35 años contando el barrio que nos toca vivir
A diferencia de buena parte de los mortales, confieso que gozo del enorme placer de trabajar en lo que me gusta. Y en un país donde el trabajo no abunda, ese placer termina transformándose en una bendición. La ecuación es simple: dos pasiones que se juntan y se potencian. Por un lado el periodismo, esa necesidad inagotable de contar el mundo que nos toca vivir, con el rigor profesional como bandera. Y por el otro, el barrio, aquel que nos define en nuestra esencia y nos muestra como lo que somos, sin disfraces ni estridencias, sencillamente auténticos.
Entonces ya no me resulta extraño –ni a mí ni a mi esposa- aquello de dejar un anotador en la mesa de luz y despertarme de improviso a la madrugada para apuntar un título o un simple adjetivo, que durante todo el día se había escondido entre mis pensamientos y recién salió a la luz cuando todos dormían. Es que para aquellos que entendemos al barrio como nuestro lugar en el mundo, “retrata el mundo que nos toca vivir”, no es otra cosa que retratar el barrio.
Así nació Cosas de Barrio, casi como una necesidad. Entre árboles añosos y baldosas flojas tomaron envión aquellos sueños. Fue aquí, en las calles que se hermanan entre Liniers y Mataderos, cuando en los albores de 1989 decidimos agregarles a nuestras camisetas de vecinos incondicionales, las manchas de tintas de un periodismo austero e independiente, para intentar devolverle al barrio algo de todo lo bueno que nos había regalado.
Por entonces, Hugo Colace y yo éramos dos jóvenes universitarios de 20 años (él estudiante de Medicina y yo de Comunicación) con toda esa adrenalina propia de la juventud que invita a cambiar el mundo, o por lo menos volverlo algo más amable. Así, con amigos, mate y bizcochitos, Cosas de Barrio se fue haciendo a nuestra imagen y semejanza, transportando nuestras ilusiones pero también nuestros pecados de juventud, aquellos atolondrados y nobles, que casi siempre se corresponden con un ideal.
Al tiempo, Hugo –hoy el Dr. Colace- debió alejarse a fin de concretar otros sueños, aquellos por los que se había quemado las pestañas en los claustros de la UBA, y nuevos amigos fueron llegando al periódico. A lo largo de estos 35 años de labor periodística hemos tenido la suerte de encontrarnos con gente de inmensa calidad humana, con la que compartimos nuestra tarea, y gracias a su amabilidad, humildad y simpatía, nos permitió hacerla aún más amena y atractiva.
Por eso, en esta edición aniversario, n quiero dejar de recordar a todo ellos, a los que nos acompañaron de un lado y del otro del mostrador. A nuestros anunciantes (los de ayer, los de hoy y los de siempre) quienes con su aporte publicitario nos permiten crecer; a nuestros colaboradores todo terreno; a nuestros lectores (los críticos, los incondicionales, los eventuales) que nos permiten darle forma a este proceso de comunicación logrando un ida y vuelta constante y necesario; a nuestros amigos canillitas, que mes tras mes nos permiten ocupar un espacio en sus puestos para llegar por su intermedio a las manos de los vecinos; a los representantes de entidades barriales, que nos nutren con sus informaciones para que las divulguemos en nuestras páginas; a los funcionarios y referentes políticos, que confían en Cosas de Barrio a la hora de hacer públicos sus proyectos y comprenden nuestras críticas y diferencias de criterio, que surgen en torno a problemáticas comunitarias en el ámbito de un debate democrático; a los vecinos de Liniers y Mataderos, que gentilmente nos permiten recorrer sus calles e interactuar con ellos como un vecino más, transformándonos en un medio válido para hacer públicas sus demandas y bregar por prontas soluciones; y a la familia (mis padres que hoy ya no están, mi esposa, mis hijos) a la que le quitamos horas para darle forma a este sueño que hoy es un familiar más.
Gracias sinceras y de corazón, porque esta alegría inmensa que hoy sentimos al celebrar estos 35 años, también es responsabilidad de todos ustedes.
Lic. Ricardo Daniel Nicolini