Tres guitarras de Barzana
El poeta Daniel Quintero hace un homenaje a la cuadra de su infancia. Donde ayer hubo tres talleres mecánicos, hoy viven tres guitarristas. Cada uno con su estilo y trayectoria dan a esta parte de Parque Chas buena música, “donde el arte es lo que nos une y salva”.
El poeta Daniel Quintero se comunicó con el Portal de Parque Chas, porque estaba en su deseo hacerle un homenaje a un tramo de su patria de la infancia: la calle Barzana, que hasta 1980 se llamó Bárcena.
Quintero nació en 1959 en “Villurca”, de aquel lado de Avenida La Pampa, y cuenta que a los tres días como Cristo lo cruzaron de este lado y se volvió nativo de Parque Chas.
Dice el poeta sobre Barzana: “En 1980 dejó de llamarse Bárcena para tomar el nombre que tiene hasta hoy. Barzana toda desde Avenida de los Constituyentes hasta Avenida Olazábal.
Me crie en esta calle a la altura del 1600 entre Giribone y Ballivián.
Mi padre tenía la carnicería y vereda más estaba la panadería de Doña Cándida. En la mano de enfrente tres talleres: mecánico de Juan Martuchi, de bobinado de motores de la familia Díaz y de carburación de Luis Milesi.
En algún tiempo tuve a mi cargo la panadería y en otra etapa en ese taller de carburación intenté mecánica, labor que solo conseguiría en el desarme. Nunca un auto volvió a su condición original y factible.
Hoy en esta cuadra de los que fueron tres talleres de un barrio que cambió, sin ser La Boca o San Telmo o ese Palermo de la bohemia viven tres guitarristas. Cada uno con su estilo y trayectoria dan a esta parte de Parque Chas buena música.
Carlos Salatino (que también es como yo un viejo poblador de esta calle) Pedro Furió una de las guitarras de Chiqui Ledesma y Lito Epumer creador de Madre Atómica junto a Pedro Aznar y guitarrista de Spinetta y Rubén Rada entre otros.
El barrio está transformado como en el tango que dice y es de destacar esta variación que llegó con los años donde el arte es lo que nos une y salva”.
Así retrata Daniel Quintero el pasado y el presente de este tramo de la actual Barzana, calle que el poeta dejó en 1987 para radicarse en Tierra del Fuego regresando a Buenos Aires en 1994. Entre los libros que publicó se destacan: Después de una larga noche (1986), Mensaje de Náufragos (1990), Del Dolor de los Espejos (1996), Cementerio de Payasos (1997), Crónicas fatales escritas desde La Luna (2005), Inusual (2013), Malhoja (2015), Cotillón (2015), 0 Killed (2016), Pruebas de Galera (2018) y SIGNOS /sobre El Jardín de las delicias (2018).
Los tres guitarristas de Barzana
Pedro Furió
Cuenta que su primer guitarra (que aún conserva) se la compro su papá a los 10 años, y empezó a tomar clases con un profesor del barrio tocando Zamba de mi esperanza. “Tal vez fue ese primer género musical, que rascaba como podía en la viola, y luego los casetes que llegaron a mi vida de Mercedes Sosa, Los fronterizos, Dúo salteño, Raúl Carnota, Juan Falú, entre otros, los que me marcaron para siempre y me llevaron por el camino de esta música que llamamos folklore. Más tarde la formación en la Escuela de música Popular de Avellaneda (en la que hoy y desde hace más de 20 años soy profe de guitarra), y donde me encontré con muchos de mis compañeros de proyectos musicales que fui transitando a lo largo de estos años. Algunos de ellos: María y Cosecha, con quienes estamos tocando hace más de 20 años, y tenemos cinco discos grabados; con Leandro Angeli tenemos el dúo Angeli – Furió (dúo de guitarras) y un disco grabado. Toqué y/o grabé como sesionista con muchos artistas, entre otros: Laura Albarracín, Melania Pérez, Suna Rocha, Claudio Sosa. Realicé también músicas para películas”, cuenta Furió.
