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La suerte está echada

La cultura del juego se ha expandido y ha llegado a los más vulnerables: los chicos; estudios recientes, realizados por la Defensoría del Pueblo porteña, arrojan cifras preocupantes sobre el uso desmedido de sitios virtuales para apostar, generando una nueva problemática en el mundo adolescente. En este informe especial, todos los detalles.

Facundo tiene 16 años; sus 180 centímetros de altura no ayudan a evidenciar el hecho de que es el menor de cuatro hermanos. Llega al colegio como todas las mañanas y se encuentra con sus amigos, que lo molestan por su nuevo look: el adolescente luce un nuevo corte de pelo, acompañado por unos anteojos que le recomendó el oftalmólogo por el uso constante del celular. Está en 4° año de secundaria, no falta mucho para terminar las clases y eso lo entusiasma porque significa que va a tener más tiempo libre para divertirse. Pero ¿qué es la diversión?

La Real Academia Española la define como entretenerse o recrearse. Para Facundo, y para un 40% de estudiantes secundarios, significa apostar en casinos online. Esta tendencia creció exponencialmente en los últimos meses, y lo que comenzó como un juego inocente, está creando una generación de adolescentes ludópatas.

Karen, que pidió expresamente no revelar su apellido, es oficial de la Policía de la Ciudad y hermana de Facundo. Es consciente de la complicada situación; sabe que él juega en su cuarto, a escondidas, o en el colegio; en cualquier lugar donde pueda hacerlo libremente. “El tema es que él es menor, no trabaja, lo mantienen mi mamá y mi padrastro. Por ahí les pide plata prestada que después no tiene cómo devolver. A mí también me ha pedido plata y todavía no me la devolvió, y yo sé que es para los casinos”. Karen se muestra angustiada, con sus temblorosas manos se acomoda un mechón de pelo y sigue. “Entonces, a raíz de esto, cuando él me pide, yo no le presto más plata, pero bueno, lo veo con el casino jugando… se desespera por querer cargar o por conseguir plata para cargar el casino. No para otra cosa, sólo para el casino. Pero le dice a mi mamá que es para comer algo, que no tiene plata y que le pase por Mercado Pago. Así sustenta las cargas del casino”.

Los famosos “influencers”, personas con mucha difusión en redes sociales, promocionan distintas plataformas a través de sus cuentas. “Por si andan aburridos”, “los mejores juegos”, “si van de mi parte tienen 3.000 pesos de regalo”, son algunos de los enunciados que vienen acompañados de un link en los perfiles de estos famosos personajes.

El negocio detrás de un click

Meterse de lleno en este mundo virtual está al alcance de la mayoría de los adolescentes debido a la facilidad que esto conlleva; sin ningún tipo de restricción, entran a un link que los deriva a una página web de dudosa procedencia. “Hace click acá para jugar”, es la primera frase que se visualiza, acompañada del logo de whatsapp. Siguiendo las órdenes, quienes desean apostar comienzan a chatear con los “cargadores de fichas”, es decir, los cajeros.

Cristian Fernández se dedica a esta tarea desde hace meses; mediante el “boca en boca” llegó a conocer esta nueva modalidad y decidió adentrarse en ella. A cambio de fichas para vender, atiende a los futuros jugadores y les proporciona lo que piden. “El proceso de cargas se lleva a cabo a pedido del cliente, me mandan mensajes pidiéndome que le haga un usuario para jugar. Yo entro al panel de control, lo armo con datos básicos del cliente, se lo envío con la contraseña y el link del casino virtual para el cual trabajo; el cliente puede entrar a mirar los tipos de juegos que dispone y decide si quiere cargar fichas. En el caso de que quiera jugar, le envío mi alias para que me transfiera el monto que quiere y una vez que recibo la transferencia, le paso el equivalente en fichas al usuario creado”, explica.

Cristian cuenta los pasos con tanta naturalidad como si se tratase de un juego de mesa, y demuestra la esencia de estas páginas: la simpleza. Con tan solo un celular y una red móvil, quien lo desee, puede apostar y, si tiene suerte, obtener una recompensa. “Los premios los pagan los dueños, los ganadores nos envían la captura de pantalla con el premio obtenido y nos piden transferirlo en plata; nosotros mandamos a nuestros jefes esa captura junto con el alias que nos da el cliente para transferir y le llega directamente”, detalla, y luego aclara “nosotros no conocemos a los dueños, todo se maneja por mensaje”.

En cuanto a la edad de los involucrados, menciona que no hay ningún tipo de control, tanto para ser cajero como para ser cliente, es solo cuestión de que le pidan el usuario por mensaje privado y le transfieran el monto de dinero que desean apostar. De esta manera, muchos chicos como Facundo encontraron su refugio en una ruleta.

Cuando jugar no es un juego

En general, los usuarios buscan lo mismo: un ingreso extra, pasar el rato o sumarse a la moda. Pero la curiosidad de probar suerte y la ambición por ganar está cruzando límites y se está expandiendo en muchos jóvenes vulnerables, que no logran entender la gravedad de la situación. Facundo es uno de ellos.

