Vélez hizo los deberes, Avellaneda colaboró, y está en cuartos
Gracias a su triunfo por 1 a 0 ante Independiente Rivadavia, en Mendoza, y al empate entre el Rojo de Avellaneda y Talleres, el Fortín se metió en los cuartos de final de la Copa de la Liga, donde ahora deberá medirse con Godoy Cruz. El equipo de Quinteros dominó las acciones de principio a fin, aunque le faltó efectividad para ampliar la ventaja. Como sea, Vélez logró disolver los fantasmas y vuelve a enfocarse en la tabla de arriba.
Desde el primer minuto de juego Vélez no dudó en demostrar a qué había llegado a Mendoza. Se paró en campo contrario, dominó las acciones e intentó romper el cero cuanto antes. Sin embargo, la falta de precisión en la definición lo privó varias veces de llenarse la boca de gol. Lo tuvo dos veces Francisco Pizzini, una con un disparo cruzado que buscó el poste derecho de Monllor y otra con un cabezazo débil; y también Brian Romero, que la quiso ubicar en el ángulo y la pelota se estrelló en el travesaño.
El local se defendía como podía, mientras Thiago Fernández y Claudio Aquino hacían un surco por la banda izquierda y desbordaban permanentemente. Hasta que a los 40’, una buena combinación entre ambos concluyó que un disparo de Aquino que el ex arquero de Nueva Chicago despejó hacia el área, donde apareció Pizzini para empalmarla de volea y poner la merecida apertura del marcador.
Para entonces, Independiente vencía por la mínima a Talleres en Avellaneda (luego haría el segundo, antes de que finalizara la primera etapa) y River caía en Córdoba ante Instituto. Así las cosas, el Fortín se estaba metiendo en los play off.
En el segundo tiempo nada cambió (al menos en Mendoza). Vélez seguía yendo en busca de más goles que le permitieran no depender tanto de otros resultados y acortar diferencias con Barracas Central, que para entonces caía 3 a 1 ante Argentinos Juniors en La Paternal.
Primero fue Thiago Vecino -que en el entretiempo había ingresado por Brian Romero- quien con una tijera de zurda sobre el borde del área chica exigió al arquero local; luego el 1 -que ya era la figura indiscutida del partido- le tapó un mano a mano a Thiago Fernández; y tras cartón detuvo un potente disparo de Aquino. Todo antes de los 10 minutos del complemento.
De allí en más, Vélez necesitó cambiar el aire por tanto desgaste ofensivo, y el partido se hizo más equilibrado. Sin embargo, había noticias en otras canchas: River ya se imponía por 3 a 1 Instituto, Argentinos y Barracas igualaban en tres, e increíblemente en Avellaneda, el Rojo y Talleres (que jugó todo el segundo tiempo con un hombre menos) empataban 2 a 2. Este último resultado era el único que le permitía al Fortín meterse en cuartos.
Pero cuando ya se jugaba tiempo de descuento en Mendoza, en Avellaneda Talleres metía el tercero, que lo clasificaba en lugar de Vélez. Ese gol dilapidaba las ilusiones velezanas. Sin embargo, unos segundos después -que fueron eternos para el pueblo fortinero- el VAR decidió chequear el gol tallarín y terminó anulándolo por una clara posición adelantada.
Y mientras Thiago Vecino se seguía perdiendo goles, el árbitro Rapallini pitó el final del partido en Mendoza y todo Vélez permaneció en el campo de juego, aguardando el final en Avellaneda. Recién entonces, con el 2 a 2 definitivo en el Libertadores de América, el Fortín desató el merecido festejo por lograr el pasaje a los cuartos de final de la Copa de la Liga donde, como cuarto clasificado del Grupo A, deberá verse las caras con Godoy Cruz, que ya se aseguró el primer puesto en el Grupo B.
Este Vélez de Gustavo Quinteros parece haber recuperado la memoria y vuelve a darse el lujo de pensar en cosas grandes, sin el agobio de la parte baja de la tabla. Un premio al esfuerzo que el pueblo fortinero celebra a lo grande. Como debe ser.