La liberación de acuerdos entre propietarios e inquilinos es positiva. Ambos ahora tienen una relación directa, se pueden ajustar valores y plazos de ocupación. Claramente va a traer ventajas a la hora de negociar contratos. Antes uno estaba condicionado por lo que decía la ley, pero hoy esto cambió, hoy uno negocia directamente, si no te gusta, te vas y buscas otra opción, la gente en muchas ocasiones vive realidades que no coinciden con los ingresos que genera”.

El propietario, el malo de la película

En el inconsciente colectivo está instalado que el propietario es el malo de la película, pero teniendo en cuenta los costos de mantenimiento de las propiedades, el tiempo invertido, (muchos dueños se encargan personalmente de los arreglos) y el no cumplimiento de contratos acordados, ya sea por falta de pago o por entrega de las unidades en mal estado, hacen del alquiler una tarea ardua para los propietarios.

Javier Jusso está de los dos lados de la ecuación: es inquilino y propietario. Tiene dos departamentos, uno en el barrio de Boedo, un loft, sin expensas que lo tiene en alquiler desde hace tres años; y el otro departamento en Parque Patricios, tiene 4 ambientes y lo alquila a una pareja hace poco tiempo. Pero a su vez, él también es inquilino. Se mudó con su familia a Uspallata y Lavardén, un lugar un poco más grande, siempre en el barrio. “Tuvimos la oportunidad de alquilar un PH con más comodidades que el departamento de Matheu y Brasil. Ahora Danna y Olivia tienen más lugar, y Ceci está contenta viviendo acá”, explica.

Javier retoma la pregunta. “Creo que la percepción de que el propietario es el malo de la película puede surgir del desequilibrio de poder entre las dos partes.  Convengamos -subraya- que el propietario tiene capacidad de fijar precios, condiciones, terminar contratos, lo que genera en el inquilino desventajas, sobre todo cuando los aumentos son elevados”. Se levanta de la silla, abre una ventana y enciende un cigarrillo. “Pero también me ha tocado perder mucho, por falta de pago o porque te entregan la vivienda hecha pelota”.

Para Javier es básico tener buen diálogo y armonía entre las partes. Como inquilino le han aumentado el alquiler en un 200 por ciento. “Yo tengo vigente la ley vieja por un año, me junté con la dueña a negociar y llegamos a un acuerdo, siempre en buenos términos. No está bueno tener un inquilino o un propietario enojado. Las dos partes deben entender sus responsabilidades”.

Ansiedad y otros trastornos, perspectiva profesional

Solange Kemerer es asistente social. Asegura que el hacinamiento es un gran problema desde hace años, pero hoy el tema recrudece, sobre todo en los barrios periféricos y en zonas marginales del conurbano. En cuanto a la modificación de la Ley de Alquileres, sostiene que “hay mucha gente que ha tenido que retornar a la casa de sus padres, incluso familias enteras, digo, padre, madre e hijos conviviendo con otras familias, abuelos, tíos, etc.”. En ese sentido, se detiene en las consecuencias y explica que “la convivencia no es fácil, los más afectados son los niños y adolescentes, el hecho de no tener un lugar de pertenencia, genera diversos trastornos en la personalidad, tales como ansiedad, por ejemplo”. Otros de los problemas que menciona son el desarrollo emocional y la merma en el rendimiento escolar, que en los últimos años se incrementaron notablemente. “Por supuesto que hay otros factores que contribuyen a esta problemática, pero que la gente no pueda a acceder a un lugar donde vivir, a un espacio para estudiar o simplemente jugar, es algo negativo para la sociedad en su conjunto”, enfatiza.

Los medios, opiniones encontradas

Algunos medios hegemónicos toman partido. Infobae y Página 12, publican información y dan su opinión, “La dificultad para acceder a una vivienda en condiciones adecuadas ha generado inestabilidad y ha afectado la calidad de vida de miles de familias. La derogación de la Ley de Alquileres demuestra la urgente necesidad de contar con políticas públicas que regulen el mercado inmobiliario y garanticen el acceso a una vivienda digna”. “Se deben garantizar derechos básicos para inquilinos y propietarios”, pregonan. Por el contrario, otros medios, como La Nación, aseguran: “la intervención del gobierno y las medidas adoptadas, regularán el mercado inmobiliario”.

El futuro llegó hace rato (todo un palo)

Mientras se sigue tejiendo este complejo entramado social, político y económico, Zulma aún no resolvió el problema del alquiler ni mitigó la angustia que le germina como semilla de una planta invasiva, voraz. Ella ya no está en la esquina de Jujuy y Belgrano, Zulma llegó a la facultad, espera en un aula, en un lugar mejor. Se está formando para tener herramientas que le sirvan para afrontar el futuro. Y tal vez este tiempo de incertidumbre y angustia sea el dínamo que la incentivó a inscribirse como alumno regular y comenzar la carrera de Abogacía.

Andrés Cardoso