Pedro recuerda que, en 2011, junto a su compañera Mariana, y sus hijos Agustín de cuatro años y Sofi recién nacida, llegaron a Parque Chas, sin saber mucho sobre el barrio. “Nos enamoraron sus calles de casas bajas, su silencio, y el hecho de tener siempre lugar para estacionar en la puerta de casa. Lo conocíamos solo por el cuento de Dolina, donde los que entran al barrio se pierden y no pueden salir. Después de todos estos años son algunas cosas más las que conozco, y tal vez la que más me gusta es saber la cantidad de artistas que viven por acá: actores, directores, músicos, poetas, pintores. Hace muy poquito tiempo me enteré de que tenía de vecinos muy próximos a dos grandes violeros: Lito y Carlos. Lo cual hace que la calle Barzana, más precisamente la cuadra entre Giribone y Ballivián, donde vivimos, sea muy probablemente, la que mayor densidad de guitarristas tenga por m2”, dice Pedro Furió.
Carlos Salatino
De los tres guitarristas es el único nacido y criado en Parque Chas. “Nací, me crié y sigo viviendo en la casa de la calle Barzana. El comedor estaba dominado por una enorme radio en la que constantemente sonaba tango. Mi viejo, además de empleado municipal (durante el día) y canillita (durante la tarde), también fue cantor de tango. Meses antes de morir hizo digitalizar sus grabaciones propias de 78 rpm. y me enteré de que cantaba con el seudónimo de Ángel Salas. Él era gardeliano a ultranza. Mi vieja era más del team Magaldi. De ella heredé, entre otras cosas, el gusto por el humor. Con la llegada del Wincofón a mi casa, empecé a lograr mi independencia musical. Primero con compilados de música beat (Sótano Beat o Alta Tensión), de los que repetía constantemente solo los temas de Los gatos, Manal o Litto Nebbia. Y, lógicamente, aparecieron en mi horizonte sonoro The Beatles, y con ellos el rock argentino (Almendra, Pescado Rabioso, Aquelarre, Color Humano…) y el progresivo extranjero”, relata Carlos.
Salatino señala que comenzó a estudiar guitarra a los seis años, con Edmundo Larazon, un profesor que vivía en la esquina de Andonaegui y Liverpool, el 24 de agosto del 63. “Lo habré hecho durante cuatro años y después seguí tratando de aprender solo, influido por la música que empezaba a descubrir”. Años después, entre el 81 y el 87, Carlos realizó estudios de guitarra clásica en el Instituto Superior del Collegium Musicum, con Carlos Groisman, Graciela Rainiero y Miguel Ángel Girolet. Paralelamente formó parte de un grupo de rock, Nubes, con el que realizaron diversas presentaciones y con el que estuvieron a punto de firmar contrato para CBS. En el 89, participó del Taller de Composición de Música Popular Instrumental del Conservatorio Municipal, que creó y dirigía en ese entonces Ricardo Capellano. Ahí conoció a Ricardo Rodríguez, con quien formaron Por si las moscas, un dúo de guitarras con el que siguieron trabajando y componiendo. Desde el 94 participó de varios cursos de Guitar Craft, coordinados por Robert Fripp, y durante varios años Salatino formó parte del Buenos Aires Guitar Circle.
“Desde hace casi treinta años escribo sobre música. Primero en la revista especializada Mellotron, en Quid y en la sección de cultura del diario Tiempo Argentino, además de haber co-conducido durante más de una década el programa radial El retorno del gigante, junto con mi amigo Gustavo Bolasini.
La música me dio la oportunidad de entrevistar a infinidad de músicos a los que admiro (Litto Nebbia, Aquelarre, Gabriela, Pino Marrone, Gustavo Montesano, Gabo Ferro, Javier Martínez, Jorge Navarro, Diego Schissi, Ricardo Soulé, Steve Hackett, Rick Wakeman, John Williams, David Harrignton, de Kronos Quartet…), y participar en la producción de Spinetta, “Los libros de la buena memoria”, la exposición que se llevó a cabo en la Biblioteca nacional en 2012.
