Violencia social, otra epidemia sin tratamiento específico aún
El clima social actual es un caldo de cultivo para reacciones violentas, exageradas o abusivas y que el padecimiento sostenido deja secuelas a nivel del pensamiento.
La violencia es un tema inagotable que podría definirse como el menoscabo de lo humano, del otro y aun de sí mismo. El clima social anónimo e inseguro, las relaciones familiares con déficits afectivos y el ambiente violento que caracteriza a nuestro mundo globalizado, son caldo de cultivo para reacciones violentas, exageradas, abusivas.
Una forma de ejercer violencia es naturalizarla; nuestra cultura promueve el “todo vale”, el “sálvese quien pueda”,privilegia la acción sobre la reflexión; en este sentido la familia debería poder hacer de filtro o tamiz de los fenómenos de violencia socio-cultural, tamizarlos especialmente para sus miembros más jóvenes.
El niño viene al mundo biológicamente predispuesto a buscar quien lo cuide y lo proteja, y en caso de no recibir esos cuidados puede, en casos extremos, no sobrevivir o criarse con un sinnúmero de carencias emocionales que influirán en su personalidad adulta.
El hecho de que muy raramente estemos en condiciones de satisfacer estas necesidades del cachorro humano, es uno de los factores que explican el flagelo de la violencia en nuestras sociedades. La violencia puede aparecer como doméstica,de género, de Estado, etc. Y puede tener distintas presentaciones, aunque guardan en común el menoscabo por el otro.
En el entramado familiar y vincular puede existir una forma más sutil , pero no menos dañina, y es la violencia emocional, que existe, que está pero no se ve.
No tiene visibilidad, por eso lo toleramos sin darnos cuenta. Es importante señalar que el padecimiento sostenido de este tipo de abuso, deja secuelas a nivel del pensamiento, estereotipándolo, quitándole creatividad y producción, daña en forma notable la autoestima, insensibiliza frente al dolor propio y ajeno, empobrece los vínculos en general, dado que quien lo sufre cuenta con pocos recuerdos afectivos para sí y para los demás. Es preciso reconocer el dolor que causan ciertas situaciones, tratar de modificarlas, y pedir ayuda para poder hacerlo.
Graciela Surace – Psicóloga Clínica
4503-2527 /15-6008-1961 / Consultorio Devoto y Barrio Norte