El club Montañés de Colegiales cumple 100 años
Paredes de piedra, coloridos vitrales y un imponente portón de madera. La pintoresca fachada, ubicada en Av. Jorge Newbery 2818 en Colegiales, no pasa desapercibida: varios transeúntes se detienen a tomarle fotografías. Su arquitectura rememora las construcciones medievales del Norte de España; y cuentan que su historia comenzó a escribirse en 1923 cuando varios inmigrantes de Cantabria (comunidad autónoma española) se unieron para sentar las bases de su propio espacio cultural y deportivo: el Centro Montañés. Allí, hace tres décadas se instaló “Montañeses”, un restaurante de barrio con sabores de herencia. Su gigantesca tortilla es una de las más codiciadas de la ciudad de Buenos Aires y los parroquianos destacan la calidad de su jamón crudo y la paella de mariscos.
Son las siete y media de la tarde de un jueves cualquiera. El bodegón está tranquilo. De fondo, se oye el tintineo de copas y las camareras preparan las mesas con las reservas de la noche. En el “Salón de Juego” hay varios grupos de habitués, de más de 70 años, jugando a los naipes. Se conocen de toda la vida. El ambiente es distendido: hay risas, camaradería y alguna que otra picardía (cuando el resultado de la ronda no es el esperado).
En el patio se practican diversos deportes: hay niños (de todas las edades) con la pelota de fútbol; niñas en sus clases de patín; otros jugando al pelota/paleta; practicando yoga, Kyudo (tiro con arco japonés) y Taekwondo. En las butacas de la barra, otros beben su gaseosa preferida o café.
Don Rodolfo Calandra, mejor conocido en el barrio como “Fito”, junto a su hermano Gustavo, se hicieron cargo de la concesión del buffet del club 30 años atrás. Al principio ofrecían sándwiches y cafetería; con los años sumaron opciones de platos clásicos españoles. Desde los inicios la premisa de la propuesta fue sencilla: ofrecer un menú con materia prima de gran calidad y abundantes porciones. En esa época era un clásico que los socios se acercaran a jugar en la cancha de Bolo Palma; al pelota/paleta y a los distintos juegos de mesa. A su vez, había noches de flamenco hasta de La Jota (danza tradicional).
Por su historia en el barrio, estética y arquitectura (techos altos, madera y luminosidad) fue elegido como locación de varias filmaciones de televisión y películas. Una de ellas, “El hijo de la novia” con Ricardo Darín, Norma Aleandro y Héctor Alterio. En dicho film el protagonista debe sacar adelante el restaurante que heredó de su padre. Aquella oportunidad les dio “gran visibilidad”: se han acercado muchos clientes a rememorar las escenas de la película. También se grabó en los salones “Un año sin amor”, algunas escenas de “Verdad o consecuencia” y “Trátame bien”, entre otros programas televisivos y publicidades.
El restaurante “Montañeses” se caracteriza por el ambiente familiar. En las mesas conviven clientes de todas las edades: mesas con parejas; familias numerosas; amigos y hasta los habitués de toda la vida, con más de 80 años, que vivieron todos los cambios de época.