Juego sucio
Finalmente, en la tardenoche de ayer se llevó a cabo en la sede de Vélez Sarsfield la postergada reunión vecinal sobre Higiene Urbana, de la que participó el subsecretario del área, Federico Schaer, y el presidente de la Junta Comunal 9, Maximiliano Mosquera Fantoni. El testimonio de los vecinos resultó lapidario: diversas zonas del barrio de Liniers son un símbolo del descuido y la suciedad. Ahora se aguarda que la Ciudad se digne a revertir esta situación, que lleva años de desatención y desidia.
Que un funcionario porteño pretenda hablar de higiene urbana en el barrio de Liniers, resulta casi tan paradójico como que el intendente de Calamuchita se jacte del supuesto asfalto de La Cumbrecita… Un verdadero oxímoron servido en bandeja para los vecinos.
En ese marco, ayer jueves poco después de las 18, tuvo lugar en la sede del club Vélez Sarsfield (Juan B. Justo 9200) la postergada reunión sobre Higiene Urbana convocada por el Gobierno porteño, de la que participaron el subsecretario del área, Federico Schaer, y el presidente de la Junta Comunal 9, Maximiliano Mosquera Fantoni, quienes durante casi dos horas escucharon la catarata de reclamos de medio centenar de vecinos indignados, entre los que también se encontraban algunos juntistas.
La mecánica fue la misma que el Gobierno porteño suele implementar en las reuniones con vecinos, desde que las puso en marcha el exjefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta: tandas de una decena de intervenciones de vecinos para que luego los funcionarios presentes se refieran sólo a aquellos reclamos que les resultan más simples de responder. Y a veces, ni siquiera eso.
El epicentro de las demandas giró en torno a los siguientes temas: comercios irregulares y suciedad en las inmediaciones de la Estación Liniers; falta de higiene en la periferia del hospital Santojanni (“se ven ratas caminando permanentemente en Patrón y Pilar”); gente acampando en las veredas los días previos a los recitales en Vélez (“una vez concluidos las calles amanecen repletas de basura”); suciedad sobre Ramón Falcón y la zona de los pasajes, también sobre plazas y colectora de General Paz; inacción de barrenderos; falta de limpieza de sumideros; falta de limpieza de contenedores en las primeras cuadras de José León Suárez; suciedad en Liniers Norte, entre la Estación y Juan B. Justo (incluyendo “orín, materia fecal, vómitos y deshechos de relaciones sexuales”); y puestos ilegales de venta de comidas y bebidas.
Pero también se escucharon otros reclamos, gestados en ese caldo de cultivo en el que desde hace años parece haberse convertido Liniers Norte. “Frente al servicio social de San Cayetano, en Cuzco, quedó fijo el chaperío del ya desechado soterramiento del Sarmiento, que dejó la zona obstruida y a oscuras, con la suciedad e inseguridad que eso genera”, puntualizó una vecina. Y luego otro se atrevió a ir un poco más allá. “Yo sobrevivo en el pasaje Casco al 100. Sobre Bynon funcionan bares con prostitución y venta de drogas que están abiertos las 24 horas”, sentenció Pablo. Ya sobre el final del encuentro, un hombre pidió la palabra y, a la luz de la crítica situación que engloba al barrio de Liniers en materia de higiene urbana, solicitó que “nos descuenten el tercio del ABL que corresponde al barrido, que aumenta todos los meses, porque acá en Liniers eso no existe”.
A su turno, luego de la catarsis colectiva a modo de “terapia de grupo” en la que suelen convertirse estas reuniones, el subsecretario intentó responder con evasivas y frases rimbombantes, en las que osó pedirles “paciencia” a los sufridos vecinos de Liniers. “La empresa Níttida -encargada de la recolección de residuos y la higiene en la zona- ya fue multada por mal desempeño”, puntualizó Schaer.
Como sea, el Gobierno de la Ciudad jamás presentó el marco legal ni el plan de trabajo en materia de higiene urbana en la Comuna 9. El marco legal, para que el Estado informe las tareas que debe desarrollar, y el plan de trabajo para que indique la forma en la que va a llevarlas a cabo. Dos elementos indispensables para que los vecinos analicen en el Consejo Consultivo y obliguen al Ejecutivo porteño a, de una vez por todas, obrar en consecuencia.