Soy parquechasense a ultranza, y la música es un paisaje tan fundamental en mi vida como lo es el barrio, su historia (que también es la historia y el presente de mis afectos) y sus símbolos.
Y es todo un símbolo que en una misma cuadra convivan colegas representantes de una gran parte de la paleta sonora de mi vida: el tango (Pedro) y el rock y el jazz (Lito).
La vida es un asombroso sinfín, es como si recorriéramos constantemente la calle Berlín… De Parque Chas, obviamente”, finaliza Carlos.
Lito Epumer
El compositor y guitarrista de rock, jazz y folclore argentino Juan Carlos Lito Epumer hace más de 20 años que vive en Parque Chas. Primero vivió en la calle Hamburgo y hace unos pocos años, por un dato que le dimos desde el Portal de Parque Chas, se mudó a la calle Barzana donde conoció a Daniel Quintero. “Antes había vivido en Villa del Parque y Villa Devoto. Del barrio me gusta el aire cuando vuelvo del centro, mucha arboleda, con pocos edificios y tengo la Agronomía cerca para ir a correr. Parque chas es un paraíso y no lo cambio por nada”, cuenta Lito.
Su relación con la guitarra fue a través de su abuelo que era una de las primeras guitarras de Agustín Magaldi. “Recuerdo que cuando era niño él me insistía para que aprenda a tocar, pero a mí en ese momento me gustaba el fútbol. Cuando mi abuelo muere yo tenía 15 años y fue a partir de ese momento (cosa extraña) que junto a mi hermana María Gabriela, comenzamos a estudiar guitarra juntos; y así se inició mi extensa trayectoria como músico.”
Sobre su hermana La Gaby Epumer, Lito dice que ella “se transformó en un estandarte de las mujeres que hacen música. En los 80 le tocó participar en un escenario que no era tan fácil, se abrió su propio camino como guitarrista y los 10 años junto a Charly García la convirtieron en un ícono para las chicas. Hoy me siguen escribiendo muchas pibas hablándome de su admiración por Gabriela y su música. Para mí, es un gran orgullo y me hubiese encantado que ella pudiera ver todo el efecto que causó, pero las cosas se dieron así.”
En 2021, Lito integró la banda Jaguar que nació a partir del disco Los Amigo, un proyecto grupal de Luis Alberto Spinetta, el cual se desarrolló de manera paralela a su habitual actividad como músico solista. El grupo lo integraban, el querido Rodolfo García, Daniel Ferrón, Javier Malosetti y el Doc Daniel Rausi, un íntimo amigo del flaco.
Lito Epumer, nacido en Buenos Aires en 1954, tiene una rica historia como guitarrista en distintos géneros musicales como el rock, jazz y folclore argentino. “Desde el 2000 integro el trío junto a Machi Rufino (bajo) y Cristian Judurcha (batería). Hace poco sacamos un disco en vivo, grabado en la Usina del Arte, con músicos invitados como Rodolfo Mederos, Pedro Aznar y Javier Malosetti. Sigo tocando también con mi grupo solista desde 1987 que tiene una veta más jazzística”, señala Epumer. Se refiere al cuarteto que además integran Cristian Judurcha, Juan Gancberg y Nico Sanucci, y que el próximo 23 de agosto se presentan en Virasoro, Club de Jazz Bar.
Epumer es sobrino de Celeste Carballo. “Mi mamá Dora, era la hermana mayor de ocho hermanos y Celeste era la más chica. Con ella toque en el 82 y 83 en su primer disco ‘Me vuelvo cada día más loca’ y también participé en la totalidad de su segundo long play que se llamó ‘Mi voz renacerá’”.
A los 18 años, Lito Epumer formó el grupo Madre Atómica (1973-1975), con Mono Fontana y Pedro Aznar, y entre 1977 y 1978 formó Sr. Zutano, con Pomo Lorenzo y Juan del Barrio. Integró bandas como Spinetta Jade (1983-1984), como así también las de Raúl Porchetto, Dino Saluzzi y Rubén Rada.
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