El orfebre del barrio Mauro Sabbatini confeccionó un relicario para la Parroquia Sagrada Familia, que había sufrido un robo el año pasado
El orfebre Mauro Sabbatini, nacido en el barrio y con un taller hace dos décadas en estas calles, realizó durante nueve meses un relicario para la Parroquia Sagrada Familia (Balbín 4127) para reponer la pieza que había sido robada en junio del año pasado, como había informado Saavedra Online.
“Hice trabajos para parroquias de todo el país. Esta es la primera vez que trabajo para una de mi barrio, Saavedra. Eso fue algo lindo, colaborar y dejar mi trabajo en mi barrio”, dijo el artista a Saavedra Online. Además, contó que es un sitio muy especial para su historia familiar: “Como parte sentimental, era la parroquia donde se casaron mis abuelos, ellos renovaron sus votos varias veces allí. Era la parroquia que iban ellos. Esto implicó hacer algo para la parroquia que iban ellos toda la vida”.
El autor contó que fue un largo proceso y tuvo varias etapas. “Me convocaron el año pasado, un tiempo después del robo. Reparamos las piezas que habían roto, que eran unos candelabros que habían partido intentando robárselos. También una custodia que se había roto en la base”, contó Sabbatini.
“De ahí hablamos del sagrario y la custodia que se habían robado. Pasamos por varias ideas, pensando que sea distinto al sagrario anterior. Que este quedara con la puerta cerrada todo el tiempo, pero que tuviera un vidrio para que la gente vea la ostia constantemente”, sumó.
“Pasaron varias ideas y pautamos el diseño. El primero era el sagrario de bronce con el diseño de hojas de parra, racimos de uva y trigos. Cuando lo empecé a fabricar, el diseño cambió y pidieron tratar el tema alabanza. Por eso, se dejó las hojas de parra, los racimos y las espigas y se sumaron las manos en adoración, el turíbulo humeante y el arpa. Se agregó la puerta central, la puerta redonda que tiene el Cordero de Dios. Esa está cerrada, la pueden abrir sin abrir el sagrario y ahí se puede ver la ostia”, describió.
“Toda la pieza tardó nueve meses desde que empezamos. La pieza se trabajó de frente con cincel, luego se hizo repujado y todo cincelado. Tiene mucho volumen”, expuso.
“En el momento de trabajar, fui muchas veces a la parroquia, se tomaron muchas medidas. Se arregló el marco del sagrario de bronce que estaba dañado por el robo, cuando arrancaron la puerta original. Hubo que repararlo, soldarlo, volver a armar la parte de tornillos para poder empezar a trabajar la estructura actual”, detalló.
“La puerta tiene una estructura de hierro que tiene todo el armado y está todo recubierto en bronce macizo, donde están los dibujos”, indicó y concluyó sobre el trabajo: “No es el primer sagrario que hago, el desafío fue armar y reparar lo existente, la caja de mármol con los bronces internos y los marcos que no se podían modificar. Siempre se trató de reparar y mantener lo original. Se habló de hacerlo de cero, pero lo mejor era proteger y cuidar las piezas originales”.
Como había informado Saavedra Online, Sabbatini realizó el año pasado un mate homenaje por el 150 aniversario del barrio de Saavedra y Núñez (27 de abril), el cual fue donado y exhibido en el Museo Histórico Cornelio de Saavedra. Se lo pudo ver expuesto en la muestra “Una chacra, dos barrios y un museo”.
En junio del año pasado en el jardín del museo se realizó una jornada comunitaria donde los vecinos pudieron acercarse y dar un golpe de cincel para confeccionar esta pieza. Una acción similar a la que se lleva adelante con los bastones presidenciales.
“Esta es una pieza que surgió dentro de los festejos por los 150 años de Saavedra, junto a la gente del museo salió la idea de hacer un mate con salvilla estilo colonial, que luego será exhibido aquí”, había dicho el autor a Saavedra Online.
Sumó que la pieza incluía la silueta de flores de jacarandá, eucaliptus y tilos.
El maestro explicó que estas flores hacen a la historia de Saavedra y, en particular, a sus recuerdos de infancia: “Esas tres cosas son recuerdos míos de cuando era chico. Me acuerdo las calles de Saavedra teñidas por el color lila de los jacarandá; los tilos que bordean el Parque Saavedra, plantados hace más de 40 años; también los eucaliptus que iba a buscar con mi abuelo para poner en la hornalla y calentar”.
“Son mis recuerdos del parque, de andar con mi carrito de rulemanes arriba de las flores de jacarandá, sacar el eucaliptus. Eso es lo que plasmo en el mate”, resaltaba.
“Estuve un mes y medio pensando en cómo hacerlo, aposté a lo emocional. Para poner cosas de Saavedra había infinidad, eran tantas para plasmar que no entraban en un mate. Fui por el lado de lo emocional y mis recuerdos. Plasmar estas memorias también es representar a todos los que vivieron y han vivido en este barrio”, celebró el autor, quien también resaltó la importancia de la jornada donde los ciudadanos pudieron dar golpes de cincel para ayudar a terminar la obra.
“Es importante que las piezas pasen a ser patrimonio y que van a quedar resguardadas y exhibidas”, sumó sobre el destino final del mate, el museo histórico del barrio.
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