Almagro: la Legislatura porteña colocó una placa por los 70 años del Bar Notable El Símbolo
La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires fijó este miércoles por la mañana una placa para conmemorar el 70° aniversario del Bar Notable El Símbolo, ubicado en la avenida Corrientes 3797 del barrio de Almagro.
Durante el acto estuvo presente la legisladora porteña María Cecilia Ferrero (Vamos por más), autora del proyecto de Resolución que se aprobó a mediados de julio.
Previo al acto, vecinos y parroquianos compartieron una amena charla de café sobre la historia de El Símbolo y la zona del Abasto.
Al momento de descubrir la placa, ubicada sobre la fachada del local, la legisladora Ferrero destacó que “la identidad porteña está conformada por estos espacios donde la gente se encuentra y lo que comparte es parte de su vida, la historia de los vecinos”.
Además, Eduardo Scofu, actual propietario del Bar Notable, agradeció la presencia de los vecinos y clientes fieles y aseguró que “El Símbolo es parte de todos”.
La defensa del proyecto de Resolución destaca sobre este Bar Notable de la zona de Almagro y Abasto: “Sin lugar a dudas, el café «El Símbolo» es un emblema de la cultura porteña, en el cual se cruzan elementos históricos, fotografías de personalidades destacadas del barrio y el sentido de pertenencia de épocas anteriores y actuales, al igual de haber sido un lugar de intercambio para personajes emblemáticos del tango y del rock durante el siglo XX”.
“Sin lugar a dudas, el café “El Símbolo” es un emblema de la cultura porteña, en el cual se cruzan elementos históricos, fotografías de personalidades destacadas del barrio y el sentido de pertenencía de épocas anteriores y actuales, al igual de haber sido un lugar de intercambio para personajes emblemáticos del tango y del rock durante el siglo XX. “Así es que, en el año 2015 fue reconocido como Bar Notable de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”, agrega.
El proyecto de Ferrero también incluye una reseña histórica: “Su fundación data del año 1954, comenzó en la parte delantera de una vivienda y, en sus inicios, funcionó como lechería y heladería donde los niños se sentaban a tomar la chocolatada. Más tarde se amplió a cafetería y despachos de bebidas. Ubicado a cinco cuadras del Mercado del Abasto, El Símbolo fue bautizado bajo esta denominación cuando lo adquirió su actual propietario, Eduardo Scofu, en 1991, por ser considerado un emblema del barrio de Almagro y de toda una generación que había florecido en los años cincuenta. Desde sus comienzos mantiene intacta su fachada y estructura original, al igual que la barra, las mesas, las sillas, un espejo de tres caras, un reloj con números romanos, la caja registradora original, añejas botellas de bebidas paradigmáticas y viejos carteles publicitarios, asiendo del lugar un sitio plagado de historias y recuerdos del barrio. También, una de sus vitrinas, guarda una bandeja utilizada en la inauguración”.
“En los años setenta una familia de inmigrantes españoles se hizo cargo del local e incorporó comidas típicas de la península que elaboraban en la parte trasera del negocio, donde también vivían. Diez años después, venida la democracia, el café fue adquirido por un grupo de personas que impulsaron encuentros literarios, espacios de debate y reflexión. El bar fue refugio de importantes artistas, desde tangueros en los años cincuenta, como Osvaldo Pugliese, quien vivía enfrente, hasta rockeros de los ochenta como Luca Prodan. Asimismo, diversos personajes de distintas disciplinas del arte, como Maximiliano Guerra, actual bailarín condecorado a nivel internacional. Además, Eduardo Galeano, gran escritor uruguayo, tuvo su mesa por mucho tiempo. El Símbolo es elegido por todo un segmento emergente con marcadas inclinaciones culturales, un lugar genuinamente porteño”, se agrega.
“El café está muy identificado con el barrio y viceversa; hay una muy buena simbiosis entre ambos y a todo aquel que frecuenta la zona, le resulta inevitable no sentirse parte del Símbolo. El bar es un sitio tradicional y, a su vez, ajironado: aquí se encuentran vecinos de toda la vida y los mozos conocen y respetan al cliente, saben el nombre de la gente, su profesión y sus preferencias; asimismo, recibe permanentemente nueva clientela que se siente atraída por la atmósfera amistosa y descontracturada de este lugar”, concluye la defensa.
J.C.
Foto: Revista El Abasto