El busca del guardapolvo, el cuaderno y las medias tres cuartos
El recuerdo del Liniers de antaño, en la época en la que había que proveerse de los elementos escolares.
Por Daniel Aresse Tomadoni (*)
Hoy les propongo recordar aquellos días previos al comienzo de clases. Con los últimos atisbos del verano nos íbamos despidiendo de nuestras extensas vacaciones. Así, las horas de calle, la pileta del club y las salidas con los amigos del barrio a la tardecita por las calles de Liniers, iban quedando atrás. Se acercaba el momento de los madrugones, de las horas de colegio, de los deberes y de acostarse temprano.
En esos días previos, uno de los locales más concurridos del barrio era “El Madrileño”. Esta famosa casa de guardapolvos y delantales se veía abarrotada de chicos y madres en búsqueda de estos productos de todas las marcas famosas y colores, ya que, si bien las escuelas estatales utilizaban el blanco, muchos institutos privados optaban por otros colores distintos, como el marrón o el azul.
Las mercerías no escapaban de esa estampida humana que, en la búsqueda de medias, zoquetes y elementos para la confección y reformas, desbordaban la atención de las vendedoras que intentaban atender a todos de manera amena y cordial. Las más famosas del barrio, eran “La Orquídea” y “El Cóndor”, sobre Ramón Falcón, y “Gómez” en José León Suárez, sólo por mencionar algunas, que incrementaban notoriamente sus ventas en esos días preescolares.
Otro de los rubros más solicitados en esas jornadas previas al inicio de clases era, obviamente, el de las librerías. Tanto en los negocios mayoristas o minoristas de todo el barrio se podía no sólo hallar útiles de librería para todas las edades, sino que además algunos de ellos se dedicaban a la compra y venta de libros de textos, manuales y otras publicaciones escolares, a fin de abaratar un tanto los altos valores de las ediciones recientes, en especial la de los costosos manuales. Claro que aquellas publicaciones no actualizaban sus ediciones anualmente, como ocurre ahora. Así, Troiano y Turola, EdRa y Prat, sobre Ibarrola; Librería Belgrano en Rivadavia; Librería Ana en Lisandro de la Torre (entonces Tellier); y Zeus, en Carhué; entre tantas otras, eran la cita obligada para la compra de aquellos elementos imprescindibles.
Por otra parte, las zapaterías y zapatillerías de la zona eran frecuentadas por madres e hijos en la búsqueda esperanzada de un calzado que durara ese año escolar y -ojalá- algo más. Entonces comenzaba la recorrida de compras por Lisboa, Sagaró, Mercurio, Rex, Real, El Triunfo, Tonsa, Grimoldi, Roal, Izquierdo, entre los muchos locales del barrio, para finalizar en la zapatillería “La Esmeralda”, donde podían encontrarse las zapatillas de lona blancas para “gimnasia”.
Ya con toda la vestimenta y los útiles listos y en condiciones, comenzábamos otro año escolar “de punta en blanco”, deseando ese reencuentro con los compañeros de clase, con la ansiedad propia de los primeros días, pero felices de vivir esa hermosa experiencia que cada año nos deparaba la escuela. Ya habría tiempo para los juegos, la tele y los amigos del barrio, después, claro, de los deberes escolares.
Hasta la próxima y muchas gracias por permitirme compartir estos recuerdos con ustedes.
(*) Aresse Tomadoni es director general de “Relatos del viajero” y “Épocas del mundo” que se ofrecen a través de Youtube