“En un principio creo que era por diversión -especula Karen-. Pero ahora se desespera por conseguir plata para jugar y seguir apostando a algo que no tiene, porque realmente es la plata que no tiene, que pide prestada y no devuelve. No tengo dudas de que Facundo sufre un tipo de adicción”.

Solange Kemerer, asistente social, advierte sobre los factores que contribuyen a que los jóvenes se involucren en las apuestas online y sus consecuencias. “A los adolescentes de hoy en día les gusta mucho el riesgo y buscan adrenalina. Y como está todo muy facilitado en las redes, es simple caer en eso. También influye mucho lo que hacen con sus amigos y esto de las redes sociales. No entienden que se trata de algo serio y se tiran de cabeza sin pensarlo”.

Esta red interminable de apuestas online aumenta cada día más, y gana más terreno en la cotidianeidad; la cara de un campeón del mundo, la camiseta del club de tus amores o las famosas modelos en redes, divulgan -con fingido orgullo- estas plataformas, que son tan llamativas y vibrantes como un casino real. Mediante un tímido “solo para mayores de 18 años” buscan prevenir a los menores en sus páginas, pero realmente no ejercen control alguno en cuanto a su uso.

Cuando suena el timbre del recreo, los estudiantes como Facundo toman su celular y comienzan con el círculo vicioso de las apuestas. ¿Quién ganará más?

A lo largo de los últimos meses se van descubriendo diversos casos de adolescentes que perdieron mucho, a cambio de nada. Pero las consecuencias del juego no son sólo monetarias; según Solange, afecta a la salud mental de muchos chicos. “Las consecuencias más comunes de este problema son bastante graves, y el más común es la acumulación de deudas. Pero también los afecta emocionalmente, se sienten más ansiosos, con estrés y pueden llegar a la depresión. Todo ese combo influye mucho en las relaciones con la familia y con los amigos”.

Un camino posible

La ludopatía infantil es un trastorno que no distingue género ni condición social; afecta negativamente a las personas que lo padecen y, aun así, aunque se trate de una problemática en la sociedad, no se trata con la suficiente responsabilidad que conlleva. En ese sentido, la asistente social entiende que “se deben crear programas de intervención que incluyan atención psicológica y educativa sobre estas cuestiones. También me parecen importantes los grupos de apoyo; desde el trabajo social podemos aportar la parte de concientización y educación, facilitando el acceso a estos servicios, para poder cooperar desde ese lado”.

Frente a esta alarmante situación, muchas escuelas en distintos puntos del país comenzaron a capacitar a los docentes sobre estrategias para abordar y prevenir el juego en los adolescentes; también, por recomendación profesional, se les pide a los padres poner límites para crear un ambiente seguro.

Ante esta crisis, el Gobierno de la Ciudad dio un paso importante en la lucha contra la ludopatía infantil. Junto a la Lotería de la Ciudad (LOTBA) lanzó la campaña “Hablar es ganar”, para concientizar a los jóvenes sobre la dependencia que genera este tipo de juegos virtuales y para promover el diálogo entre los afectados y profesionales de la salud. Además, realizaron treinta allanamientos, cerraron 1.800 sitios de apuestas ilegales y denunciaron a 16 figuras públicas que estaban comprometidas en la causa.

En el marco de este operativo, Jorge Macri, jefe de Gobierno Porteño, sostuvo “cuando empezamos a discutir este tema, casi no se hablaba de ludopatía infantil. Pero el tema estaba en casa, en la escuela y en los chats familiares. Fuimos el primer distrito del país que puso la problemática sobre la mesa y vamos a seguir combatiendo el juego ilegal porque, además de ser un delito, pone en riesgo la salud y la libertad de lo más valioso que tenemos: los chicos”.

Karen, prefiere abordar el problema sola, y charlar con su hermano sobre el tema; trata de prevenir a quien está pasando por una situación similar, porque sabe que ese mundo es inseguro para los adolescentes. “Yo diría que no lo tomen como un juego, porque a la larga se vuelve una adicción. Hay que charlar y estar atentos a los jóvenes; sé que hoy en día es un poco difícil también porque todos tienen un celular a mano y bueno, la difusión, esto de los casinos, lo vemos por todos lados: influencers, redes, hasta en la tele. Y es un tema complicado. Por eso hay que estar atentos y tratar de que no se convierta en un problema de adicción”.

De pronto le suena el celular. Es su hermano. Ella lo invitó a comer a una famosa cadena de hamburguesas porque quiere pasar más tiempo con él. Facundo se sube al colectivo de la línea 12, paga el boleto estudiantil y se sienta junto a la ventana; va camino a Callao y Santa Fe, el punto de reunión. Entra a su página favorita de casino, pero luego de unos segundos observando la pantalla, decide cerrarla y disfrutar la vista que ofrece el recorrido. Prefiere guardar el dinero para invitarle un helado a Karen y pasar una amena tarde con su hermana.

Bárbara Butti